7 de juliol del 2015

Spielberg on Spielberg: Amistad (1997)


"De verdad pensaba que podría soportar cualquier imagen que pusiese en la pantalla, incluso imágenes históricas, pero a veces resulta difícil mirarlas y especialmente cuando las interpretan en vivo delante de tí." 
Tal como hablamos en el anterior capítulo, DreamWorks iba a empezar su andadura presentándose en la comunidad de Hollywood como el primer nuevo estudio que aparecía en décadas. La filosofía no iba a ser competir directamente con las majors consolidadas sino presentar una nueva alternativa de producción y distribución que colaboraría con el resto de estudios de forma bastante asidua. Jeffrey Katzenberg se iba a encargar de la división de animación mientras que Spielberg era la garantía de estabilidad y calidad en los años venideros. La historia de DreamWorks es un relato de altos y bajos. Las películas de Spielberg han funcionado muy bien pero su labor no es suficiente para mantener todo un estudio. La división de animación tuvo una eclosión inicial pero después se estancó. Por consiguiente, a lo largo de los años, DreamWorks ha tenido que forjar joint ventures con Paramount y Reliance Entertainment. En 2009, firmó un acuerdo de co-distribución, no exclusivo, con Walt Disney Pictures a través del sello Touchstone.

La primera película que llevó el sello DreamWorks fue el thriller El Pacificador (The Peacemaker, 1997). La cinta fue dirigida por Mimi Leder y al frente del reparto estaban George Clooney y Nicole Kidman. Pero el lanzamiento definitivo del estudio se produciría con el primer proyecto de Spielberg para su nueva casa. Inicialmente, Salvar al Soldado Ryan (Saving Private Ryan) iba a ser el elegido pero, a lo largo de 1996, Spielberg realizó cambios en su agenda.

Mientras preparaba The Lost World, la actriz, coreógrafa y directora Debbie Allen visitó su oficina con un guión que llevaba tiempo intentando hacer realidad. Se trataba de una historia real: la rebelión acaecida en el barco esclavista español "La Amistad" durante el verano de 1839. Spielberg no conocía la historia y leyó el guión que venía firmado por David Franzoni, un escritor que había tenido trabajos ocasionales para el cine y que, al parecer, se había basado en relatos documentados previos para escribir el borrador.


El argumento y calado de la premisa interesó a Spielberg pero consideraba que el guión debía trabajarse más. Se comprometió con Debbie Allen para dirigir y producir el proyecto pero lo programó a largo plazo mientras encargaba la reescritura a Steven Zaillian.

No obstante, cuando se encontraba a punto de empezar el rodaje de The Lost World, le llegó el borrador de Zaillian. No esperaba que fuera tan rápido pero conociendo la brillantez que distinguía a su colaborador en La Lista de Schindler, tampoco se extrañó demasiado. Cuando lo leyó quedó entusiasmado con el resultado y decidió hacer cambios en su schedule. Finalizaría el rodaje de El Mundo Perdido en diciembre de 1996 y se mantendría en la post-producción durante pocas semanas porque estaba dispuesto a aprovechar parte de la primera mitad del año en la filmación de Amistad. Estaba previsto que el rodaje de Salvar al Soldado Ryan se desarrollara durante el verano de 1997 así que le quedaba un hueco que podía utilizar. Muy pocos directores tienen el poder y la influencia para realizar estos movimientos y poder rodar tres películas en poco más de un año. De alguna manera, tras el descanso que se había concedido, Spielberg estaba pletórico de energía y quería sentir, aunque fuera por poco tiempo, el ritmo de trabajo que caracterizaba al Hollywood clásico, donde los directores llegaban a rodar un promedio de dos y tres films por año.

Cuando el rodaje de The Lost World estaba ya muy avanzado y los decorados estaban totalmente construidos, encargó al responsable de los mismos, Rick Carter, que empezara a trabajar en el diseño de producción de Amistad. Paralelamente, dio instrucciones a su equipo de localizaciones para que buscaran enclaves donde rodar los exteriores. Pocos meses después, envió a otro equipo a Irlanda, Francia e Inglaterra para que localizaran exteriores de Salvar al Soldado Ryan mientras Tom Sanders (Braveheart) asumía el diseño de producción en el film bélico.


