Camille Preaker se gana la vida trabajando de periodista en Saint Louis cuando recibe un inesperado encargo: su editor quiere que vuelva a Wind Gap, el pueblo del sur de Missouri en el que se crió, para cubrir los asesinatos de dos niñas que han aparecido en la calle y sin dientes. Camille no solo se enfrentará a una ola de crímenes atroces, sino que se las verá con los traumas del pasado, una madre sobreprotectora y una hermanastra a la que apenas conoce, además de con una sociedad decadente anclada en el remoto y racista pasado sureño.
Heridas Abiertas ha sido la apuesta de HBO para el verano de 2018, una miniserie de ocho capítulos que ha cubierto el periodo entre dos pesos pesados de la cadena como son Westworld y la recién estrenada segunda temporada de The Deuce. Aun así, no hay que desestimarla, pues se trata de la segunda miniserie que dirige Jean-Marc Vallée tras romper moldes en 2017 con Big Little Lies y se basa en la primera novela de Gillian Flynn, autora de Perdida (Gone Girl), que ella misma adaptó al cine bajo la dirección de David Fincher. Hablando de Flynn, la adaptación de su segunda novela, Dark Places, pasó sin pena ni gloria (si bien la novela era bastante fallida), pero se ha entregado a la escritura de guiones al firmar los libretos de las venideras Widows, de Steve McQueen, y de la versión de Utopia que prepara junto con Fincher.
Heridas Abiertas abarca mucho más que una ola de crímenes escabrosos en serie, pues, en la línea de las mejores novelas negras de Jim Thompson, caso de 1280 almas o El asesino dentro de mí, ofrece la radiografía de un pueblo del sur de Estados Unidos marcado por la decadencia y la degeneración, donde los secretos del pasado se acumulan y marcan la miserable existencia de sus habitantes. La protagonista, Camille, ha intentado huir y dejar todo atrás, pero se ve obligada a regresar y enfrentarse a un asesino y, lo que es peor, los fantasmas de su propia familia, herederos de una estirpe de terratenientes esclavistas. Semejante premisa, unida a la capacidad que ha demostrado Vallée para retratar el trauma, nos deja a los espectadores una miniserie asfixiante y memorable que incomoda al bucear en lo más oscuro de las relaciones humanas. Un verdadero cuento de gótico sureño con ecos de Thompson y el propio Faulkner.
El reparto de Heridas Abiertas es un acierto, con Patricia Clarkson en el papel de una madre sobreprotectora y nerviosa, el descubrimiento de la joven e inquietante Eliza Scanles como su hija adolescente y, ante todo, Amy Adams. La intérprete, que crece con cada papel y nos deja personajes tan memorables como los de La Llegada (Arrival, 2016) o Animales Nocturnos (Nocturnal Animals, 2016), compone una protagonista inteligente y profundamente herida que lucha por gestionar los traumas pasados con su carrera profesional mientras se enfrenta a su abrumadora familia.
Puede que Heridas Abiertas haya pasado desapercibida en la temporada estival, si bien se trata de una miniserie compleja y oscura que adapta una novela brillante e incomoda a los espectadores; protagonizada, por supuesto, por una de las mejores actrices de su generación. No se la pierdan.