En 2007, Tracy Letts (Tulsa, 1965) estrenó la obra, August: Osage County, en Chicago. Poco después llegaría a Broadway superando las 600 representaciones en dos años de recorrido por los escenarios neoyorkinos. Convertida en un fenómeno de la nueva dramaturgia americana, August sigue representándose en giras constantes por el país y también ha llegado a Europa donde su triunfo y aceptación, por parte del público, ha sido igual de contundente.
Con esta maravillosa composición, Tracy Letts obtuvo el Pulitzer y también el Tony. Es la pieza cumbre de una incipiente carrera en que el autor mezcla experiencias de juventud en su Oklahoma natal y lo combina con influencias de grandes autores de la escena (Tennessee Williams y Eugene O’Neill) y de la literatura norteamericana del siglo XX (William Faulkner y Jim Thompson).
En August, Letts explora las disfuncionalidades y tensiones que se desatan cuando una familia de la América profunda se reencuentra en el hogar ancestral de Oklahoma tras la misteriosa desaparición del patriarca. En el contexto de un caluroso verano que parece contribuir a la alteración emocional de los personajes, Violet Weston aprovechará para sacar a la luz rencillas del pasado protagonizando un enfrentamiento épico con su primogénita, Barbara. La intuición de la madre, unida a su carencia total de discreción provocada también por los efectos de su adicción a los narcóticos, nos depara un auténtico vendaval de emociones que es capaz de sacudir, con fuerza, la conciencia del espectador.
La adaptación cinematográfica era una apuesta segura en los círculos de Hollywood. Aunque finalmente quien apostó por la adquisición de los derechos fue la compañía de los hermanos Weinstein, asociados con Jean Doumanian (ex-productor de los films de Woody Allen), y Grant Heslov & George Clooney (socios creativos en Smokehouse Pictures y ganadores del Oscar por Argo).
En esta adaptación encontramos lo que esperábamos y deseábamos: una traslación ejemplar de un entorno geográfico regado por unas interpretaciones principales maravillosas. Este texto no permite otra cosa aunque el cine aporta, como elemento positivo, la brillante puesta en escena en localizaciones exteriores de Oklahoma.
Meryl Streep como Violet y Julia Roberts en el papel de su hija primogénita, Barbara, están excelsas y capitalizan, con sus intervenciones, un film de claro contenido dramático que deja, sin embargo, varios momentos de comedia negra hilarante que han sido brillantemente expuestos en el film. El director, John Wells (Urgencias, El Ala Oeste, The Company Men), abre el ángulo de su visión para dar plena confianza a los actores y así puedan expresarse con mayor libertad. La película trata temas de profunda emocionalidad en el seno de una familia. Y para que pueda haber la confianza para sacar todo este torbellino interno, debe haber pocas imposiciones del realizador. Wells acompaña la acción y trata de no estorbar demasiado. En este proyecto no puedes dejar huella, tienes que depositarlo todo en el trabajo actoral. El mayor ejemplo de ello es como rueda la secuencia clímax de la película, con los cortes de cámara mínimos, y dando primeros planos constantes a los actores mientras intercambian sus potentes opiniones. Este clímax del film llega a ser hilarante a pesar de la fuerte connotación dramática que lleva consigo. Un mérito más para el brillante texto del dramaturgo Tracy Letts.
Violet y Barbara son personajes antagónicos, representan las dos fuerzas de la naturaleza en la familia. Pero son más iguales de lo que creen. Barbara es víctima de un infeliz matrimonio y, cuando asume el control de la familia, descubre que puede llegar a mimetizarse con su madre de una forma impresionante. Escapar de ese relevo natural será la mayor lección de vida que podrá obtener. Ese principio fundamental del texto se eleva a la quintaesencia cuando quien lo representa es una actriz de la valía de Julia Roberts.
Obviamente, todos aquellos que hemos visto la obra teatral -en mi caso presencié el montaje en el TNC con la gran Anna Lizaran, acompañada por Emma Vilarasau- salimos de la proyección con una sensación de haber visto una película que capta toda la esencia del texto pero que, por motivos de duración, ha tenido que explicar los hechos de una forma mucho más condensada. Letts, responsable también de la adaptación, ha tenido que cortar numerosas situaciones que ahondaban aún más en las motivaciones e intenciones de los personajes. Al salir del teatro, tenías la sensación de haber visto el retrato completo de una familia. En el film solo podemos ver un atisbo de ese retrato.
Pero no había otra opción, un texto de casi cuatro horas es inadaptable para la gran pantalla. Yo aplaudo el resultado final de la película aunque es evidente que puede echarse en falta un mayor desarrollo de personajes entre el reparto de apoyo que, por cierto, es sensacional. Destacaría especialmente a Chris Cooper, Benedict Cumberbatch (clava la actitud y maneras del timorato Charles jr.), Julianne Nicholson (en un registro bien diferente del que muestra en Boardwalk Empire), y Sam Shepard, cuya breve intervención no es óbice para que su prestancia demuestre que es uno de los mejores actores de su generación.Sus palabras, al inicio de la película, citando a T.S. Eliot y reconociendo el vacío existencial que sufre la América profunda en la época moderna, son una nota de calidad absolutamente maravillosa.