Amistad era un proyecto ilusionante que hablaba de derechos inalienables como la libertad y la justicia. Su fuerte contenido dramático devolvía a Spielberg al terreno de la máxima exigencia y eso es lo que más quería en ese momento de su carrera. En 1839, un grupo de nativos de la tribu mende en Sierra Leona, fueron apresados ilegalmente y vendidos como esclavos para las plantaciones del Caribe. Entre ellos se encontraba Sengbe Pieh, un hombre con fuertes convicciones que estaba punto de vivir un auténtico calvario. Junto a más de cien cautivos, vivieron hacinados en las bodegas del barco negrero portugués Tecora mientras cruzaban el Atlántico. Las pérdidas humanas en ese viaje fueron elevadísimas. Al llegar a la Cuba española fue vendido, junto a 48 personas más, a los mercaderes José Ruiz y Pedro Montez, de la goleta La Amistad. El 27 de junio zarparon de La Habana en dirección a otro puerto cubano en la provincia de Puerto Príncipe. Allí, venderían a los africanos como mano de obra para las plantaciones de azúcar que poblaban la isla.

Pero la noche del 2 de julio, Sengbe consiguió zafarse de los grilletes y encabezó una rebelión que consiguió tomar el control de la nave matando al capitán, Ramón Ferrer, y al cocinero de la goleta. Ruiz y Montez fueron hechos prisioneros y les ordenaron poner rumbo a Africa occidental. Pero los españoles aprovecharon sus conocimientos de navegación para engañar a Sengbe y a los suyos y dirigir la nave en dirección opuesta a la marcada, buscando que algún otro navío español les interceptase. Pero nada de eso ocurrió. La goleta fue dando tumbos hacia el norte durante dos meses y acabó llamando la atención de la guardia costera estadounidense en el litoral de Long Island.


Sengbe Pieh (1814-1879).

Ante la situación que presentaba el navío y las reclamaciones de los españoles, las autoridades estadounidenses condujeron a los africanos a una prisión de New London (Connecticut) donde, con el paso de los días, pudo llegar asistencia legal e intérpretes gracias a la intervención del empresario abolicionista Lewis Tappan. Cuando Sengbe (ahora conocido por el nombre de Joseph Cinqué) y sus compañeros pudieron explicar su historia, los cargos de motín y asesinato quedaron por debajo de una captura y extracción ilegal. La versión que defendían Ruiz y Montez, quienes sostenían que los nativos habían nacido esclavos y eran de su propiedad, se fue diluyendo en un país que contaba con tribunales independientes y que había abolido el tráfico de esclavos hacía más de treinta años. Tras demostrarse que se trataba de personas libres que no habían nacido en plantaciones, los tribunales ordinarios les absolvieron. El ideal de libertad y justicia se imponía a la reclamación de propiedad que reclamaban varias partes, entre ellas el mismísimo reino de España.

No obstante, la historia no acabó tan pronto. El Presidente de los Estados Unidos, Martin Van Buren, ante el temor de comprometer las relaciones internacionales y también debido a la presión de los estados del sur donde la esclavitud era una institución intocable, decidió amparar un recurso ante el Tribunal Supremo para que se volviera a juzgar el caso. Fue entonces cuando la defensa que hasta el momento había llevado el abogado Roger Baldwin, se vio reforzada con la entrada en escena del ex-Presidente y ahora congresista, John Quincy Adams. El veterano hombre de estado era hijo de uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, el Presidente John Adams, y llevaba tiempo distinguiéndose por su simpatía hacia la causa abolicionista. En su alegato ante los magistrados del Tribunal Supremo enarboló el derecho inalienable de libertad y recuperó las esencias consagradas en la Declaración de Independencia y la Constitución para reivindicar los derechos humanos básicos. Criticó contundentemente a la administración Van Buren por estar invadiendo el terreno del poder judicial tratando de lograr una sentencia que no soliviantara al Gobierno de España y aportó como prueba la correspondencia cruzada entre el Secretario de Estado, John Forsyth, y las autoridades de la corona española.

