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6 d’abril del 2014

Capitán América: El Soldado de Invierno


Dos años después de vencer a Loki y a sus hordas en Nueva York junto al resto de Vengadores, Steve Rogers (Chris Evans), el mejor soldado de la historia, se ha convertido en un líder operativo de SHIELD. En Washington DC continúa su adaptación a una sociedad que él ayudó a perpetuar en su momento. Pero corren tiempos difíciles y las amenazas cósmicas han dejado paso a una serie de peligros internos que disparan todas las alarmas de seguridad. La intervención preventiva se está implantando en las decisiones estratégicas de SHIELD y en el desarrollo de su poder armamentístico. La incipiente doctrina despierta el recelo de Rogers y así lo manifiesta ante Nick Furia (Samuel L. Jackson).


Pero esta política intervencionista y autoritaria, que entra en contradicción con todo lo que el Capi representa, es la antesala al surgimiento de viejos enemigos del pasado que Steve conoce bien. En la lucha que se librará, serán más importantes que nunca los valores de justicia y libertad. Y el Capitán América se encargará de defenderlos y fomentarlos allá donde se encuentre.

Con Capitán América: el Soldado de Invierno, Marvel Studios logra regresar a la esfera de calidad que tanto pareció peligrar tras el estreno de Iron Man 3. La fase II se asienta ahora sobre las mejores bases y la hoja de ruta hacia Los Vengadores: la Era de Ultrón es apasionante. Gracias a un film que transcurre en buena parte dentro de los cánones del thriller político, los hermanos Joe y Anthony Russo han creado un espectáculo de primer nivel que combina hábilmente intriga, desarrollo de personajes, y grandes dosis de acción siempre integrada en la trama argumental.


Me gustaría destacar también que las notas de humor presentes en la película son las mejores y más ajustadas de la historia de Marvel Studios. No solo divierten al público en su justa medida sino que complementan el desarrollo narrativo sin saturar. La inclusión de nuevos personajes resulta también un acierto total y el ritmo de la película no decae en ningún momento.

A partir de este momento necesito comentar más profundamente algunos aspectos de la película y sólo puedo hacerlo incorporando numerosos SPOILERS. Por consiguiente, informo a todos los lectores que se abstengan de seguir leyendo si no han visto aún la cinta. Los SPOILERS empiezan en 3, 2, 1...




El universo cinematográfico de Marvel ha recibido un fuerte empujón con el guión escrito por Christopher Markus y Stephen McFeely. Responsables de la primera entrega de Capitán América, han colaborado también en el de Thor: el Mundo Oscuro. Y ahora culminan su apuesta con un script que es una antología de referencias al material original de los cómics y a su vez una aportación fresca al cine de superhéroes. La combinación es francamente buena y se nota que ambos poseen una gran conocimiento acerca de la larguísima trayectoria del Capi en las viñetas, cosa que se traduce en un respeto total a las bases fundacionales del personaje. Aquí no hay salidas de tono ni ridiculeces que destripan la herencia de los personajes. Todo lo contrario, Markus y McFeely se aprovechan del inmenso bagaje de los mismos para situarlos en un escenario de rotunda actualidad. Veremos como todos ellos responderán ante la situación de conflicto y se reflejará quienes han sido antes y lo que son capaces de llevar a cabo cuando tanto se les necesita.

Atreverse a crear un argumento en que el giro principal de la trama se produce al descubrir que HYDRA ha seguido existiendo como una célula durmiente dentro de la propia estructura de SHIELD, es algo que podría fracasar de no trabajarlo bien. Los guionistas han ido más allá de lo que en los cómics se había, en alguna ocasión, esbozado. SHIELD había caído en las viñetas y Nick Furia había pasado a ser un rogue agent pero la conspiración interna, labrada durante muchas décadas, que se acaba convirtiendo en un auténtico golpe de estado, refleja una audacia que se sale de las tablas. Y la forma como guionistas y directores la han mostrado en pantalla demuestra el acierto de dicha iniciativa. Han logrado colocar al Capitán y a sus aliados en el marco de un enfrentamiento que cambiará completamente el estado de situación en el futuro. Y ese es un camino por el que será interesante seguir transitando.


Descubrir como la conciencia de Arnim Zola (Toby Jones) se había transferido a una instalación tecnológica en red no es solo una magnífica adaptación de la trayectoria del personaje en el cómic, sino el acicate para descubrir que su inmoral pero brillante intelecto había conseguido desarrollar un algoritmo capaz de detectar a enemigos potenciales que pusieran en peligro el resurgimiento de HYDRA como nuevo dominador del escenario mundial. La expansión de la organización criminal se asemeja a un virus con múltiples infiltraciones en las esferas de poder: desde el secretario general de SHIELD, Alexander Pierce (Robert Redford), hasta el senador Stern (al que conocimos en Iron Man 2), o el hasta ahora entregado y fiel agente Jasper Sitwell. Todo el engranaje encaja y las décadas de espera han llegado a su fin con la construcción de tres poderosos helitransportes que serán capaces de hacer posible el golpe de timón que complete los planes de la organización.


