16 de setembre del 2016

Star Trek: Más Allá (Star Trek Beyond, 2016)


La tripulación del Enterprise se encuentra en el ecuador de su misión de cinco años. La exploración del espacio profundo, la negociación de tratados y la vigilancia de las fronteras parecen no colmar excesivamente las expectativas del capitán James T. Kirk (Chris Pine). La propia infinitud del espacio ha hecho mella en Kirk y se plantea un destino en el que tenga una mayor estabilidad. Necesita asentarse, sentir las limitaciones del ser humano replicando, al máximo, las condiciones de la Tierra. A pesar de ser un capitán joven, el oriundo de Iowa ha madurado y siente los efectos de un puesto que en un largo tiempo no le ha ofrecido alicientes destacables. La propia ilusión que sentía por explorar los confines de la galaxia, siguiendo los pasos de un padre al que nunca conoció, se ha tornado en rutina.

La base estelar Yorktown, una gran colonia espacial que emula a las grandes ciudades de la Tierra, es el lugar donde Kirk quiere iniciar una nueva etapa postulándose para el puesto de vicealmirante. Aunque éste recomienda a Spock (Zachary Quinto) para el puesto de capitán de la Enterprise, el vulcano parece tener otros planes puesto que, tras romper su relación con Uhura (Zoë Saldana), recibe la noticia de la muerte del que fue su alterego en la línea temporal original. Ante este suceso, Spock medita también la posibilidad de abandonar la Flota Estelar para continuar los pasos de su otro yo como Embajador.

Pero la galaxia, aunque pueda atravesar tiempos de estabilidad, siempre aguarda sorpresas y pronto la tripulación del Enterprise deberá dejar a un lado las intenciones personales y centrarse en una misión de rescate que pondrá a prueba el estado emocional de todos ellos.


Esta tercera entrega del universo Kelvin de Star Trek, ideado por JJ Abrams y sus guionistas Alex Kurtzman y Roberto Orci, es, por derecho propio, la que busca con más ahínco dar paso al entretenimiento por encima de otras consideraciones más profundas. Cuando Abrams empezó a trabajar intensivamente en la nueva entrega de Star Wars cedió autoridad a Paramount pero se aseguró tener la última palabra a la hora de elegir al nuevo director y guionistas. Cuando Bob Orci decidió salir del proyecto fue el propio Simon Pegg (quien interpreta con sorna a Scotty) quien se postuló para escribir el libreto junto al escritor, especializado en series de televisión, Doug Jung. De ellos surgió un argumento más ligero que, sin perder la esencia de Star Trek, se erige en el episodio de acción y aventuras que siempre ha estado presente en la parte central de cada generación. Ahora bien, Star Trek Beyond es claramente superior a las que podrían sus análogas: Star Trek IV. Misión Salvar la Tierra (Star Trek IV. The Voyage Home, 1986),  Star Trek V. La Última Frontera (Star Trek V. The Final Frontier, 1989) o Star Trek Insurrección (Star Trek: Insurrection, 1998). La película recupera el ritmo desenfrenado de algunos de los capítulos más viscerales en la longeva tradición televisiva de la saga. Es un largometraje que destaca como apuesta de acción y efectos visuales, sin descuidar el buen trato a los personajes, algo que le diferencia de otros productos que derivan hacia los caminos de la ultracomercialidad desarraigada.

Teniendo en cuenta esta apuesta por un espectáculo más directo y menos introspectivo que en las dos anteriores entregas, Abrams decidió confiar la dirección a un especialista en dotar a las imágenes de un ritmo vertiginoso. El elegido fue Justin Lin, un realizador californiano de ancestros taiwaneses al que se le presentaba la oportunidad de subir un peldaño más en la escalera de exigencia tras haber destacado como consumado planificador de escenas de acción en la saga Fast and Furious. Abrams quería aprovechar su habilidad técnica pero le exigía que ésta fuera acorde a un espectáculo más completo. Lin respondió al reto con interés tratando de añadir más contraste a su trabajo.

El resultado es un film visceral con set pieces de acción poderosas, aunque ninguna supere al ataque inicial de las naves colmena del villano Krall (Idris Elba) sobre la Enterprise. No obstante, en el film hay margen suficiente para que los personajes principales sigan profundizando en sus principales dinámicas. Kirk reflexiona sobre el hecho de haber llegado más lejos que su padre casi con la misma edad. Su vida se convirtió en un constante reto para demostrar que podía ser digno del legado recibido. Él vivió esa tragedia como una oportunidad pero sigue sobrellevando un fuerte lastre.

El universo alternativo permite que las situaciones varíen y afloran aristas en los personajes que no habíamos podido conocer hasta ahora. Todos ellos se enfrentan a situaciones diferentes y cada paso que dan es imprevisible. Apostar por una línea de tiempo alternativa no solamente dio libertad creativa a los guionistas, liberándolos del corsé presente en cualquier precuela. También favoreció que estos personajes de larga trayectoria puedan seguir sorprendiendo ofreciéndonos nuevos matices de personalidad. El caso de Kirk y su padre, al que en esta nueva línea temporal no llegó a conocer aunque creció sabiendo que su heroicidad en la Kelvin salvó muchas vidas, no quedará circunscrito al recuerdo pasajero. En la próxima entrega de la saga tendremos la posibilidad de profundizar en ella.