Martin Van Buren (1782-1862) fue Presidente de los Estados Unidos entre 1837 y 1841.

El contexto general era difícil. Aunque los Estados Unidos se habían fundado sobre los ideales de libertad y justicia, los estados del sur habían mantenido la esclavitud como institución, continuando con un legado que habían instaurado los colonizadores británicos, españoles y franceses en los siglos anteriores. La decisión sobre el caso de La Amistad podía encender los ánimos en la mitad del país y así se pronunciaron importantes figuras políticas del sur como el ex-vicepresidente John C. Calhoun. Sin embargo, empezaban a haber muchas voces en el norte que abogaban por romper esa tregua tácita. Debía abordarse un debate en profundidad sobre la indecencia que suponía la esclavitud. John Quincy Adams era una de esas voces respetadas y algunos incluso llegaban a decir que el temor a una posible guerra civil no podía seguir frenando la discusión.

El Tribunal Supremo se pronunció en la línea de las sentencias anteriores. Los amotinados de La Amistad fueron absueltos y pudieron regresar a su tierra. La película incide más de la cuenta en la repercusión interna que tuvo la decisión judicial. En realidad, la polémica se acabó pronto y pasaron veinte años más hasta que la llegada a la Presidencia de Abraham Lincoln supuso el punto de ruptura definitivo. Sin embargo, el caso de Cinqué y los suyos sí tuvo un efecto muy importante para la causa abolicionista en los Estados Unidos. El movimiento de liberación se hizo más fuerte y en los años siguientes se organizó mejor para denunciar las atrocidades que se seguían cometiendo en el sur. Solo les faltaba un líder político que, desde la Casa Blanca, luchara por ello con toda su fuerza. El momento llegó con las elecciones presidenciales de 1860.

John Quincy Adams (1767-1848) fue Presidente de los Estados Unidos entre 1825 y 1829.

Regresando al caso, Cinqué y el resto de africanos se embarcaron en 1842 con destino a Sierra Leona. Pero lo que allí encontraron fue un territorio sumido en la guerra civil. La esposa e hijos de Cinqué habían desaparecido. Probablemente habían corrido el mismo destino que él mismo unos años antes. Poco se sabe de él en los años posteriores, incluso algunas fuentes no suficientemente documentadas le vinculaban al tráfico de esclavos. Tras un paso por Jamaica regresó, ya anciano, a Sierra Leona donde falleció en 1879.

Esta potente historia de crueldad, injusticia y necedad conmovió a Steven Spielberg y le hizo pensar en el hiriente relato de la esclavitud en el continente americano. Decidido a afrontar el proyecto justo después de The Lost World, inició una pre-producción breve en la que se nutrió del trabajo exhaustivo que habían realizado Rick Carter en el diseño de producción y Ruth E. Carter en el vestuario, basándose en el asesoramiento histórico por parte de expertos.

Spielberg trabajó bastante más el apartado de casting. La responsable del área, Victoria Thomas, debía buscar a actores con raíces africanas para dar vida a los sublevados de La Amistad. Encontrar a un gran Cinqué era tarea difícil pero la responsable de casting impresionó a Spielberg con la propuesta de Djimon Hounsou. Nacido en Benín, emigró a Francia, junto a su hermano, cuando contaba trece años. Poco después, dejó la escuela y fue un sin techo durante algún tiempo. El encuentro fortuito con un fotógrafo cambió su vida ya que éste le propuso iniciar carrera como modelo y le introdujo en el mundo de la moda de París. Convertido ya en un hombre de éxito se trasladó a los Estados Unidos donde intervino en videoclips musicales y debutó como actor en películas de baja repercusión y en pequeños papeles en series de televisión. Tras disponer de un rol secundario en Stargate (1994), su perfil pasó a las bases de datos de las agencias de casting más influyentes.
"No podíamos hacer esta película sin un gran Cinqué. Debia ser alguien fuerte físicamente pero también disponer de una gran capacidad para expresar sentimientos dramáticos. Era un reto difícil pero cuando Victoria Thomas me presentó a Djimon quedé impresionado. Hicimos una prueba y ví en él la fuerza que necesitábamos y también la dignidad y la ira que debía mostrar. Su voz profunda impresionaba. Era un auténtico líder." 

