En Star Trek: Into Darkness, el
cuartel general de la Flota Estelar tiene una relevancia importante en una
serie de escenas. Algunos exteriores de
las mismas fueron recreados en el Getty Center,
un imponente complejo ubicado en las montañas de Santa Mónica, dentro del distrito de Brentwood, en Los Angeles.
Un ejemplo evidente de cómo los efectos digitales, agregados en post-producción, pueden cambiar el entorno y apariencia de cualquier localización.
A casi 300 metros de altura, dispone de una de las vistas panorámicas más
extraordinarias de la región puesto, que en un día de gran claridad, no sólo es
posible ver toda el área de Los Angeles
y el Océano sino también las montañas de San
Gabriel y San Bernardino, al
Este.
El complejo del Getty Center es
un centro cultural que completa la obra social del billonario empresario
petrolero, John Paul Getty
(1892-1976). Habiendo acumulado tal cantidad de obras artísticas, que excedían
la primera ubicación del museo que ahora es conocido como Getty Villa (en Pacific
Palisades), la Junta que administra el legado del patriarca decidió
adquirir nuevos terrenos que ampliaran la difusión de conocimientos además de
albergar, de una forma más excelsa, el fondo cultural.
Así fue como, en 1983, se anunció la
compra de un terreno de 45 hectáreas en las montañas de Santa Mónica, sobre la interestatal I-405. Un año después, el
arquitecto Richard Meier fue
contratado para desarrollar el proyecto que inició su construcción en 1989. El presupuesto
final fue de 1,3 billones de
dólares.
El Getty Center fue finalmente
inaugurado el 16 de diciembre de 1997 habiéndose convertido en uno de los
lugares más emblemáticos de Los Angeles
desde entonces. En su interior, acoge el Getty
Research Institute, el Getty
Conservation Institute y la Fundación.
También se ubican las oficinas administrativas de la Junta rectora del
patrimonio Getty.
Pero, obviamente, la punta de lanza del complejo es la división del J. Paul Getty Museum dedicado al arte
contemporáneo. Espacios diáfanos, de grandes dimensiones, donde las obras de
arte brillan con muchísima fuerza, especialmente Les Iris de Vincent
Van Gogh.
Los jardines, diseñados por Robert Irwin,
completan un espacio singular y de gran belleza, rodeado por la naturaleza,
pero perfectamente integrado en el paisaje. Un remanso de paz desde el que
divisamos el ajetreo de la gran urbe.
Completo el artículo con una serie de instantáneas tomadas durante la visita
que realicé el año pasado. Gracias a mis amigos Néstor y Yalta por
llevarme a conocer un lugar tan fantástico.