Rick: "Se sentirán muy estúpidos cuando se den cuenta…"
Abraham: "¿cuenta de qué?"
Rick: "de que no saben con quién se han metido”.
Rick pronuncia estas contundentes palabras al final de la cuarta temporada,
dejando en el aire una continuación que promete muchas sorpresas.
En esta última tanda de episodios, nuestro
grupo más sufrido de la televisión llega a Terminus, un enclave que dicen los
que lo gestionan y anuncian a través de ondas cortas de radio que es seguro y
que todo el que llegue a él estará a salvo de la devastación exterior,
amparando y dando cobijo a todo aquel que lo necesite.
Pero, una vez se llega, vemos cómo el nombre
es más que significativo: Terminus o término de toda esperanza de solidaridad
entre humanos de distintos grupos. En este punto tan interesante nos han dejado
los creadores de la serie… ¿qué nos encontraremos en Terminus? Ya hemos visto
que están prisioneros en un vagón pero el por qué no se verá hasta la siguiente
temporada.
Debo admitir que cada vez soy más adicta a
esta serie, por no decir ya del cómic en el que se basa. Transmite situaciones
que ponen en duda lo que creemos de nosotros mismos y de nuestros vecinos. Y, cada vez más, muestra una radiografía más completa del instinto del ser humano y de sus
reacciones cuando se ve en un medio hostil.
Todos los personajes han evolucionado y, cada uno de ellos, nos transporta a una historia
diferente de superación personal que, unidas las de todos, nos da como
resultado una visión triste pero a la vez esperanzada sobre el destino que les
está reservado. Porque, no nos olvidemos, ningún personaje
es intocable…
Por fin se han vuelto a reunir la mayor
parte de los protagonistas después de caminos muy distintos que los han llevado
a confluir en Terminus, el falso Edén.
Impactante el capítulo en que Carol (Melissa McBride) se ve
obligada a matar a la pequeña Lizzie cuando ella y Tyreese descubren que ha
asesinado a su hermana pequeña, Mika, para hacer que se convierta, intentando
convencerles de que es natural dicho cambio y que también tiene pensado
hacérselo a Judith, la bebé de Rick a la que él y Carl creen muerta en el
asalto a la prisión a manos del Gobernador. No quieren matar niños pero Lizzie
tiene unos instintos psicópatas en su interior que esta hecatombe solo ha hecho que
surjan fuera antes de lo previsto y no pueden permitir que ponga en peligro a
nadie más. Fue un capítulo muy emotivo, hasta hermoso dentro de su tristeza.
Carol y Tyreese no solo lloran la muerte de Mika sino también la decisión que
toman al darse cuenta de que Lizzie jamás podrá estar con nadie más porque su
instinto asesino y hasta demencial pondrá en peligro a todo aquel que esté
cerca. “No puede Tyreese –dice Carol con lágrimas en los ojos-, no puede estar
con nadie más, tendrá que estar siempre sola”. Ahí es cuando, sin palabras,
llegan a la difícil resolución de tener que sacrificarla por el bien de los demás.
La escena en que Carol le pide a la niña que
mire las flores cuando se la lleva a un rincón del jardín de la casa que han
ocupado para dispararle sin que se dé cuenta, es desgarradora y muy delicada a
la vez. Solo se intuye su muerte al oir el disparo, nada más. Y las lágrimas en
los ojos de Carol son un bello reflejo de la coherencia que la ha dominado por
el bien de todos en vez del sentimentalismo que los hubiera sentenciado tarde o
temprano.
En cuanto a Maggie (Lauren Cohan) y Glenn (Steven Yeun), su tan ansiado
reencuentro es otro de los momentos más emotivos de esta cuarta temporada, cuando
se vuelven a encontrar dentro del túnel que los lleva a Terminus. Es de esos
momentos que, cuando los ves, te hacen poner hasta contento. Y que lo
aprovechen porque aquello de que “fueron felices y comieron perdices” no va a
ir con ellos en absoluto si hacemos caso del cómic… pero hasta ahí puedo
contar.
Daryl (Norman Reedus), Michonne (Danai Gurira), Tyreese (Chad Coleman), Beth (Emily Kinney), Sasha, Bob,
Tara… todos ellos, aun cuando algunos sean secundarios, hacen de sus historias
un elemento imprescindible para el desarrollo de todo el argumento. Han
evolucionado también y cada vez les estamos cogiendo mayor aprecio pero, como
Kirkman dijo y nunca me canso de repetirlo, nadie es intocable así que es más
que seguro que sintamos la muerte de más de uno de ellos. En un mundo real esto
sucedería sin duda. ¿Son crueles sus creadores al hacernos encariñar con ellos?
No, más bien listos, muy listos. Porque cuanto más identificados estemos con
ellos más tiempo seguiremos las aventuras de los “Walking Dead”.