Con Djimon Hounsou a bordo, Spielberg se dedicó a configurar un reparto principal que correspondiera a la épica del relato que estaba dispuesto a contar. El papel del abogado Roger Baldwin había sido rejuvenecido en el guión con respecto al personaje real. Y para darle vida, el director contrató al mejor intérprete de la nueva generación: Matthew McConaughey. Recién salido del set de Contact, el tejano se incorporó al plató de Amistad en lo que fue una buena época de papeles para él.

Spielberg quería contar con el gran Morgan Freeman en esta película. En principio iba a interpretar a James Covey, el intérprete de mende, pero acabaron viendo que sería mejor el del empresario abolicionista Theodore Joadson, un antiguo esclavo de Georgia que consiguió escapar al norte y, con el tiempo, había escalado posiciones socialmente hasta convertirse en un respetado hombre de negocios. Este papel fue creado expresamente para la película pues no existió en la realidad. En cuanto al personaje de Covey, Victoria Thomas también consiguió un auténtico hallazgo puesto que se fijó en el británico Chiwetel Ejiofor. El prometedor actor debutó en el cine con Amistad y posteriormente ha ido avanzando en su carrera hasta convetirse en un intérprete muy solicitado.


Para dar vida al ex-Presidente John Quincy Adams, Spielberg obtuvo el sí de uno de los mejores actores del panorama cinematográfico: Sir Anthony Hopkins. Poco después de haber interpretado a Richard Nixon se le presentaba la oportunidad de encarnar a otro Presidente aunque en esta ocasión mucho más desconocido para el gran público. Como no podía ser de otra forma, la interpretación de Hopkins resultó brillante. En la secuencia donde presenta el caso ante el Tribunal Supremo fue capaz de recordar las siete páginas de su texto sin necesitar corte alguno. Hizo las diferentes tomas de cámara a la primera. Spielberg quedó tan impresionado que no pudo llamarle Tony a partir de ese momento. Lo único que le salía era Sir Anthony.



En cuanto al presidente Martin Van Buren, Spielberg pudo contar con otro actor británico de postín: Nigel Hawthorne. Aunque su presencia en pantalla es limitada, resulta muy creible dando vida a un líder con pies de barro, permanentemente amenazado por la sombra de la secesión y la Guerra Civil. Aunque la película comete el error de mostrarlo haciendo campaña electoral a bordo de un tren, algo que en esa época aún no se realizaba, cumple en cuanto a la caracterización de la figura histórica y a sus juegos de equilibrios para contentar a los vecinos del sur. Unas maniobras que, dicho sea de paso, fueron habituales entre los Presidentes americanos hasta la ruptura que supuso Lincoln.

El guión incluía casi setenta personajes con diálogo. Ante esta enorme suma de intervenciones, el director necesitó un reparto amplio de grandes secundarios que mantuvieran el nivel interpretativo de los cabezas de cartel. Así encontramos a Stellan Skarsgard como Lewis Tappan, Jeremy Northam, David Paymer, Peter Firth, Allan Rich, Xander Berkeley, Austin Pendleton y Ralph Brown, entre otros. Además, Spielberg volvió a contar con dos actores que había tenido a sus órdenes en The Lost World: Pete Postlethwaite dio vida al Fiscal William Holabird y Arliss Howard interpretó a John C. Calhoun en una trascendental secuencia que muestra la debilidad de Van Buren ante la causa sureña.


En el bando español, la película cuenta con varios intérpretes latinoamericanos:  Pedro Armendáriz Jr. como el General Baldomero Espartero, Tomás Milián dando vida al Embajador Ángel Calderón de la Barca, Geno Silva como José Ruiz y John Ortiz en el papel de Pedro Montes. El español Imanol Arias debía ser quien interpretara al Embajador Calderón pero un retraso en la concesión del permiso de trabajo en Estados Unidos impidió su participación. El breve papel de la joven y caprichosa Reina Isabel II de España fue interpretado por la canadiense Anna Paquin, ganadora del Oscar por El Piano (The Piano, 1993).

