El curso ha terminado. Es verano y ha pasado un año y medio desde que la pandilla de Hawkins, un pueblecito de Indiana, venciera al Azotamentes y cerrara el portal que conecta con el Mundo del Revés. Todos disfrutan de las vacaciones y se preparan para celebrar el 4 de julio, pero hay una presencia oscura que amenaza desde las sombras, mientras un enemigo silencioso surge de las profundidades e invade el pueblo.
La espera ha merecido la pena. Vuelve el producto estrella de Netflix, la serie escrita por los hermanos Duffer que supuso un éxito rotundo cuando se estrenó en verano de 2016. Stranger Things aprende de los excesos de la anterior entrega y vuelve a mirar a los aciertos de los ocho capítulos iniciales. En su particular homenaje al cine popular de los años ochenta, la primera temporada se basó en E. T., Cuenta Conmigo y Alien, la segunda incluyó numerosas referencias a Los Cazafantasmas, Los Goonies y Parque Jurásico, y llega el turno de que la tercera temporada se base en los monstruos cárnicos de David Cronenberg y John Carpenter, el enemigo imbatible de Terminator, el terrorífico centro comercial de El Amanecer de los Muertos y la amenaza de la Guerra Fría de Amanecer Rojo y tantas otras películas, sin perder la ocasión para homenajear a La Invasión de los Ladrones de Cuerpos y Regreso al Futuro.
Los hermanos Duffer continúan la trama justo donde se quedó al terminar la segunda temporada y toman la inteligente decisión de dividirla en tres líneas argumentales paralelas que acaban por unirse en dos capítulos finales para el recuerdo, capaces de reunir todos los ingredientes responsables del éxito de Stranger Things: jóvenes actores con carisma, un misterio que asola un pueblo del Medio Oeste, monstruos sobrenaturales y constantes homenajes al cine de Spielberg y compañía. El reparto sigue siendo un verdadero acierto, brillan con intensidad los papeles de David Harbour y Millie Bobby Brown, ahora convertidos en padre e hija, y sorprende el nuevo personaje de Maya Hawke, que ayuda a profundizar en la transformación de Steve (Joe Keery). También se agradece el cameo de Cary Elwes, una referencia más al cine de entretenimiento de los ochenta.
Se nota un mayor despliegue de medios técnicos, que se traduce en escenas sobrecogedoras y aterradoras que llegan a recordar a ciertos momentos de La Cosa. Sin embargo, los monstruos cárnicos no son rivales para la pandilla de Hawkins, que consigue destapar una trama de corrupción que conecta con la Guerra Fría y el miedo a una invasión soviética. Puede que esta tercera parte no sea tan fresca como la primera (lo cual es imposible, aquella fue perfecta), pero desde luego sí la iguala en su espíritu de aventura, en su capacidad para estremecer y en presentarnos a unos personajes con los que emocionarnos. Visto el final, parece que una cuarta entrega de Stranger Things resulta imprescindible para intentar responder los interrogantes que se plantean. Hawkins cambia y la pandilla crece, pero la amenaza del Mundo del Revés no descansa.