Un artículo de Jaume Figa.
Decir que la saga de Cars es la peor de Pixar no me parece lo correcto. El adjetivo “peor” implica “malo” y, a mi entender, ninguna de las tres es mala. Eso sí: no son grandes películas; menos, aún, si las comparamos con la mayoría de la compañía del flexo y, concretamente, con la superlativa saga de Toy Story.
En el caso que nos atañe, Cars 3 da una nueva vuelta de tuerca a la historia: consigue superar el bache de la segunda –aunque, ya lo he dicho varias veces, me pareció más entretenida que Cars… si la ves como una nueva “james bond”–, volviendo a sus orígenes y replanteando esa lucha interior del protagonista Rayo McQueen, el 95. Porque, así como el mayor temor de los juguetes de Toy Story es el ser abandonados por su niño, el de los coches de carreras, el ser superado por nuevas generaciones.
Un temor lógico, a decir verdad; pero también “natural” y que, por tanto, se puede aceptar… o no. Esto es lo que, lisa y llanamente, plantea la nueva entrega de esta saga. Lo viejo y lo nuevo; la aceptación de uno mismo y de las incapacidades que conlleva el paso de los años –los “achaques” propios de la edad–, y el dejar paso a las nuevas generaciones. De hecho, algo de ello planteaba el binomio Doc Hudson – McQueen en Cars pero aquí, al tomar protagonismo, cobra mayor profundidad.
En este sentido, nos encontramos ante una película típicamente pixariana, donde importa mucho que los personajes sean profundos; pero, como en Cars, la historia se pierde un poco en los diálogos más o menos moralizantes y, también como en Cars, se hace un poco lenta.
A la vez, creo que también comete el mismo error de Cars: la poca fuerza del personaje antagonista Jackson Storm. Que sí: es verdad estamos ante un conflicto interno y que, por tanto, en gran parte, el antagonista es el mismo McQueen, pero también lo es Ratatouille y ahí están muy bien trabajados cada uno de los personajes.
¡Ep! Pero no pretendo desanimar a quien quiera verla: todo lo contrario. Sin duda, me parece la mejor de las tres: tiene momentos realmente divertidos y es una gozada ver los milagros que hace la tecnología para animar coches y carreras como las que vemos en la película.
A la vez, profundiza en la necesidad de la amistad y del trabajo en equipo y, a la vez que habla del saber dejar paso a las nuevas generaciones –casi como representación del relevo de John Lasseter a Brian Fee–, sin olvidar debemos mucho respeto a los que nos han precedido. Ahí está, también, el homenaje que han podido hacer al desaparecido Paul Newman, recuperando algunas frases suyas, fruto de las clases de automovilismo que daba el legendario actor a Lasseter, durante la grabación de Cars. En este intercambio generacional tiene un papel muy interesante el personaje de Cruz Ramírez.
Cars 3 es, pues, una nueva buena película de Pixar; más infantil, como las otras dos, pero disfrutable.