Los inicios en la carrera de actores muy reconocibles suelen estar trufadas de anécdotas curiosas que ganan en interés cuando aumenta la perspectiva de tiempo. Si viajamos hacia el pasado podemos encontrar una de estas anécdotas en la época donde un joven austriaco, campeón de culturismo, trataba de afianzarse en Hollywood como nueva estrella de acción.
No es la primera vez que Arnold Schwarzenegger aparece en estas páginas aunque no es de extrañar porque su biografía acumula un gran número de vicisitudes que bien podrían servir para realizar un biopic en una cadena de streaming.
En 1982, Arnold había conseguido su primer gran éxito gracias a la confianza que en él depositaron el productor Dino De Laurentiis y el director John Milius. Conan el Bárbaro (Conan the Barbarian) fue su carta de presentación definitiva en la meca del cine, pero debía mantener un nivel en sus siguientes trabajos si de verdad quería mantenerse en la industria y tratar de hacer competencia a la gran estrella de acción del momento: Sylvester Stallone.
En Orion Pictures disponían de un guion escrito por un joven audaz que pretendía cultivar el género de la ciencia ficción a partir de presupuestos modestos. Se trataba del por entonces desconocido James Cameron y el libreto era The Terminator.
Tras verle en Conan, el director vio en Schwarzenegger una buena opción para dar vida a la máquina exterminadora y, junto al presidente de la compañía, Mike Medavoy, acordaron hacerle una oferta.
El austriaco vislumbró el potencial del guion, pero no le convencía interpretar al villano de la función. Además, se trataba de una máquina inmisericorde sin ningún tipo de empatía hacia nada ni nadie. Medavoy vio peligrar la situación y pensó lo mismo que John Milius unos años antes cuando afirmó: "Si no podemos conseguir a Arnold, tendremos que inventarlo."
Medavoy se reunió una vez más con Schwarzenegger y cuando éste insistió en sus reticencias hacia el papel, el propietario de Orion le respondió: "Arnold, estás empezando tu carrera. Necesitas afianzarte con películas que la gente quiera ver. Si consigues impactar con Terminator, muchas más puertas se te abrirán. Si todo va como creemos, este personaje se quedará en la memoria de la gente y querrán verte más."
Y, por si fuera poco, Medavoy apostilló su argumento con una referencia al cine clásico: "Piensa en Richard Widmarck. Sin duda, una gran estrella con una filmografía plagada de grandes títulos. Pero, en su primera película, interpretó a un villano sádico que era capaz de tirar a una anciana, en silla de ruedas, escaleras abajo". Medavoy se estaba refiriendo al papel que Widmarck tenía en El Beso de la Muerte (Kiss of Death, 1947). Estas palabras acabaron de convencer a Schwarzenegger hasta el punto que aceptó entrar en el proyecto de Terminator. A partir del estreno del film, se generó una corriente favorable de aceptación que se tradujo en ofertas constantes por parte de diferentes estudios. Con el tiempo, acabó convirtiendo en una de las mayores estrellas de acción de la historia.
Por supuesto, Medavoy obvió un pequeño detalle. Cuando Widmarck paseaba por la calle al principio de su carrera, algunas señoras le habían llegado a golpear con sus bolsos. Un peaje necesario en el camino hacia la fama...