Además del acierto en la premisa principal de conflicto, la película también funciona bien en el desarrollo del personaje del Capi. Durante la primera parte, asistimos a una solapada radiografía del Steve Rogers de la actualidad. Le vemos completando su adaptación y manifestando que no encuentra ese espíritu de nobleza y dedicación en sus compañeros del presente. Claramente demuestra que el cambio temporal no ha sido un simple despertar y que quizá nunca llegue a comprender del todo a sus colegas y a su país. Su breve conversación con Peggy Carter (Hayley Atwell), enferma debido a su extrema vejez, logra describir más a Rogers que si los creadores hubieran dedicado una hora a explicar sus hazañas. Chris Evans se siente ya tan integrado al personaje que es el perfecto canalizador de un mito.


Conocer a Sam Wilson, ex-soldado paracaidista que se dedica ahora a ayudar a otros veteranos en su esfuerzo por dejar atrás los traumas y reinsentarse en la sociedad, le recordará a Rogers el espíritu de altruismo y la voluntad de servicio que tanto distinguió a la gente de su generación. Será el candidato perfecto para ocupar el puesto del gran amigo al que perdió setenta años atrás.

Pero no solo asistimos al buen desarrollo del protagonista sino que los otros personajes nos dejan tambén grandes momentos. El carisma de Samuel L. Jackson en el papel de Nick Furia es de sobras conocido aunque en esta ocasión se le pide que rivalice con un grande como Robert Redford, quien en su papel de Alexander Pierce aporta prestigio y una solvencia incuestionable. Es bueno seguirle viendo en el cine como actor y además aportando nuevas facetas a su prolífica carrera. 


Scarlett Johansson sigue cumpliendo como Natasha Romanoff y explota más su faceta como espía. Destacaría el momento en que habla acerca de su experiencia previa con el Soldado de Invierno. Y en cuanto a Bucky Barnes (Sebastian Stan) decir que su caracterización, reminiscente de las últimas entregas del personaje en la viñeta, es un acierto total. Su presentación en la película, derribando el SUV de Furia resulta impresionante como lo es también toda la secuencia previa en que el director de SHIELD elude a los operativos de HYDRA. La acción cuerpo a cuerpo en la película, a la vieja usanza, es otro de los grandes aciertos de la puesta en escena. 

La reflexión también está presente y los guionistas han hecho buen uso de algunas de las polémicas recientes en el devenir de la seguridad en Estados Unidos. El plan de HYDRA y la utilización que hace de la tecnología para marcar a sus objetivos, no es sino la traslación extrema de lo que hemos vivido en cuanto a los casos de espionaje cibernético realizados por la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense. En virtud de la seguridad, se han implementado muchos procedimientos que, en ocasiones, atentan contra la libertad individual de las personas y su derecho a la intimidad. En el mundo real existen muchos mecanismos para controlar y derogar, en caso necesario, esos procedimientos. Pero es interesante resaltar que, en la ficción, muchos de estos planes pueden desarrollarse hasta más allá de lo posible. Hay que remarcarlo porque nos hacen pensar acerca de los peligros que las nuevas tecnologías pueden entrañar si caen en malas manos. ¿Quién decía que el cine comercial de masas no podía ser reivindicativo? 

La ruta hacia la nueva entrega de Los Vengadores está bien definida y el producto previo que se entrega a Joss Whedon es prometedor a más no poder. El propio Whedon ha dirigido la secuencia que tiene lugar a mitad de los créditos finales. En ella, el Barón Wolfgang Von Strucker (Thomas Kretschmann) promete seguir con su labor conspirativa a pesar de la caída de HYDRA y cuenta con dos gemelos que han sobrevivido a sus múltiples experimentaciones. La primera aparición de Wanda (Elizabeth Olsen) y Pietro Maximoff (Aaron Taylor-Johnson) no defrauda a nadie y ojalá pudiéramos seguir con sus aventuras de forma inmediata. Habrá que tener paciencia hasta el año próximo.



El fin de SHIELD y la reconstrucción de los servicios de inteligencia norteamericanos permite crear una oportunidad para recolocar a Los Vengadores en una nueva situación. Todo hace pensar que, a partir de ahora, el gran benefactor e impulsor del grupo será Tony Stark. Teniendo en la Torre Stark de Nueva York el cuartel general, es de esperar que el supergrupo se asemeje más a los cómics donde la entidad no tiene vínculos directos con SHIELD y opera en base asamblearia, respetando las decisiones de sus miembros que, por otro lado, realizan idas y venidas configurando alineaciones muy diversas.

Ultrón, un magnífico villano, se encargará de volver a movilizarlos pero, de momento, deleitémonos con las múltiples referencias al Universo Marvel presentes en Capitán América: el Soldado de Invierno. Y ese Stephen Strange que cita el agente Sitwell... ya podemos concluir que definitivamente le veremos en la fase III. 

El epitafio que consta en la falsa tumba de Nick Furia reza: "El camino del hombre recto..."
Solo en un film que funciona eficientemente y que crea el entorno adecuado, cabe una broma interna de estas características sin que resulte risible. Y así es como, por una vez, hasta Nick Furia puede mezclarse con Jules Winnfield.