Florencia, una de las más importantes capitales culturales del mundo. Cuna de genios literarios y artísticos. Universalmente conocida porque, dentro de sus muros, eclosionó, con toda su magnificencia, la suprema belleza del Renacimiento.
Una ciudad impregnada por el legado de maestros como Dante Alighieri, Giovanni Bocaccio, Cimabue, Giotto di Bondone, Lorenzo Ghiberti, Filippo Brunelleschi, Donatello, Leonardo da Vinci, y el inconmensurable Michelangelo Buonarroti. Pasear por su centro histórico supone un enamoramiento constante puesto que resulta inevitable verse imbuido por su vasta cultura.
La Florencia, expandida por el mecenazgo de los Medici, se ha convertido en un destino imprescindible para los amantes de las artes y la UNESCO reconoció su enorme contribución al declarar el centro histórico como patrimonio de la humanidad en 1982. Los turistas inundan sus calles y sus plazas pero uno nunca se siente agobiado por ello porque la ciudad sigue inspirando calma y reflexión. Y siempre te sorprende con algún rincón mágico desde el que puedes disfrutar de su encantador ambiente.
No es de extrañar que la ciudad pudiera convertirse en el destino ideal para el doctor Hannibal Lecter. Diez años después de la masacre en Memphis y su posterior fuga, ha recalado en el lugar que tanto contemplaba a través de los dibujos que él mismo realizaba en la celda de Baltimore. Amante del buen gusto y de la elegancia en todas sus formas, Lecter halla en Florencia la respuesta a su incesante inquietud cultural.
Habiendo sido incluso desplazado de la lista de los más buscados por el FBI, el que ahora vive bajo la falsa identidad del doctor Fell, disfruta de una existencia plácida que se ve complementada por su voluntad de convertirse en el conservador titular de la Biblioteca Capponi, tras la misteriosa desaparición de su predecesor.
Los acontecimientos están a punto de dar un giro completo aunque el buen doctor siempre dispondrá de recursos para seguir adelante. En su interior el fuego se mantiene vivo y la vida tranquila también empieza hastiarle. Desea salir de su letargo, volver a la acción, y pronto una influyente víctima suya se encargará de hacerle saltar al escenario en que tan bien se desenvuelve.
En mayo de 2000, el equipo de rodaje de Hannibal, la esperada secuela de El Silencio de los Corderos (The Silence of the Lambs, 1991), se desplazó a la ciudad toscana para rodar las escenas de la parte central del film. Ridley Scott quedó obnubilado por la magnificencia de los escenarios y sacó gran partido de ellos convirtiendo el segmento florentino en el más interesante y brillante de la película.
En la Piazza della Signoria, inusitadamente vacía, el comisario Rinaldo Pazzi (Giancarlo Giannini) pierde algo de tiempo fumando para llegar al final de una reunión que se está celebrando en el Salone dei Cinquecento del Palazzo Vecchio. En dicho encuentro, los responsables culturales de la ciudad debaten sobre la conveniencia de ofrecer el puesto definitivo de conservador de la Biblioteca Capponi al doctor Fell, un extranjero que no hace mucho tiempo que ha llegado a la ciudad. En su camino hacia el palacio, Pazzi camina cerca de la imponente Loggia dei Lanzi pasando también por el lujoso vestíbulo hasta llegar al salón.
Posteriormente, vemos como el doctor Lecter (Anthony Hopkins) escribe una emotiva carta a Clarice Starling tras descubrir que ha caído en desgracia dentro del FBI y que la búsqueda se ha reactivado. Dejará la carta en un buzón situado al final del paseo de los Uffizi, permitiendo ver desde allí el torreón del Palazzo Vecchio.
El Palazzo y la Biblioteca Capponi, donde vive y trabaja Hannibal en el film, está en realidad al otro lado del rio Arno (en el Oltrarno). Pero, como bien sabemos, el cine reubica las localizaciones en función de los permisos obtenidos y la facilidad para rodar. En este caso, cuando Pazzi se dirige a la Biblioteca para recoger las pertenencias del signore di Bonaventura, el antiguo conservador, vemos claramente como sube las escaleras del Spedale degli Innocenti, un antiguo orfanato que está considerado como el primer trabajo renacentista de Filippo Brunelleschi.
Decidido a cobrar la poderosa recompensa que ofrece el millonario Mason Verger (Gary Oldman) por la captura de Hannibal, el commendatore Pazzi compra un brazalete plateado en uno de los lugares más característicos de la ciudad, el Ponte Vecchio. Ante el busto del famoso orfebre florentino, Benvenuto Cellini, parece reflexionar acerca de su arriesgado plan. El Ponte Vecchio volverá a aparecer, más adelante, cuando el comisario se reúne con los hombres de Verger en la ribera del Arno.
Allegra (Francesca Neri), la esposa de Pazzi, es una gran aficionada a la ópera y ambos acudirán a un evento en el claustro mayor de la Basílica de la Santa Croce. Hans Zimmer y Patrick Cassidy musicaron un soneto de Dante Alighieri, llamado la "Vita Nuova", para ilustrar la escena operística. Una partitura que volverá a escucharse en momentos posteriores de la cinta. En dicha escena, la orquesta se situó en el corredor de columnas de la cara norte mientras que el escenario fue colocado justo delante de la Cappella de Pazzi, obra también de Brunelleschi. Los Pazzi son muy importantes en la historia de Florencia...
El día en que el buen doctor ofrecerá una conferencia para conseguir el puesto definitivo de conservador, Pazzi tiene previsto capturarle junto a los hombres que ha enviado Mason Verger. La charla versa sobre la relación que se establece entre Dante y uno de los personajes históricos que él menciona en la Divina Comedia: Pietro della Vigna. Tras el estruendoso éxito que consigue Lecter con su exposición, Pazzi pone en marcha el dispositivo ignorando que Hannibal ya tiene sus propios planes.
La conferencia tiene lugar en el interior del Palazzo Vecchio y las tomas nocturnas de la plaza y alrededores muestran la gran belleza del enclave. En el Salón dei Cinquecento, uno de los esbirros sardos que tratan de capturar a Lecter tiene un desagradable encuentro con él. Pero antes, el caníbal ha dado buena cuenta del commendatore al lanzarlo desde el balcón principal del Palazzo para que quede ahorcado y con los intestinos desparramados por el suelo. Este momento culminante que finaliza con un irónico saludo de Hannibal a la cámara de seguridad, se complementa con las primeras palabras que intercambia con Clarice Starling (Julianne Moore) en diez años. Pronto volverá a Estados Unidos con una doble misión pero eso será otra historia...