Un artículo de Mike Sanz
Robin Feld es un ermitaño que vive en los bosques de Oregón, donde recolecta trufas con la ayuda de su cerda. Una noche, unos desconocidos asaltan su cabaña y le roban a la cerda. Desolado, Robin viaja a Portland con la ayuda de Amir, quien se encargaba de comerciar con las trufas. Juntos emprenden una búsqueda desesperada.
Pig es una sorpresa, una pequeña gran película de las que tanto cuesta encontrar. Es la ópera prima de Michael Sarnoski, un joven montador que debuta en el largometraje con una propuesta original. Escribe el guion a cuatro manos con Vanessa Block y cuenta con el apoyo del actor protagonista, Nicolas Cage, al frente de la producción.
La premisa de Pig puede recordar a las películas de acción y venganza que ha protagonizado Liam Neeson en los últimos años. Nada más lejos de la realidad. Pig se sirve de los esquemas de las películas de género negro y detectives como ya lo hiciera, con fines paródicos, hace casi veinticinco años The Big Lebowski de los hermanos Coen. La cerda trufera del título no es más que un macguffin, el halcón maltés de esta película. Sí, Robin y Amir viajan por los bajos fondos de la ciudad, visitan locales clandestinos, les sacan información a los soplones y se reúnen con los capos del mundo culinario. Mas, bajo estas convenciones genéricas, Pig desarrolla una brillante reflexión sobre la pérdida de aquellos a quienes más queremos, acerca del dolor que nos marca y vive con nosotros. Tampoco es todo oscuridad, pues la película es un canto a la amistad entre dos personas opuestas en apariencia, aderezado por la sencilla y evocadora banda sonora de Alexis Graspas y Philip Klein.
El acabado final no sería igual de estimulante sin el ingrediente secreto: Nicolas Cage. A propósito de Pig, Guillermo del Toro llamó a Cage “el Paganini de los actores expresionistas, un genio irrepetible”. No lo dijo en vano. Hoy en día se recuerda a Cage por la interminable lista de papeles histriónicos en películas intrascendentes de serie B e inferiores. Son papeles alimenticios que acepta debido a la profunda bancarrota en que se halla sumido, de los cuales el propio Cage se ríe en la reciente El Insoportable Peso de un Talento Descomunal (The Unbearable Weight of Massive Talent, 2022). Este tipo de trabajos nos empujan a olvidar a un digno heredero de la capacidad expresiva de Al Pacino, al tontaina de Peggy Sue se Casó (Peggy Sue Got Married, 1986), al perdedor de Arizona Baby (Raising Arizona, 1987), al conductor de ambulancias de Al Límite (Bringing Out the Dead, 1999), al guionista neurótico de Adaptation (2002), al superhéroe trasnochado de Kick-Ass (2010) o al expresidiario de Joe (2013). El trabajo de Nicolas Cage en Pig es un ejercicio de contención que ahonda en lo más profundo del dolor humano. Le acompaña Alex Wolff, un joven actor famoso por sus papeles en películas de terror como Hereditary o Tiempo (Old, 2021) que demuestra ser capaz de desenvolverse en un registro más amplio.
Pig es una película sencilla (no pasa de los noventa minutos), clásica en las formas del cine negro, profunda en los conflictos humanos que retrata y magistral en la interpretación del actor protagonista. Un verdadero triunfo cinematográfico.