Nos encontramos otra vez con el final de una larga y sorprendente temporada a manos de los creadores e intérpretes de la serie The Walking Dead. Una temporada que tanto ha gustado o ha decepcionado a sus seguidores por razones diversas.
Sin entrar en detalles sobre esto último, ya comentado ampliamente en anteriores artículos, voy a centrarme en la valoración de estos 8 últimos capítulos.
Como ya viene siendo habitual, tampoco puede ser de otra manera, los personajes creados por Robert Kirkman en el cómic de referencia del mismo título, han ido evolucionando para darse cuenta de que, una vez conseguido realizar el deseo de establecerse y dejar de ser nómadas en un escenario cada vez más inseguro, no acaban de integrarse en una comunidad con la facilidad que ellos creían.
Sus múltiples vivencias a lo largo de casi dos años de hecatombe zombie, algunas de ellas atroces y traumáticas, han convertido al grupo liderado por Rick Grimes (Andrew Lincoln) en personas nómadas que no saben cómo encajar en una forma de vida “normal”, como la que era la habitual antes de la epidemia.
¿Por qué les ha pasado esto? ¿Cómo puede ser que ese anhelo por volver a ser los de antes, después de tantos peligros y muertes de seres queridos, no dé el resultado que ellos esperaban?
La razón puede ser la evolución inevitable que desde un punto de vista psicológico tiene todo estrés postraumático. Este proceso, completamente mental, pasa factura a todos los niveles. Una persona no puede continuar como si nada hubiera pasado y pretender que, cuando uno lo decide, puede conseguir que todo vuelva a ser como antes. Esto no funciona así y Kirkman nos está dando pruebas de que conoce muy bien de qué trata este tipo de trastornos y el proceso mental que requiere.
El síndrome de estrés postraumático está clasificado dentro del grupo de los trastornos de ansiedad generalizada, caracterizados por el cambio integral de la persona a raíz de su exposición a un acontecimiento estresante, traumático de manera extrema y que puede, o no, incluir daño físico. Sea como sea, siempre supone una amenaza o catástrofe continua para la persona que lo padece.
Su desarrollo puede tener lugar poco después de la vivencia brutal a la que ha sido expuesto el individuo o empezar a manifestarse un tiempo después, justo cuando el individuo baja las defensas porque ya se cree a salvo. Es entonces cuando todo lo absorbido por el cuerpo, a través de sus sentidos, tiene que ser expulsado hacia fuera como manera de “auto limpieza” a la que se somete la propia psique de la persona.
Rick, Daryl, Carol, Michonne, Glenn, Maggie, Carl… todos ellos no son conscientes de que nunca más volverán a ser ellos mismos, de que todo ha cambiado para siempre. Lo que conocían, lo que les gustaba, lo que sabían que iba a suceder después de cada acción que emprendían, lo que podían planificar, lo que podían modificar según sus expectativas en la vida… nada de todo ello puede volver a sucederse de la misma manera. Porque el mundo en el que viven ahora ya no es el mundo en el que nacieron y esperaban morir.
Su llegada al refugio de Alexandría, como si se tratara del Paraíso Prometido, no puede ser más descorazonadora. La familiaridad con la que los reciben y aceptan, las mansiones que les ofrecen para que se establezcan, la tranquilidad y aparente seguridad que otorga el lugar… no son sino espejismos que, a cada capítulo, hemos ido viendo cómo han acabado por hacerles entender (muy a su pesar) que ellos ya no pueden vivir en una comunidad que no dependa de sus propias normas.
En Alexandría ocurre todo lo contrario: han llegado a convertir este refugio en una especie de tierra protegida en la que, de momento, han tenido la suerte de que nadie les haya atacado aún, vivos o muertos. Pero viven en una ilusión que tarde o temprano se romperá y de la que tampoco se han percatado. Incluso se niegan a pensarlo cuando el propio Rick les avisa de su falsa creencia de seguridad.
Veremos cómo se suceden los acontecimientos en la sexta temporada porque, siguiendo el hilo conductor de la trama original (el cómic), quedan muchas cosas por suceder que afectarán a todos sus integrantes por igual, tanto a la comunidad de la gobernadora Deanna Monroe (Tova Feldshuh) como a nuestros héroes del grupo de Rick.
Una parte del pequeño pueblo de Senoia (Georgia) se ha convertido en Alexandría para el rodaje de la serie. |
Las dos comunidades deberán aprender a respetarse y a convivir pero siempre bajo los deseos de Rick y de los suyos y esa va a ser tarea no siempre fácil. Veremos cómo adaptan del cómic, para los futuros capítulos, una serie de acontecimientos muy trascendentales para el desarrollo de la trama en general. Y también veremos, si respetan el formato papel, cómo desaparecerán dos de los integrantes de nuestro querido grupo de supervivientes, muy importantes para la supervivencia de todo el conjunto…
Quedan villanos por aparecer que provocarán muertes atroces (mucho peor incluso que el Gobernador), cambios muy drásticos en la forma de proceder de algunos de los protagonistas y hechos trascendentales y radicales que volverán a dar un giro de 180 grados a los acontecimientos.
Kirkman no permite que los seguidores se relajen porque esta historia es continua, trepidante y cambiante, tal como nos sucedería a nosotros si la viviéramos realmente. Nunca hay seguridad, nunca nada volverá a ser lo mismo que antes. Sólo falta por averiguar cuándo lo van a asimilar completamente los protagonistas de esta historia apocalíptica de la raza humana.
Alexandría ha llegado pero la Tierra Prometida aún está muy lejos de vislumbrarse siquiera. Rick, Daryl, Carol, Michonne, Glenn, Maggie y Carl lo saben. Nada es seguro. Hoy es hoy pero… ¿y mañana? Puede que no todos lleguen al mañana…
Como bonus track, los responsables y el reparto de la serie hablan sobre la próxima temporada aunque el secretismo del showrunner Scott Gimple se impone.
Como bonus track, los responsables y el reparto de la serie hablan sobre la próxima temporada aunque el secretismo del showrunner Scott Gimple se impone.