La película empezó a rodarse el 18 de febrero de 1997. Las localizaciones exteriores corresponden a varios lugares de Nueva Inglaterra: el puerto de Mystic (Connecticut), Providence (Rhode Island) donde se rodaron los exteriores del supuesto Capitolio de Washington D.C., y Newport (R.I.) donde se construyó el exterior de la prisión y se utilizó la Colony House para las secuencias que transcurren en los tribunales ordinarios. El Parlamento de Massachusetts, en Boston, sirvió para ilustrar las secuencias que transcurren en el interior de la Cámara de Representantes, donde John Quincy Adams sigue practicando el juego de la alta política con un enfoque muy particular. Además, dos goletas fueron recreadas como La Amistad y se rodaron tomas con ellas en la costa de Connecticut y también en el litoral californiano, cerca de San Pedro, en Los Angeles. Los interiores se grabaron en los Sonalyst Studios de Waterford (Connecticut), en la Marble House de Newport (Rhode Island) y en los Universal Studios de Burbank donde se rodó la secuencia nocturna que da inicio al film y que nos muestra la rebelión a bordo de La Amistad. El tanque de agua de los estudios permitió realizar todos los efectos de lluvia necesarios sin las dificultades propias del mar. Esta fue una condición expresa de Steven Spielberg ya que no ha aceptado rodar secuencias técnicamente complejas, a mar abierto, desde la experiencia en Tiburón (Jaws, 1975).


Para reforzar el sentido histórico y trágico de la película, Spielberg y Janusz Kaminski decidieron inspirarse en las obras de Francisco de Goya para iluminar las secuencias interiores en los tribunales y la prisión. Así pues, vemos emisión de luz muy potente en segundo término que provoca un ambiente rugoso y lúgubre en los planos cortos, con poca variedad cromática.

A finales de abril, el equipo se trasladó a la antigua ciudadela de San Juan (Puerto Rico) para rodar las tomas en La Habana y las secuencias ambientadas en Sierra Leona y en la fortaleza esclavista de Lomboko. El 30 de abril, la filmación principal se dio por concluida.

Amistad es una película que genera sensaciones opuestas. Por un lado, está bellamente rodada y caracterizada. Dispone de buenas interpretaciones y recrea un hecho verídico combinando la elegancia en la puesta en escena con la necesaria contundencia gráfica para ilustrar la violencia y crueldad intrínseca al cautiverio y transporte de los africanos. Hay momentos, en el navío portugués Tecora, que destacan por la expresión macabra y realista de los hechos que acaecieron. Estamos ante una denuncia expresa de la tiranía inmisericorde que representaba la esclavitud. La película no anda escasa de contundencia en ningún momento. Además, explicar lo sucedido en un flashback, añade más dramatismo porque cuando Cinqué puede empezar a comunicarse con Baldwin, brotando el germen de la conciliación, la narración se sume en la oscuridad al representar los brutales hechos que padecieron los supervivientes de ese mortal viaje por el Atlántico.


Cinqué representa esos ideales de jusiticia y libertad que están implícitos en la base doctrinaria de los Estados Unidos. Pero la complejidad de las relaciones políticas y el difícil contexto histórico llega a poner en duda el principio básico más fundamental y la primera institución del Estado consigue reabrir un caso ya resuelto para contentar a las otras partes implicadas, tanto dentro como fuera del país. Por tanto, el film plantea las deficiencias de la Democracia como sistema político aunque la feliz resolución del caso deja también algo muy claro: en Estados Unidos, el poder judicial es completamente independiente y los intentos de influir, aunque vengan desde las más altas instancias, no logran nunca su objetivo. Sin embargo, en esa misma época, el Reino de España era un modelo de Estado caciquista, absolutista y caótico, con unos tribunales al servicio exclusivo del poder mientras se construía una sociedad desigual en que los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos eran pisoteados una y otra vez.

