Siempre es un placer volver a Sitges. En febrero, por el Carnaval. En cualquier época del año, para perderse por sus calles y acabar viendo el mar… Pero sobre todo pasado el verano, en Octubre, cuando la excusa ya no son sus playas o calas de arena dorada, sino el Festival. El de cine… el fantástico. Aquel que está contenido en el rugido de un gorila exclusivo, provocando aplausos incluso antes de que empiece la película: el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que nos invita a retornar a Sitges un año más…
Sin embargo, ahora, para volver a Sitges ya no hace falta viajar. Ni coche ni tren, ni peajes prohibitivos, ni distancia de seguridad. Ahora, si queremos ver el cine que programa este magnífico festival, tan solo nos tenemos que conectar a internet. Parece que finalmente el futuro ha llegado a nuestras casas y, en su 53ª edición, el Festival de Sitges se adapta al formato online (pues algo bueno traería el Virus, como diría Mr. Yin Yang).
Así que ustedes deciden. Portátil, pantalla plana, el Retiro o el Auditorio del Melià. Comfort o movilidad… y, evidentemente, una muy distinta experiencia sensorial. Podrán elegir y ver casi todo. Películas entre la Selección Oficial, el Panorama Fantástico, las Noves Visions, la animación, el documental, reposiciones y hasta el terror más extremo del Midnight X-Treme. Podrán escoger entre tanta oferta seccionada o tal vez dejar que seamos nosotros quienes les orientemos.
Eso sí, hay una película que ya no podrán escoger… y tal vez deberían alegrarse por ello. Malnazidos, con z de zombies (y de zoquetes), que inauguró el festival este pasado 8 de Octubre y ofreció algún pase más en los días que nos preceden. Y por eso tampoco se podrá visualizar online, porque las inauguraciones siguen siendo de un riguroso presencial, ya que hay unas alfombras rojas que aprovechar y un toque glamuroso que mantener (mucho más cuando el equipo juega en casa).
MALNAZIDOS
Malnazidos es la nueva película de Javier Ruíz de Caldera, conocido director de comedias españolas (algunas más sufribles que otras) tales como Superlópez, Anacleto, 3 bodas de más, Spanish Movie… quien ahora suma fuerzas con el montador Alberto de Toro (su montador habitual desde que ambos salieran de la ESCAC) y juntos co-dirigen esta adaptación cinematográfica de la novela Noche de difuntos del 38, de Manuel Martín Ferreras. Una obra, la literaria y, por consiguiente, la cinematográfica, que recupera la guerra civil española a pocos meses de la victoria fascista, obviamente en el año 38, tiñendo el dramático desenlace de fantasía zombie y ofreciendo un mal mayor al conflicto bélico conocido por todos.
De este modo, la película presenta un protagonismo coral repartido entre republicanos y fascistas, por primera vez unidos en la historia local para luchar contra un enemigo superior. Y he aquí uno de los grandes logros de Malnazidos, que ni mucho menos reside en la utopía de dicha unión (ya dada por la novela), sino en el variopinto diseño de personajes y en el irreprochable trabajo actoral que lo materializa. Con intérpretes de la talla de Manuel Morón, Luis Callejo, María Botto o Miki Esparbé, y muchos otros secundarios aportando su granito de arena, como un irreconocible Francisco Reyes de Comandante de las SS o Sergio Torrico en una versión desteñida y pseudo-soviética de B.A. Baracus, Malnazidos cuenta con el suficiente talento y variedad para que unos diálogos no tan divertidos y unos previsibles giros de guión consigan funcionar. Aunque ni mucho menos trascender. Son más bien aciertos descafeinados que la puesta en escena se encarga de rematar, ya que a la película también le respalda una creíble ambientación bélica de época y unos efectos especiales a la altura de la pretensión.
Como bien dicen sus directores, Malnazidos no ha escatimado en producción: “El proyecto ha sido complejo, muy ambicioso y en el rodaje, que duró ocho semanas, sufrimos mucho… Hemos tenido que recrear la guerra civil de manera estilizada, muy potente visualmente. Hemos rodado en montañas, ríos, cuevas, en las minas de Salt en Cardona y es agotador, pero luego todo eso luce en pantalla”.
Y es cierto que luce, pero poco más. Una película claramente hecha para entretener… y olvidar. Ni se arriesga en lo político, ni aprovecha el género para provocar algo más que la gracia visual. El material de partida literario es claramente equidistante y resulta evidente que los directores abrazaron ese punto de vista para conseguir más espectadores. El problema es que contextualizar la película en plena Guerra Civil, presentando a los alemanes como los únicos malvados, ya es en sí misma una decisión política. Y un error. Porque (queriendo o sin quererlo) dicho planteamiento blanquea el franquismo en un presente político que requiere lo contrario. Porque sorprende la comodidad de algunos autores españoles (quienes cuentan con un altavoz entre el pueblo) ante la preocupante falta de labor en la reconstrucción de nuestra memoria histórica. Y en especial, porque dejan escapar una oportunidad de oro para justificar la elección del género, ya que (como demostraría Jose Trabajo en El Baile de los Caídos) no hay mayor zombi en nuestra realidad actual que Paquito y su herencia franquista.
Menos mal que aún hay autores que saben hacer humor desde el compromiso, sin importar la taquilla. Pero los cineastas se explican, como aquel que se justifica a futuro, anticipando la crítica: “Nuestra intención ha sido la de hacer una película de aventuras con tintes de terror, romance y de comedia para entretener a la gente. El tema del conflicto de la Guerra Civil es solo un contexto porque el filme no va sobre la guerra”.
Ya lo leen. Malnazidos no arriesga en lo político, pero tampoco aprovecha el género. Le falta diversión, acción, sangre y atrevimiento para sorprender en la liga de entretenimiento apolítico en la que se quiere medir. Y ni a eso se aventuran: “Queríamos hacer una película de zombis, pero que no fuera ni muy extrema ni muy gore ni dirigida a un público muy especializado”.
Paradójicamente estrenan en Sitges, eso sí, con la cabeza puesta en la taquilla. Malnazidos llegará a las salas comerciales el 22 de enero de 2021 y seguramente no le irá nada mal. La equidistancia vende…
Si la pandemia lo permite.