Verano en Nueva York. Una época de calor abrasador con temperaturas que oscilan los 35 grados centígrados. Empieza un día como cualquier otro. Los tenderos preparan el género, la gente inunda el metro y los autobuses para ir a trabajar y las calles se llenan de automóviles dando sentido estricto a la llamada jungla de asfalto. Pero no todo va como acostumbra. Una bomba estalla entorno a unos grandes almacenes de la Quinta Avenida causando el caos en una ciudad habituada a los sobresaltos pero no por ello más preparada para sobrellevarlos.
La unidad de crímenes mayores de la Policía de Nueva York se inunda de llamadas pero una en particular merecerá toda la atención del departamento. Una voz funesta reclama la autoría del atentado y desea hablar directamente con Walter Cobb, inspector jefe de la unidad. Se hace llamar Simon y propone un juego macabro del cual dependerá la perpetración de más atentados. Recogiendo la tradición del juego infantil anglosajón "Simon says", el maníaco narcisista reclama que entre en escena un hombre en particular. Se trata de John McClane, actualmente suspendido del cuerpo por conductas poco éticas y por saltarse repetidamente el reglamento. Pero "Simon dice" que sin él desatará el pánico en las calles. Desea jugar con él bajo el peso de la mayor de las amenazas. Sus motivaciones serán conocidas más adelante.
Cobb no tendrá más remedio que restituir a McClane. Pobre John, tú ya has tenido lo tuyo. Ahora no te dejan ya ni emborracharte libremente mientras ves tus dibujos animados preferidos. Sin familia y ahora también sin placa las cosas se ven diferentes pero tendrás que despertar porque sino vuelves a ser el héroe de Nakatomi la ciudad lo va a lamentar. Despierta John, despierta! Te espera un auténtico calvario y la primera parada es Harlem...
En 1995 se estrenó Jungla de Cristal: la Venganza (Die Hard: with a Vengeance), la segunda secuela de una película que en 1988 sacudió el género de acción para siempre de una forma magistral. John McTiernan regresó a la dirección con un guión de Jonathan Hensleigh que introducía cambios interesantes en la franquicia. La fórmula McClane contra terroristas derivaba hacia la buddy-movie con la inclusión de Zeus Carver, interpretado por Samuel L. Jackson. La acción se desarrollaba en diversas localizaciones de la hipercalurosa Gran Manzana en vez de la Navidad en lugares fijos. Y el villano, un extraordinario Jeremy Irons, dotaba al film de un halo de brillantez. Además, su conexión con el primer film condenaba al olvido a la secuela dirigida por Renny Harlin en 1990.
El éxito en taquilla de esta tercera entrega fue absoluto y es lamentable que las dos películas que la han seguido (especialmente la última) hayan herido de muerte a la franquicia.
Pero vayamos a lo que nos ocupa en concreto. La película se abre con el ajetreo de la gran ciudad. El movimiento de gran cantidad de personas y el ritmo frenético de Nueva York se aprecia inmediatamente. Pero esta secuencia que parece rememorar el inicio del clásico de Hitchcock, Con la Muerte en los Talones (North by Northwest, 1959), concluye de una forma bien diferente. Su final es literalmente explosivo, rompiendo el aparente orden que hemos presenciado al principio. En este objetivo de mostrar el ritmo frenético de la gran urbe justo antes de un estallido brutal colabora especialmente la canción elegida para acompañar la secuencia. Se trata de la emblemática "Summer in the City" en la versión original interpretada por The Lovin' Spoonful.
The Lovin' Spoonful fue una notable banda de rock nacida en los ambientes bohemios de Greenwich Village a mitad de los sesenta. En 1966, dos de sus miembros (John Sebastian y Steve Boone) compusieron "Summer in the City" tratando de expresar la vorágine implacable que siente todo aquél que vive en la gran urbe. La canción resultó ser un gran éxito y llegó al número uno del Billboard en agosto de 1966. El tema se incluyó en el álbum Hums of the Lovin' Spoonful.
Pues bien, esta frenética canción que, por momentos se asemeja a un trabalenguas, se encuadra perfectamente en el inicio de la película que hoy centra nuestra atención. Sin embargo, considerando la valía del tema yo me quedo con una de las múltiples versiones que se han grabado en años posteriores.
Joe Cocker realizó una espléndida versión en 1993 y su mayor temple, además de la inconfundible y desgarradora voz del intérprete británico, transforman un single bohemio de los 60 en una pieza rockera muy contundente, con toques de blues, que permanece más en la memoria del oyente. Pero todo ello es cuestión de gustos. A continuación, podéis escuchar ambas propuestas. En el apartado de comentarios la discusión puede empezar.