Sin embargo, dejando de lado el relato histórico que, como es habitual, siempre se concede algunas licencias artísticas, la película carece de la máxima trascendencia porque su narración es tan pulcra que se asemeja demasiado a un documental. El propio Spielberg se manifestó en este sentido:
"Creo que la exprimí demasiado y acabó pareciendo más bien una lección de historia."
Hay momentos que recuerdan demasiado a las versiones dramatizadas que realiza el Canal Historia. De alguna manera, Spielberg se centró en contar la trama pero olvidó darle algo más de contraste y visión personal. No obstante, creo que estamos ante una película muy notable dentro de su filmografía. En su momento, fue bastante incomprendida pero ha ganado adeptos con el tiempo.


No estoy de acuerdo con aquellos que hablan de dulcificación del argumento. Me parece que estamos ante todo lo contrario. La cinta es dura y contundente cuando debe serlo y los acontecimientos políticos no son inverosímiles porque ocurrieron de esta forma, con escasísimas variaciones. La película no puede explicar muchas otras vertientes del caso ni puede reproducir las intervenciones completas de los protagonsitas ante los tribunales por cuestiones de formato pero la esencia de lo sucedido está en la pantalla. Tampoco se puede hablar de final idílico porque, si bien los africanos consiguen la libertad y regresan a casa, se nos cuenta que lo que encontraron fue un país sumido en un conflicto bélico que había barrido a sus familias. Por consiguiente, es la tristeza la que llega al corazón del espectador en el mismísimo final.

Es cierto que la multitud de personajes hace perder entidad a algunos de ellos. Pero esta historia debía ser contada de forma épica y para ello se necesitaba un amplio reparto y múltiples escenarios que hicieran posible trasladar el significado del argumento al público. Hay emocionalidad porque así lo requiere el material. Hay exaltación del espíritu humano, por descontado. ¿Hay utilización de la película para transmitir propaganda política? Rotundamente no porque se trata de hechos históricos documentados, no hay invención. Debemos recuperar episodios históricos poco conocidos para ilustrar a las nuevas generaciones sobre los errores cometidos en el pasado. Amistad pone cara y nombres a personajes y situaciones que demasiadas veces han sido obviados por el cine. Estamos ante una crítica a las maneras de hacer política, a los juegos y subterfugios que han existido siempre entre dirigentes y burócratas. Por desgracia, todo ello nos distingue desde hace siglos y es un componente del cual no podremos escapar nunca porque forma parte de la naturaleza humana.


La partitura de John Williams volvió a ser el mejor acompañamiento para las imágenes. Se trata de una banda sonora en la que el maestro incluye ritmos tribales y étnicos que llegan al paroxismo con un tema de una belleza atronadora: Dry Your Tears, Afrika. Se trata de una pieza coral cuya letra, en lengua mende, procede de un poema escrito por el marfileño Bernard Binlin Dadié en 1967. El inicio íntimo va ganando fuerza a lo largo de la composición hasta llegar a una fusión perfecta entre música y voces. Una auténtica maravilla que podéis escuchar en esta interpretación en vivo a cargo de John Williams y The Los Angeles Philharmonic Orchestra en el concierto de 2012 en el Hollywood Bowl.

Estrenada el 10 de diciembre de 1997, Amistad demostró que no era un film de masas sino todo lo contrario. El público general no podía conectar con la propuesta. Esta era una de esas películas que Spielberg realizaba para satisfacer su inquietud interna. Se había ganado el derecho a hacerla y a compartirla con todo aquél que estuviera interesado. Sobre un presupuesto de 36 millones de dólares, Amistad recaudó 44. Obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar (incluida la de major actor de reparto para Anthony Hopkins) aunque no recibió ninguna estatuilla.

Sin embargo, la cinta sigue representando un paso importante de Spielberg dentro de una carrera diversa y multi-temática. Con su siguiente proyecto, volvería a ponerse a prueba en un terreno muy diferente.



Precedido por:

El Mundo Perdido. Jurassic Park (The Lost World: Jurassic Park, 1997)

Continúa en:

Salvar al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998)