20 de juny del 2014

Tormenta de espadas y de emociones en Juego de Tronos


La cuarta temporada de Juego de Tronos nos ha vuelto a deparar grandes sensaciones y una sed insaciable de más historias. Nuevamente, David Benioff y DB Weiss consiguen algo tan difícil como captar la atención del público desde la complejidad argumental, el desarrollo de personajes, y la fantasía épica retratada gloriosamente. Sin duda, una tarea tan colosal y exigente podía haber fracasado completamente. Nunca antes en televisión se había realizado una adaptación de una obra literaria tan extensa, laberíntica y poliédrica como lo es la saga Canción de Hielo y Fuego, de George R.R. Martin.

Es cierto que se trata de una producción HBO y que los medios nunca han faltado en sus proyectos pero la tarea de llevar cada año, a la pequeña pantalla, diez capítulos de esta monumental odisea exige un despliegue de recursos que asombra incluso cuando, habiendo leído los libros, podemos comprobar que algunas batallas se cuentan en elipsis o se reducen determinadas escenas de masas. Digo lo de asombrar porque, por cada elipsis o contracción, aparece una nueva escena de conversación, de relación entre personajes, que vuelve a dejarte pegado a la pantalla.


Durante estos días se habla de la gran cantidad de dinero y riqueza que supone para la economía de Irlanda del Norte la realización de esta serie. En los estudios Paint Hall de Belfast nunca ha sido necesario tanto personal en todos los niveles de cualificación posibles. El capítulo que concluye la temporada fue visto por casi dos millones de espectadores más que la season finale del año pasado. La media de audiencia sigue subiendo y los episodios cinco, siete y ocho de esta temporada han registrado unos máximos que nunca se pensaron al iniciar la serie en 2011. Se trata de la serie más vista de la historia de la HBO tras haber superado a la mítica Los Soprano y ya nadie es capaz de pronosticar hasta donde llegará este proyecto cuando finalice su trayectoria dentro de unos años. Todos estos datos son más que relevantes y expresan la repercusión que está teniendo en todos los niveles de la escala de producción.


En multitud de blogs se han analizado pormenorizadamente sus tramas argumentales y el desarrollo de las mismas. Yo mismo lo hice durante la tercera temporada. Pero, en esta ocasión, he preferido realizar un artículo opuesto en el que expongo mis sensaciones generales sobre el conjunto de la season incorporando un apunte final.

Tras la tercera temporada que supuso un punto de inflexión en esta ficción serial al incorporar uno de los acontecimientos visualmente más potentes de la historia de la televisión, algunos temían una bajada en el interés este año. Por supuesto que la Boda Roja no tiene parangón con otros eventos surgidos de la prodigiosa imaginación de Martin pero los creadores han sabido diseminar otros hechos de gran relevancia e impacto a lo largo de esta campaña. 

La Boda Carmesí, el duelo entre Oberyn Martell y la "Montaña", y la batalla en el Muro son tres momentos rompedores y han sido muy bien aprovechados. Pero lo que ocurre entre ellos también tiene un valor impresionante. Porque los acontecimientos en que la acción se precipita deben ser preparados. Hay que dosificar la tensión narrativa para que el espectador comprenda los factores previos y sea capaz de vislumbrar la luz cuando se le requiere para un festín de crueldad, brutalidad, y barbarie. Sin esos componentes previos de situación y de profundización en los personajes, la acción posterior no tendría el impacto deseado.

Por todo ello defiendo que esta temporada ha mantenido un equilibrio entre desarrollo narrativo y momentos de impacto. Rechazo enérgicamente las acusaciones de parsimonia y lentitud y propugno todo lo contrario. Esta última temporada ha sido la más completa, equilibrada, fluida, y conmovedora de todas las que hemos visto hasta ahora. La fantasía épica se representa en imágenes de una forma que nunca habría podido soñar en televisión. Y este reconocimiento es genérico entre los analistas de ficción televisiva. 


Por tanto, hay que reconocerlo y admitir que Juego de Tronos apasiona y deleita por igual a un público que conecta con la dimensión y fuerza de un reparto maravilloso. Una audiencia que también disfruta cuando se le muestra una dosis de acción y violencia que conjuga plenamente la fórmula de más éxito en la televisión actual: impacto, desarrollo argumental, y ausencia de comicidad. Actualmente, son los espctadores los que marcan cuales son las ficciones canónicas. El permanente feedback que se establece entre productores/creadores y comunidad de fans ha provocado que hayan habido incluso cambios de planteamiento en los proyectos televisivos. Y los espectadores que buscan calidad, más allá del entretenimiento, desean, ante todo, contundencia en las ficciones. 

Ansían visualización con detalles, no quieren series controladas o maniqueas. Buscan complejidad y, desde luego, la están consiguiendo en lo que ya se ha denominado como la Tercerea Edad de Oro de la ficción televisiva. Las cadenas generalistas realizan buenos productos, algunos mejores que otros, y cubren un espectro amplio de población que desea, en su mayoría, argumentos más planos y procedimentales. Pero en las networks norteamericanas de cable o premium cable hallamos la vanguardia de las nuevas tendencias narrativas, la mayor experimentación y mutación de formatos, y las apuestas más arriesgadas y exigentes (ahí tenemos la apuesta por True Detective). Y es allí donde Juego de Tronos ocupa un puesto de privilegio año tras año.

Como consideración final querría referirme también a aquellos que han denunciado los cambios realizados en la adaptación de los sucesos de esta temporada. A ellos se les debería recordar, aunque pueda parecer demasiado obvio, que se trata de una "adaptación" de una saga literaria. El medio es completamente diferente y exige un planteamiento distinto en que personajes y situaciones cambian, se modifican, se comprimen o se desarrollan, conforme a un modo de expresión que dispone de un tiempo limitado. En este sentido, habría sido más cómodo para Benioff, Weiss, Bryan Cogman, y Vanessa Taylor, entre otros, optar por una traslación recortada de una colosal saga de miles de páginas. 


Pero no se han conformado con esto y han decidido crear una obra paralela que, siguiendo la trama general creada por George R.R. Martin, es capaz de ir más allá y generar una vida propia con acontecimientos nuevos, innovaciones y propuestas constantes que consiguen sorprender incluso al más avezado y erudito lector de las novelas.

Hace unos días coincidía con uno de esos lectores insaciables que ya conocían esta obra literaria a finales de los 90. Él me decía que seguía prefiriendo los libros por la mayor ramificación de tramas y conflictos. Pero también afirmaba lo siguiente: "La serie es buena porque traza su propio camino. A veces, toma mayor distancia del material literario y otras se acerca pero siempre mantiene su espíritu. Y a partir de ahí propone una historia adaptada al formato televisivo de la mejor forma posible."

Me quedo, pues, con este razonamiento y reivindico que el proyecto tiene una vitalidad forjada a partir del mismísimo Trono de Hierro. Jon, Daenerys, Tyrion, Arya, Davos, Sansa, Jaime, Bran, Cersei, Stannis, Margaery... hasta pronto!