Muchas historias ya van encontrando
respuesta al final de esta tanda de episodios: qué le pasó al hijo de Michonne y
por qué llevaba a modo de amuleto a su novio y a su hermano una vez
convertidos; qué sucedió realmente en la huida de la prisión después del
ataque; por qué algunos murieron y otros llegaron a escapar; por qué se
disgregaron los supervivientes; por qué todos buscan Terminus y siguen la vía
del tren…
Poco a poco, los guionistas van desgranando
con pequeñas pinceladas muchas respuestas que el espectador necesitaba saber para
hacer de lo que veía una historia creíble. Pero aún quedan otras muchas que se
irán desarrollando próximamente. En el cómic, salvando las diferencias, más o
menos los hechos también se van desarrollando de esta manera casi siempre: con
pequeños flashbacks vamos conociendo, a través de sus páginas, qué sucedió con
algunos de ellos en situaciones anteriores que los han llevado al punto en que
los encontramos ahora.
Como el flashback de Hershel (Scott Wilson) a través de los
recuerdos de Rick en el último episodio. Hershel ha sido uno de los personajes
más queridos de la serie y fue una tremenda pérdida para el grupo ya que
representaba la madurez, la experiencia como anciano en cuanto a moralidad y
valores, el raciocinio y la honestidad. Qué nostalgia al verle otra vez después
del capítulo en que muere degollado a manos del terrible Gobernador (David Morrissey). Su cabeza
transformada, tal como vimos al inicio de esta temporada, fue otro de los
momentos más álgidos. Sus palabras en un momento en que todo parecía iniciar un camino de normalidad y transición civilizada en la prisión, suponen un efecto dramático de gran calado cuando comprobamos que todo ello se ha desvanecido ante la crueldad que imperará para siempre en este mundo post-apocalíptico.
Por cierto, ¿dónde está Beth? Su rapto no está tan claro como Daryl cree… ignoro qué será de ella ya que, estos
dos últimos personajes, no existen en el cómic.
Otros tres nuevos se han sumado con mucha
fuerza: Abraham Ford (Michael Cudlitz), Rosita Espinosa (Christian Serratos), y el científico Eugene Porter (Josh McDermitt), que dice saber qué ha
ocasionado la plaga. Por consiguiente, debe ir a un enclave científico-militar en Washington DC, que se supone que sigue en activo, para decirles qué virus ha creado a los
zombies y así poder combatir la epidemia. Con ellos sí se ha llevado a cabo una
copia exacta de sus personajes en el cómic. Atención a Eugene… en futuros
episodios será crucial.
Pero, como siempre me gusta hacer, vayamos a
dos aspectos que difieren y mucho del cómic y analicemos para bien o para
mal. El primero es que la historia de Terminus no existe en absoluto. Pero,
intuyendo y relacionando lo que he leído con lo que he visto en este último
episodio, supongo que el grupo humano caníbal que sale en el cómic se ha
sustituido por el de Terminus en la serie… ya veremos. De hecho, los
acontecimientos que nos hacen ver qué cómics son en los que se han basado para
hacer esta cuarta temporada sitúan a nuestro grupo en Washington DC y, en la
serie, aún están por llegar así que esta temporada ha sido la adaptación
más libre hecha hasta el momento del cómic por parte de sus guionistas;
esperemos que no se pierdan en el camino…
Y el último, y como una crítica a la censura
norteamericana otra vez, debo quejarme sobre la adaptación de la muerte de
Lizzie a manos de Carol. Como he explicado unas líneas arriba, y siempre y
cuando no se haya leído el libro, el episodio es magistral y perfecto se mire
por donde se mire (¿a quién no le ha impactado ver jugando al pilla-pilla a la
niña con una muerta como si fuera su mejor amiga?). Pero, al haberlo leído, una
vez más reivindico el lanzarse al ruedo y mostrar el lado más oscuro de todos
los personajes, incluidos los niños. ¿Es que si pasara una cosa similar los
niños seguirían siendo inocentes? Rotundamente, no. Y en el cómic es el propio
Carl quien ajusticia al niño que ha matado a su hermano como si de dos grupos y
sus leyes se tratara: el de los niños y el de los adultos. Impacta muchísimo
ver con qué crudeza es reflejada la acción que toma Carl (no olvidemos que,
en el cómic, es mucho más pequeño que en la serie, a duras penas llega a los 10
años) al ser los adultos incapaces de tomar tal decisión al
tratarse de un menor. Él es el único que ve claramente que, con ese niño entre ellos,
todos irán muriendo antes o después y hace prevalecer la seguridad del grupo
antes que sus principios sobre no querer matar (y menos, a un niño). Es un
fragmento del cómic aterrador, descorazonador, pero son estos momentos tan
crueles los que creo que generan unos seguidores tan fieles que ya se suman por
millones. Es un cómic adulto para adultos y la serie muchas veces no lo acaba
de reflejar. Creo que es un error que deberían corregir sus guionistas si
desean que sus lectores también se vean identificados con la serie igual que lo están con el cómic.
¿Qué pasará en la siguiente temporada? Si
siguen como en este último, y espero que sí, algún personaje importante probará
aquello de que nadie es intocable para su creador, Robert Kirkman.
¿Quién será? Vayan apostando señores…