Lo mismo que decíamos para Kirk vale también para Spock, a quien desde el principio hemos visto desarrollando una relación sentimental con una persona muy próxima y experimentando las dificulatdes que eso entraña. Y qué decir de Montgomery Scott, el querido Scotty, quien gracias también a su intérprete ha conseguido llegar a nuevas cotas de ironía y sarcasmo convirtiéndose en un elemento cómico de calidad para la saga. Dicho esto, las innovaciones conviven con dinámicas clásicas. Un ejemplo de ello es la utilización, con muchísimo acierto, del constante sentimiento de recelo que siente Leonard McCoy (Karl Urban) hacia Spock. Al igual que la amistad entre Kirk y el médico se mantiene firme, también sigue muy presente esa sensación de escepticismo hacia el vulcano de sangre fría. El aprovechamiento de este conflicto, como resorte humorístico, continúa siendo un elemento de acierto a nivel narrativo. Entre los nuevos personajes, destaca poderosamente la alienígena Jaylah, interpretada por la franco-argelina Sofia Boutella. Tiene entidad suficiente y una gran fiereza. Establece un contrapunto interesante y sería un error que no apareciera en el futuro.

Por otra parte, este nuevo tramo de la saga espacial más longeva de la historia, sigue siendo muy respetuosa hacia la herencia recibida y homenajea a sus mayores de forma honorable. No se puede dejar de lado que la división de las dos partes de la nave Enterprise rememora momentos cumbre vistos en la serie de ST: The Next Generation (1987-1994) y también en Star Trek: La Próxima Generación (Star Trek: Generations, 1994). En esta última ocasión, la sección del platillo también se estrellaba contra un planeta y el fin de sus operaciones significaba la puesta en marcha de un nuevo modelo de nave estelar que seguiría llevando el nombre de Enterprise en el fuselaje pero con una nueva letra. En dicha película, la Enterprise-D daría paso a la E en Star Trek: Primer Contacto (Star Trek. First Contact, 1996). En Beyond, seremos testigos del primer vuelo de la Enterprise-A.

En cuanto a los homenajes más personales, el trato que se confiere al Spock de Leonard Nimoy y la respetuosa forma como se explica su desaparición, honra a todos aquellos que han participado en la película. En referencia a Anton Yelchin, fallecido en un desgraciado accidente un mes antes del estreno de la película, JJ Abrams ha confirmado que no se le sustituirá y que siempre será el Pavel Chekov de esta nueva línea temporal. Star Trek Beyond está dedicada a ambos intérpretes.


Hay otro aspecto que es importante reflejar y que he empezado a citar al inicio. Los personajes van madurando y Kirk es el mayor ejemplo. Chris Pine ha sabido trasladar esa sensación progresiva y, en esta pelicula, es más que patente. Además de verle muy asentado, desprende una autoridad muy creible en el puente de mando y en la misión exterior. Ese jovenzuelo irreverente que se sentaba en el sillón de mando a la menor oportunidad, se ha convertido en un capitán sólido. Nunca pierde su pasión por la improvisación y la audacia no se reduce pero es capaz de afrontar las dificultades con más confianza e insuflarla, a su vez, al resto de la oficialidad. La evolución expresada a lo largo de tres películas suma otro acierto a la propuesta.

En el terreno no tan positivo hay que reconocer que la tensión dramática y los puntos de giro que propone la película no son tan trascendentes como los que vimos en las entregas anteriores. La intensidad dramática derivada de la primera misión y el enfrentamiento con un villano formidable como Khan Noonien Singh (Benedict Cumberbatch) no hallan equivalente en Star Trek Beyond. La sensación final es que hemos presenciado un acertado espectáculo que voluntariamente ha optado por una mayor ligereza en beneficio de un impacto superior en la taquilla veraniega. La amenaza que supone Krall es potente pero palidece ante las intenciones de Nero (Eric Bana) o Khan. Es cierto que se pretende que el bagaje anterior del villano pueda ser una advertencia para Kirk. La Federación y la Flota Estelar no han sido garantía de justicia y equidad para todos sus integrantes. No obstante, todo ello queda solapado por la exhibición visual y las más que logradas secuencias de combate.

De todas formas, la valoración final de la película debe comprender que una saga de este tipo siempre experimenta pequeñas convulsiones y presenta episodios de transición que sirven de puente a los personajes para que lleguen a situaciones más relevantes con más terreno recorrido. Beyond encaja precisamente en este punto de la línea temporal, donde el progreso dramático cede espacio temporalmente a aventuras más tangenciales. En cualquier caso, queda claro para cualquier observador que la franquicia está en buenas manos y que podemos esperar varios viajes más hacia lo desconocido.