Cuando pensamos en Doc Holliday siempre visualizamos su icónica imagen en el cine: la de un tahúr con suerte, desvergonzado pero con clase, amante de todos los vicios que el Oeste le pudiera ofrecer, y tuberculoso hasta la médula. Pero más allá de la imagen que el cine ha sabido explotar muy bien en las interpretaciones de Victor Mature, Kirk Douglas, Val Kilmer, y Dennis Quaid, se halla el hombre real. Una persona con una trayectoria que vale la pena repasar para poner en contraste la imagen histórica y la mediática. Porque, además de las características que nos son conocidas, existen otras vicisitudes que pueden iluminar más la figura de un personaje controvertido.
John Henry "Doc" Holliday nació el 14 de agosto de 1851 en Griffin (Georgia). Su familia era notablemente adinerada así que no le faltaron atenciones ni estudios. Su padre, Henry Burroughs Holliday, ejercía la abogacía y era muy respetado por la comunidad. Había luchado en la Guerra contra México (1846-1848) y sirvió también en el ejército Confederado durante la Guerra Civil. Pero este panorama favorable para el desarrollo personal no vino acompañado por el don de la salud en el joven John.
Nació con labio leporino y tuvo que ser operado por su propio tío, un prestigioso cirujano del estado, que recibió la ayuda de un médico famoso por esos lares que resultó ser el primo carnal de Doc: Crawford Long. Dicha operación no le dejó secuelas en el habla pero requirió de mucha rehabilitación. Otros reveses más importantes le esperaban en su camino.
En 1866, su madre murió de tuberculosis y su padre decidió volver a casarse con prontitud. Sin embargo, la desgracia volvió a golpear a la familia cuando su hermanastro Francisco (un joven que su padre había adoptado durante la guerra) también falleció a causa de la tuberculosis.
Tras completar sus estudios primarios obteniendo menciones en retórica, gramática, matemáticas, historia, y lenguas, Holliday se marchó a una de las grandes capitales del Este, Philadelphia, para estudiar odontología en el Pennsylvania College of Dental Surgery. Consiguió graduarse con honores solo dos años después de su ingreso, cuando aún no había cumplido los veintiuno. Poco tiempo después, Doc empezó a ejercer en Atlanta mientras vivía con la familia de su tío. Se le consideraba un profesional brillante (había ganado varias medallas que reconocían su brillantez en las prácticas realizadas durante sus estudios) y tenía prácticamente segura la posibilidad de trabajar en la consulta de un prestigioso dentista de Atlanta, Arthur C. Ford. Pero esos meses de alegría y satisfacción personal finalizaron con la noticia que recibió en diciembre de 1872: la tuberculosis.
John Holliday, tras graduarse como dentista en 1872. |
Al igual que su madre y su hermanastro, la fatal enfermedad volvía a cebarse con otro miembro de la familia. El éxito y el porvenir profesional que le esperaba se rompió súbitamente. Doc viviría a partir de aquel momento una existencia caracterizada por el sueño roto. Seguramente se contagió a través de su madre pero eso no podía saberse en aquella época puesto que no se descubrió que la enfermedad se transmitía hasta 1885. Lo peor fue que, con la enfermedad ya declarada, Holliday atendió a numerosos pacientes en los años venideros.
El pronóstico fue completamente desalentador puesto que le dieron escasos meses de vida. Recibió el consejo de que se trasladara a lugares más secos donde el progreso de la tuberculosis no sería tan rápido. Aquejado por una sintomatología cada vez más fuerte, Doc viajó al sudoeste y se instaló en Dallas donde abrió una consulta de dentista. Pero la vida tranquila que debía llevar se fue al traste porque, sintiéndose desahuciado por los médicos, decidió entregarse a una vida disoluta que en nada favorecía su estado físico. Carente de motivación para seguir viviendo según los cauces normales, decidió exprimir cada momento como si fuera el último y así fue como se sumergía cada noche en los tugurios más lúgubres de Dallas donde fumaba y bebía whisky como parte de su nuevo tratamiento.
