Stephen King es un enamorado del cine. El prolífico escritor de Maine reconoce que el séptimo arte siempre ha sido el motor de la puesta en escena de sus novelas. Suele afirmar que no escribe sus relatos con las películas en mente sino que están reflejadas en su mirada sobre la creación de argumentos y situaciones.
Por todo ello, su trabajo siempre ha seducido a productores y directores que han visto en sus textos una faceta visual muy fácilmente adaptable. Hasta ahora, ha vendido derechos para la realización de más de treinta films, de los cuales él mismo reconoce que han surgido ocho buenas películas. Aunque no siempre los resultados han sido los esperados, King nunca ha desistido en su idea de ceder derechos puesto que considera imprescindible retribuir al cine por tantas vivencias apasionantes que le ha ido aportando a lo largo de su vida.
Desde 1977, ofrece a los jóvenes estudiantes de cine la posibilidad de adaptar cualquiera de sus relatos breves para convertirlos en cortometrajes. Se asegura una cláusula en el contrato por la que siempre deberá dar su aprobación ante un posible estreno comercial además de ser el primero en poder ver el corto una vez rodado. Por esta posibilidad, el escritor vende los derechos a cambio de un dólar simbólico. King lleva escuchando los reproches de sus contables desde hace más de treinta años por no aprovechar los relatos cortos para seguir ampliando ganancias pero, tal como citaba anteriormente, el autor se siente honrado de poder hacerlo por el amor que siente hacia el medio cinematográfico.
No siempre la calidad de los cortometrajes ha sido relevante pero, en ocasiones, ha surgido alguien que parecía tener un talento innato para el oficio. Ese fue el caso de Frank Darabont quien, con veinte años, adaptó el relato "The Woman in the Room", publicado en el recopilatorio Night Shift (1978). King quedó encantado con la propuesta de guión aunque prefirió no ver el film ya que el argumento brotó de la enorme tristeza sufrida tras la reciente muerte de su madre a una edad prematura. Tratándose de una historia emocionalmente tan próxima, el escritor decidió olvidarse del tema.
El paso del tiempo suele ser un bálsamo en estas cuestiones tan profundas y así fue como, cinco años después, Frank Darabont decidió enviarle una copia de "The Woman in the Room". El escritor quedó impresionado y abrumado por el resultado y considera este cortometraje como una de las mejores adaptaciones literarias de la historia. "Woman" fue aclamado allí donde se proyectó y Darabont consiguió varios premios que constataron la calidad del material. Había conseguido llamar la atención del genio de Maine y, en los años sucesivos, mantuvieron correspondencia regular.
Darabont había escrito varios guiones para el cine, dentro del género fantástico, pero seguía con la idea de dirigir un proyecto ambicioso en el que pudiera ser el responsable máximo del producto final. En 1987, volvió a contactar con King para solicitarle los derechos de adaptación de otro relato corto, publicado en el recopilatorio "Different Seasons". La pieza que le interesaba llevaba por titulo "Rita Hayworth and The Shawshank Redemption" y era una narración carcelaria que tenía elementos reminiscentes de los clásicos de Warner Brothers protagonizados por James Cagney.
King nunca pensó que dicha historia pudiera ser de interés para el cine pero tenía confianza en Darabont, tras lo acontecido con "Woman", y quería ver como se las apañaría para adaptar un texto humanista e íntimo, con más reflexión que acción. Le preocupaba también que la película resultante fuera demasiado introspectiva y, por tanto, no conectara con el público. Pero cedió los derechos consciente de que, en ocasiones, este tipo de argumentos poco convencionales acaban siendo grandes sorpresas. Confió en ello y se desentendió del desarrollo.
Darabont tardó largo tiempo en reunir lo necesario para poner en marcha la producción e incluso tuvo tiempo para debutar como director en el telefilm Enterrado Vivo (Buried Alive, 1990). King creyó que la producción no habría progresado porque quizá no se habían obtenido los fondos necesarios y llegó a pensar que el proyecto estaría ya archivado. Pero, en 1992, recibió una copia del guión.
Stephen King y Frank Darabont en 2007, durante la premiere de "The Mist".
El paquete parecía muy consistente y el escritor pensó que un material tan extenso podría incluso superar el montaje largo de Novecento, el clásico de Bernardo Bertolucci. Pero acabó dejando los reparos aparte y se puso a leerlo. Quedó atraído, de forma magnética, desde la primera página y le pareció un libreto de una calidad abrumadora. Renovó la cesión de derechos y le comunicó a Darabont que contaba con su "bendición". Aunque, en privado, seguía siendo escéptico por el futuro éxito comercial del film ya que se trataba de un argumento muy diferente al tipo de cine que se estaba desarrollando en aquel momento.
Pero Darabont encontró a Castle Rock Entertainment, un estudio que apostó decididamente por la película y que tenía el apoyo de Warner Brothers. Además, uno de sus socios fundadores era Rob Reiner, quien ya había adaptado dos novelas de King (Stand by Me y Misery). En Castle Rock, estaban dispuestos a conceder una total libertad creativa para que el director pudiera desarrollar su visión tal como había sido concebida.
Finalmente, The Shawshank Redemption obtuvo un éxito rotundo y fue nominada para siete premios Oscar en 1995. El triunfo de la película volvió a demostrar que el talento puede brillar incluso en las circunstancias más adversas. Todo pareció encajar perfectamente: guión, dirección, interpretaciones, diseño de producción, y también el metraje que, aún siendo largo, nunca vence ni distrae la atención del espectador.
El éxito de Shawshank es la historia de un sueño hecho realidad, del triunfo del arte sobre la banalidad. Y también de la consagración de un cineasta enormemente creativo quien, tras haber picado mucha piedra, pudo por fin obtener el reconocimiento a su inmenso talento. Tendremos oportunidad de seguir reflexionando sobre esta obra maestra en próximos artículos.