Concluye una fantástica tercera temporada de Juego de Tronos. Y lo hace apostando, una vez más, por un escenario anticlimático después del fuerte impacto que supuso la “Boda Roja” en el capítulo previo. Pero eso no quiere decir que este final de temporada sea desalentador sino todo lo contrario. Al igual que ocurrió el año pasado, los guionistas utilizan el capítulo final como espacio para cerrar tramas y presentar nuevos argumentos mientras empiezan a preparar a los personajes para las nuevas situaciones que deberán afrontar a partir de ahora. Volvemos a las localizaciones múltiples y presenciamos momentos sublimes de interacción entre personajes. El episodio se convierte en un vendaval de emociones que se consume con una rapidez inusitada y nos deja con muchas ganas de más.
En Desembarco del
Rey, las noticias de la macabra caída de los Stark en “Los Gemelos” son
recibidas con un júbilo mordaz por parte de Joffrey, cuya ignorancia supina y
arrogancia detestable no le permite ver que es una simple figura decorativa en
un escenario que le supera. El plan de Tywin Lannister ha sido un éxito y
nombrar a Walder Frey como señor de Aguasdulces y a Roose Bolton como Guardián
del Norte, le ha permitido contar con su inestimable colaboración en la cruel
destrucción del enemigo que más le atormentaba en Poniente.
Cuando la suprema imprudencia del niñato Joffrey se materializa en burdas palabras durante la sesión del Consejo, resulta encomiable la reacción de Tywin (y ya van… muchas). Su forma de deshacerse de la impertinente presencia del niño Rey es una nueva lección de experiencia y distinción. Tywin es astuto, hábil, majestuoso, y sus miradas pueden intimidar más que una espada bien afilada. Cuando se queda a solas con Tyrion, vuelve a dejarle sin palabras en una discusión en la que vuelven a salir a la palestra temas controvertidos: deber y supervivencia de un linaje, honorabilidad manchada de sangre, matar para minimizar daños, asesinar para seguir gobernando. Cuando Tyrion le recrimina que todas las grandes decisiones que ha tomado para proteger a la familia sólo son el reflejo de su ambición y deseo personal, Tywin responde:
Cuando la suprema imprudencia del niñato Joffrey se materializa en burdas palabras durante la sesión del Consejo, resulta encomiable la reacción de Tywin (y ya van… muchas). Su forma de deshacerse de la impertinente presencia del niño Rey es una nueva lección de experiencia y distinción. Tywin es astuto, hábil, majestuoso, y sus miradas pueden intimidar más que una espada bien afilada. Cuando se queda a solas con Tyrion, vuelve a dejarle sin palabras en una discusión en la que vuelven a salir a la palestra temas controvertidos: deber y supervivencia de un linaje, honorabilidad manchada de sangre, matar para minimizar daños, asesinar para seguir gobernando. Cuando Tyrion le recrimina que todas las grandes decisiones que ha tomado para proteger a la familia sólo son el reflejo de su ambición y deseo personal, Tywin responde:
TYRION
When have you ever
done something that wasn't in your interest but solely for the benefit of the
family?
TYWIN
The day that you were born.
I wanted to carry you into the sea and let the waves wash you away. Instead, I
let you live. And I brought you up as my son. Because
you're a Lannister.
Cersei demuestra
que su actitud cruel y despótica responde, en parte, a la desgracia que siempre
la ha acompañado. Reconocer que sin sus hijos ya habría puesto fin a su vida es
otro instante culminante del capítulo. La vuelta de Jaime y la reacción de
Cersei no puede ser valorada de igual forma ya que los guionistas cortan la
escena muy abruptamente. ¿Se habrán contagiado de la villanía de Walder Frey?.
Al inicio de la
temporada, asistimos a conversaciones entre los mismos miembros de la familia
Lannister pero ahora, tras todo lo acontecido, la amargura está haciendo mella.
Ese lamento de Tyrion en el que se pregunta “¿cuándo
terminará todo esto?” es un ejemplo de la desesperación que empieza a
cundir ante un conflicto donde los enemigos caen pero otros nuevos ocupan su
lugar.
El sufrimiento de Arya, en su travesía por Poniente, adquiere un nuevo nivel cuando contempla horrorizada el cuerpo decapitado de su hermano Robb, al que han añadido la cabeza de su lobo huargo, Viento Gris. El ejecutor de esta humillación recibirá su ira mientras ella y el “Perro” cabalgan hacia otras tierras. Observando la moneda que Jaqen H’Ghar le entregó tiempo atrás, la niña pronuncia las palabras “Valar Morghulis”. Más pronto que tarde tendrá la oportunidad de usar este recurso para continuar con su huida.
En el Fuerte de la
Noche, uno de los castillos abandonados en el Muro, Bran se encontrará con Sam
y Gilly. Las advertencias del joven Tarly no causan dudas en Bran puesto que su
voluntad de adentrarse en las inhóspitas tierras de “más allá del muro” es
firme. El vidriagón que Sam rescató del Puño de los Primeros Hombres podrá
servirle al joven Stark en esta complicada ruta hacia lo desconocido.
Ygritte alcanza a
Jon Snow en su huida y, devorada por la decepción, asesta varias flechas en el
cuerpo del bastardo que, aún así, consigue por fin llegar al Castillo Negro
donde las advertencias de Sam sobre la amenaza que piensa desatar Mance Rayder,
provocan la reacción inmediata del Maestre Aemon Targaryen. Todos los cuervos
disponibles son enviados a los reinos de Poniente con mensajes que imploran
ayuda. Pero sólo uno de ellos llegará a ser tomado en consideración gracias a Davos
Seaworth quien, como Mano del Rey Stannis, utilizará dicha carta para persuadir
a su señor.
Stannis es un rey
debilitado por su irracional confianza en la arcana magia de la sacerdotisa
roja. Habiendo convivido con el fracaso durante toda su vida, ve en las
profecías de Melisandre una motivación para seguir adelante y coronarse como el
soberano de Poniente, un puesto que él cree que merece más que nadie. Davos
sigue siendo el hombre que le mantiene cuerdo ante tantos fuegos de artificio y,
tras liberar a Gendry, es capaz de jugar muy bien sus bazas. La propia
Melisandre comprende que la predicción, realizada tiempo atrás, sobre una gran
batalla en el hielo que encumbraría a Stannis, se puede cumplir ahora. Sin
duda, se hallan ante una oportunidad única para resarcirse del fracaso
cosechado en la batalla del Aguasnegras.
El torturador que
ha convertido a Theon Greyjoy en una ruina humana resulta ser Ramsay Snow, el
bastardo de Roose Bolton. Su crueldad, forjada tras una infancia de penumbra y
restricciones, sólo ha empezado a vislumbrarse y Theon ha sido el primer receptor
de la misma. Pero su intento de desarticular la oposición de los Greyjoy no
surge efecto porque la hermana de Theon, Yara, moviliza a la flota para zarpar
al rescate del que ahora recibe el nombre de “Hediondo”.
Y en Yunkai,
Daenerys es aclamada y venerada por la población liberada gracias a su llegada.
La turba le llama “Mhysa”, una palabra ghiscari que significa “madre”. Cada vez
son más los hijos que rodean a la “madre de dragones” en su recorrido por
Oriente. Pero una nueva ciudad se divisa al horizonte, Meereen, y quizá allí la
joven deberá afrontar retos inesperados y lidiar con problemas dentro de sus
propias filas.