Poco después de empezar su nueva vida de juerga constante se percató de que el juego podía ser una actividad muy lucrativa. Decidió dedicarse de lleno y convertirse en jugador profesional. Se le daba bien aunque sus oponentes no solían pensar lo mismo. En mayo de 1874 recibió su primera acusación formal: juego ilegal. En enero, fue arrestado tras vender un arma al gerente de un saloon, aunque resultó absuelto. La vorágine de acusaciones, producto de ese estilo de vida disipado, continuó cuando decidió trasladar su consulta a Denison, donde recibió nuevas acusaciones de juego ilegal. La cuantía de las multas que se le imponían empezó a ser demasiado notable por lo que decidió dejar Texas. Ahora era un nómada en procesión constante, un tahúr desencadenado que no paraba de meterse en peleas frecuentes. Creía que era mucho mejor ponerse en riesgo que esperar el día en que la tuberculosis cumpliera su misión. Su actitud suicida se iba agudizando cada vez más y el alcoholismo no hizo otra cosa que exasperar su carácter.
Su talento para el juego y las escaramuzas fue puesto en liza a lo largo de la ruta minera del Oeste porque allí el juego era legal y permitía el surgimiento de ídolos de barro que podían ser encumbrados y defenestrados de un día para otro. Durante el otoño de 1876, Holliday fue visto en Denver (Colorado), Cheyenne (Wyoming), y Deadwood (localidad de Dakota del Sur donde en agosto había muerto asesinado el legendario Wild Bill Hickok). Al año siguiente, decidió volver a Texas instalándose en Breckenridge donde tuvo un altercado que casi acaba con su vida al ser tiroteado por otro jugador que consideró que sus artes sobre la mesa no eran lícitas.
Wyatt Earp |
Recuperado de sus heridas, se trasladó a Fort Griffin donde una tarde, mientras jugaba al solitario en el local del ex-boxeador John Shanssey, conoció a un tal Wyatt Earp. Shanssey conocía a ambos y les presentó porque Earp iba tras la pista de Dave Rudabaugh, un atracador y jugador redomado, y Holliday podía saber su paradero. Earp no pudo cazar al forajido pero trabó una amistad que sería histórica.
También en esa época y, en la misma localidad, encontró a Mary Katherine Haroney, más conocida en las crónicas por el nombre de "Big Nose Kate". Kate era una bailarina de saloon y ocasional prostituta que también surcaba el Oeste en busca de fortuna. Ambos se enzarzaron en una relación intermitente y, en ocasiones nociva, que se perpetuó hasta el fin de sus días.
Cuando Wyatt regresó a Dodge City (Kansas), donde era ayudante del sheriff, Doc le acompañó. Ambos disfrutaron sacándole dinero a los cowboys y ganaderos que apostaban sus ahorros cada vez que acudían a la ciudad para divertirse.
En Dodge, las aventuras de estos dos compinches siguieron ofreciendo titulares para los periódicos. En septiembre de 1878, Earp se vio superado numéricamente pero el local en que se produjo el incidente era propiedad de Holliday y éste, sin pensárselo dos veces, saltó de la barra, pistola en mano, y se colocó en un ángulo desde el que controlaba los movimientos de esos hombres. Desde ese día, Earp siempre afirmó que continuaba con vida gracias a él. Los altercados continuaron aunque no todos ellos están documentados. También es cierto que Holliday solía pillar unas cogorzas que le impedían ser el tirador fuera de serie que hemos visto en las películas.
No obstante, en julio de 1879, Doc estaba sentado en un saloon de la pequeña Las Vegas de New Mexico. Un antiguo explorador militar llamado Mike Gordon empezó a vociferar desde la calle. Llamaba a una de las chicas de alterne del local. Cuando irrumpió en pleno ataque de cólera, Holliday le siguió. Gordon se percató de ello y se giró para dispararle pero falló el tiro. Doc no cometió el mismo error. En el juicio posterior fue absuelto al considerarse un homicidio justificado. No sería la última vez que se libraría de ser ahorcado.
En septiembre de 1880, Holliday decidió aceptar la propuesta de los hermanos Earp y se mudó al pueblo minero de Tombstone (Arizona). Ellos residían allí desde finales de 1879 y eran los responsables de la seguridad. Virgil, el hermano mayor, era oficialmente el marshal del condado y también ocupó, la mayor parte del tiempo, el puesto de town marshal en Tombstone. Wyatt y Morgan oficiaban de ayudantes. Los tres tenían participaciones en varias minas de plata a las que habían puesto los nombres de sus esposas. Pero el mayor problema de la zona era el gran número de cuatreros que robaban ganado en ambos lados de la frontera con Mexico. Los hurtos y atracos eran incesantes como resultado de la debilidad e inacción de las fuerzas de la ley en la región.
Tombstone, en 1880 |