August: Osage County, un viaje a un momento decisivo en la vida de una familia disociativa, que ejemplifica la diáspora de población siempre presente en el interior de los Estados Unidos. Volver a las llanuras, a esos paisajes desolados de gran inmensidad, es un placer para los sentidos hasta que una familia se reúne. La lucha que los colonos tuvieron que librar frente a la naturaleza y las tribus indígenas se traslada ahora al espacio interior de un hogar familiar.
La adaptación cinematográfica era una apuesta segura en los círculos de Hollywood. Aunque finalmente quien apostó por la adquisición de los derechos fue la compañía de los hermanos Weinstein, asociados con Jean Doumanian (ex-productor de los films de Woody Allen), y Grant Heslov & George Clooney (socios creativos en Smokehouse Pictures y ganadores del Oscar por Argo).
En esta adaptación encontramos lo que esperábamos y deseábamos: una traslación ejemplar de un entorno geográfico regado por unas interpretaciones principales maravillosas. Este texto no permite otra cosa aunque el cine aporta, como elemento positivo, la brillante puesta en escena en localizaciones exteriores de Oklahoma.
Meryl Streep como Violet y Julia Roberts en el papel de su hija primogénita, Barbara, están excelsas y capitalizan, con sus intervenciones, un film de claro contenido dramático que deja, sin embargo, varios momentos de comedia negra hilarante que han sido brillantemente expuestos en el film. El director, John Wells (Urgencias, El Ala Oeste, The Company Men), abre el ángulo de su visión para dar plena confianza a los actores y así puedan expresarse con mayor libertad. La película trata temas de profunda emocionalidad en el seno de una familia. Y para que pueda haber la confianza para sacar todo este torbellino interno, debe haber pocas imposiciones del realizador. Wells acompaña la acción y trata de no estorbar demasiado. En este proyecto no puedes dejar huella, tienes que depositarlo todo en el trabajo actoral. El mayor ejemplo de ello es como rueda la secuencia clímax de la película, con los cortes de cámara mínimos, y dando primeros planos constantes a los actores mientras intercambian sus potentes opiniones. Este clímax del film llega a ser hilarante a pesar de la fuerte connotación dramática que lleva consigo. Un mérito más para el brillante texto del dramaturgo Tracy Letts.
Violet y Barbara son personajes antagónicos, representan las dos fuerzas de la naturaleza en la familia. Pero son más iguales de lo que creen. Barbara es víctima de un infeliz matrimonio y, cuando asume el control de la familia, descubre que puede llegar a mimetizarse con su madre de una forma impresionante. Escapar de ese relevo natural será la mayor lección de vida que podrá obtener. Ese principio fundamental del texto se eleva a la quintaesencia cuando quien lo representa es una actriz de la valía de Julia Roberts.
Obviamente, todos aquellos que hemos visto la obra teatral -en mi caso presencié el montaje en el TNC con la gran Anna Lizaran, acompañada por Emma Vilarasau- salimos de la proyección con una sensación de haber visto una película que capta toda la esencia del texto pero que, por motivos de duración, ha tenido que explicar los hechos de una forma mucho más condensada. Letts, responsable también de la adaptación, ha tenido que cortar numerosas situaciones que ahondaban aún más en las motivaciones e intenciones de los personajes. Al salir del teatro, tenías la sensación de haber visto el retrato completo de una familia. En el film solo podemos ver un atisbo de ese retrato.
Pero no había otra opción, un texto de casi cuatro horas es inadaptable para la gran pantalla. Yo aplaudo el resultado final de la película aunque es evidente que puede echarse en falta un mayor desarrollo de personajes entre el reparto de apoyo que, por cierto, es sensacional. Destacaría especialmente a Chris Cooper, Benedict Cumberbatch (clava la actitud y maneras del timorato Charles jr.), Julianne Nicholson (en un registro bien diferente del que muestra en Boardwalk Empire), y Sam Shepard, cuya breve intervención no es óbice para que su prestancia demuestre que es uno de los mejores actores de su generación.Sus palabras, al inicio de la película, citando a T.S. Eliot y reconociendo el vacío existencial que sufre la América profunda en la época moderna, son una nota de calidad absolutamente maravillosa.
August: Osage County, un viaje a un momento decisivo en la vida de una familia disociativa, que ejemplifica la diáspora de población siempre presente en el interior de los Estados Unidos. Volver a las llanuras, a esos paisajes desolados de gran inmensidad, es un placer para los sentidos hasta que una familia se reúne. La lucha que los colonos tuvieron que librar frente a la naturaleza y las tribus indígenas se traslada ahora al espacio interior de un hogar familiar.