Un artículo de Juan Pais.
How does it feel, how does it feel?
To be without a home
Like a complete unknown, like a rolling stone
Resulta muy oportuno el estreno de A Complete Unknown, pues siendo Bob Dylan un icono cultural pertenece más al siglo XX que al XXI. Con unos jóvenes que responden en encuestas no saber quiénes fueron Elvis o los Beatles, es necesario que conozcan a Dylan, y es de prever que a través de esta película no solo muchos se deleiten con su obra sino que también se asombren con la efervescencia de los años 60.
Centrarse, como hace A Complete Unknown, en un periodo determinado de una vida suele ser un acierto a la hora de realizar un biopic. Se evitan aspectos muchas veces carentes de interés sin perjuicio de un retrato preciso del personaje, cuyos rasgos más definitorios se reflejan en momentos cruciales de su vida. Esta película adapta Dylan Goes Electric, de Elijah Wald, libro aún inédito en España. Es de esperar que sea editado en nuestro país, habida cuenta que el propio Bardo de Minnesota lo ha recomendado.
El guión del propio director, James Mangold, y Jay Cocks, colaborador habitual de Martin Scorsese, presenta los enigmas y contradicciones, las luces y las sombras, del personaje, en un penetrante estudio de su personalidad. En dos partes, que se dividen en el año 1965, el bisoño cantautor folk se convierte en una estrella consagrada, algo engreída, que se hace eléctrica para impulsar su carrera.
A Complete Unknown es, por tanto, una película de aprendizaje. Aprende Dylan empapándose del ambiente cultural de Greenwich Village y aprenden de Dylan los que le rodean, porque es remarcable su impacto sobre los demás. Esto se advierte, por ejemplo, viendo a Pete Seeger complacerse con el poder emotivo de la música cuando escucha The Times They Are-A-Changin’ en Newport o a Joan Baez conmoverse con la fuerza de la poesía al tocar Dylan para ella Blowin In The Wind una mañana en su apartamento.
Además de su condición coming on age, A Complete Unknown es una película sobre la libertad. Es perceptible la necesidad de Dylan de evolucionar y ser él mismo evadiéndose de las presiones y las expectativas, libre de clasificaciones. Como consecuencia de esa reafirmación personal se apunta cierto egoísmo e insensibilidad del músico. Sylvie, trasunto de Suze Rotolo, aparece como una figura en buena medida sufridora, alejada de su pareja por el éxito y también por la irrupción de Joan Baez. Es desgarradora la escena en que descubre dolorida la complicidad entre su pareja y Baez durante la ejecución de It Ain’t Me, Babe en Newport. Es el rejón de muerte a su noviazgo con Dylan.
Otro aspecto destacable de A Complete Unknown es el hábil empaste de Dylan en su tiempo. Un buen ejemplo es la secuencia de la crisis de los misiles de Cuba. El anuncio del entonces presidente Kennedy del bloqueo a la isla caribeña y la agitada reacción de los neoyorquinos abandonando la ciudad apresuradamente tiene su remate con una actuación de Dylan cantando el himno pacifista Masters Of War en un bar. El montaje, de Andrew Buckland y Scott Morris, propicia que la narración avance con ligereza, incluso imbuyéndola de cierta musicalidad. Otro ejemplo lo hallamos en la grabación de Don’t Think Twice, It's All Right y la consecuente interpretación de Joan Baez, que representa el influjo de Dylan en otros músicos.
Con una carrera dilatada, James Mangold se ha convertido en uno de los artesanos de cabecera de Hollywood, como Ron Howard lo fue en los 90s y Rob Reiner en los 80s. Uno de esos directores bien integrados en la industria que puede llevar a buen puerto producciones de diferentes géneros. El carácter denigrante de la expresión artesano es injusta. Es como si sus películas las pudiera dirigir cualquiera. Al contrario, es sinónimo de buen hacer. Los productores les encargan las películas precisamente porque confían en estos realizadores. Habiendo realizado hace años un estimable biopic de Johnny Cash, Mangold era la opción adecuada para esta película.
Un reparto inspirado redondea el resultado final. La sensualidad de Monica Barbaro, la bonhomía de Edward Norton y la calidez de Elle Fanning son factores determinantes en la credibilidad y distinción de A Complete Unknown. La mimética actuación de Timothée Chalamet ha sido merecidamente elogiada, y el pujante actor recientemente ha declarado que quiere ser uno de los grandes. Está en el camino de serlo. Bob Dylan lo es desde los años 60.