4 de juny del 2020

Historias de Hollywood: Fonda y el joven Lincoln


Hace algunos días, hablamos de la estrecha relación entre dos astros del cine: James Stewart y Henry Fonda. Hoy nos gustaría centrarnos en el segundo. 

Hemos crecido viendo a un Henry Fonda imponente en pantalla, brillando con grandes interpretaciones e infundiendo respeto y admiración en cada una de sus encarnaciones. Sin embargo, no siempre fue así. El bueno de Henry sufría y experimentaba fuertes inseguridades al inicio de su carrera en Hollywood.

Situémonos en 1938. Tres años después de su llegada a la dorada California, Fonda ya ha intervenido en quince películas habiendo obtenido alabanzas en cintas como Sólo se Vive Una Vez (You Only Live Once), de Fritz Lang, y Jezebel, de William Wyler. En ese momento de despegue en su trayectoria, le llega una propuesta de 20th Century Fox para dar vida a un icono de la historia americana: Abraham Lincoln.

Fonda no creía estar capacitado para dar vida a semejante coloso y aceptó a regañadientes la propuesta de hacer un casting para el personaje. Sin duda, la posibilidad de colaborar, por primera vez, con John Ford pesaba en su voluntad pero sentía muchas dudas internas que no era capaz de mitigar. 


En esos tiempos, podía darse el caso de convocar a un actor, por parte del estudio, sin conocer en profundidad los detalles de la película en cuestión. Fonda trabajó con el departamento de maquillaje y caracterización de Fox para conseguir parecerse, lo máximo posible, al Presidente emancipador. Inicialmente, Fonda quedó bastante satisfecho ante el espejo pero entonces habló y comprobó que su voz no encajaba con la que debía surgir de un personaje tan insigne y asentado. Tan avergonzado estaba que decidió despojarse del vestuario y abandonó rápidamente los estudios de la Fox. Estaba convencido que para él se había terminado ese papel.

Pero unos meses después, saltó la sorpresa cuando recibió una llamada del mismísimo John Ford quien lo convocaba a una entrevista personal. Fonda acudió a la cita avergonzado por lo ocurrido previamente y trató de pedir disculpas al director. En este primer encuentro entre ambos, Ford manifestó su estupefacción. No entendía qué tipo de lío había orquestado la oficina de casting del estudio porque, en ningún momento, habían consultado con él los detalles de la producción. El realizador explicó que Fonda había sido siempre su primera elección y cuando éste respondió que se consideraba demasiado joven para el papel, Ford respondió: "¡Claro que eres joven! Pero yo no necesito alguien veterano que encarne al Lincoln Presidente! Necesito un buen actor para darle vida cuando era tan solo un prometedor abogado de Springfield, por el amor de Dios!"

Fonda se mantuvo avergonzado por el traspiés pero, al mismo tiempo, estaba esperanzado al poder dar exactamente lo que requería el director para el personaje. La película resultante, El Joven Lincoln (Young Mr. Lincoln, 1939), fue un gran éxito y, con el paso del tiempo, se estableció como una de las caracterizaciones emblemáticas del gran Honest Abe, encuadrada alrededor de un juicio acontecido mucho antes de su etapa en la Casa Blanca.

Quiso el destino que una de las mejores encarnaciones del primer Presidente Republicano fuera ofrecida por un Demócrata devoto. El cine histórico y sus anécdotas...