Mike Milo es un antiguo domador de caballos, una estrella de los rodeos que tuvo que retirarse a causa de una lesión. A finales de los años setenta, su antiguo jefe le pide un favor: Mike ha de cruzar la frontera y adentrarse en México para buscar a Rafo, el hijo adolescente de su amigo, que lleva una mala vida y se dedica a las peleas clandestinas de gallos. En el desierto aguardan varios obstáculos, entre ellos una amistad improbable.
Es sorprendente que, apenas un año después de estrenar la interesante Richard Jewell (2019) y con la pandemia causando estragos, Clint Eastwood viajara a Nuevo México a finales de 2020 para rodar su nueva película. El guion de Cry Macho llevaba guardado en un cajón desde finales de los años setenta, cuando se publicó la novela de N. Richard Nash en que se basa. El director de San Francisco ha contado con el guionista Nick Schenk, con quien ya trabajara en las excelentes Mula (The Mule, 2018) y Gran Torino (2008).
El resultado queda un poco lejos de la brillantez de los dos títulos mentados. Cry Macho es una película sencilla, a veces simple en su linealidad, que narra una historia afable y no muy trascendente. Revisita lugares comunes del género de las road movies, caso de la extraña pareja que atraviesa un paisaje inhóspito, supera varios obstáculos y acaban haciéndose amigos, como ya le sucediera a Eastwood en El Cadillac Rosa (Pink Cadillac, 1989). Cry Macho también se inscribe en el terreno del western gracias a la ambientación en el complejo territorio de la frontera que separa Texas y México, si bien no ofrece una profunda lectura en clave crepuscular, como ya se viera en Sin Perdón (Unforgiven, 1992).
Los últimos títulos de la filmografía de Eastwood han explorado la figura del héroe y sus contradicciones en la sociedad estadounidense contemporánea, por ejemplo en las curiosas El Francotirador (American Sniper, 2014), Sully (2016) y Richard Jewell (2019). Cry Macho se aleja de este grupo, si bien entronca con otra de las temáticas que definen el cine del genio de Malpaso: el conflicto generacional. Los problemas de comunicación, comprensión y, sobre todo, valores humanos que personifica la pareja protagonista de Mike y Rafo siguen la línea marcada por los personajes de Un Mundo Perfecto (A Perfect World, 1993), Million Dollar Baby (2004) y Gran Torino (2008). En particular, Cry Macho aborda las distintas percepciones de la masculinidad que tienen el anciano y el niño al comienzo de la película.
El apartado formal es también sencillo y parco en artificios, con la elegancia que caracteriza el clasicismo de Eastwood. Este estilo les sienta muy bien a los parajes desérticos de la frontera, aderezados por la escueta banda sonora de Mark Mancina, un compositor curtido en varios trabajos para Disney. El mismísimo Clint Eastwood encabeza el reparto y demuestra ser capaz de cargar con el peso interpretativo de la película. Su acompañante, el joven Eduardo Minett, le da la réplica con soltura.
La sencillez y la simplicidad de Cry Macho no la sitúan entre los títulos más brillantes de Clint Eastwood como director. Sin embargo, merece la pena apreciar una historia humana con tintes de western y road movie que sigue explorando los conflictos generacionales que marcan la filmografía del maestro.