Jugar con el destino, fantasear sobre cómo podría ser tu vida en el futuro, tomar decisiones que abran caminos alternativos.... son temas recurrentes que interesan sobremanera al ser humano desde tiempos inmemoriales. El cine ha supuesto una gran válvula de escape que ha permitido manifestar estas ideas y pensamientos como no se podría haber imaginado en siglos anteriores. El género de la ciencia ficción se ha nutrido con ello y, tanto adaptando clásicos literarios como creando nuevos argumentos, ha sido capaz de volver una y otra vez a la expresión de estas paradojas temporales desde todos los puntos de vista imaginables aunque.... un momento... de cuando en cuando, aparece una nueva visión que es capaz de sobresalir y diferenciarse ofreciendo una propuesta nueva y original en base a esta premisa.
Este es el caso de Rian Johnson y su más reciente creación: Looper. Recogiendo elementos muy diversos a la hora de hallar inspiración, Johnson es capaz de crear un libreto que rompe estereotipos y supone un soplo de aire fresco en el panorama del cine fantástico actual. Con un balance ejemplar entre trama argumental y acción, Looper sobrepasa las expectativas previas con una propuesta arriesgada y rompedora en el que el peso de los personajes es la pieza clave.
Este interés tan claro en los personajes es uno de los grandes valores de la película y el éxito de Rian Johnson ha sido el de escribir un guión que no se diluye en efectismos visuales una vez planteada la trama. El film continúa golpeando al espectador desde la fuerza de los personajes y cada uno de ellos, con mayor o menor presencia, tiene entereza y motivaciones claras.
Además, el director demuestra también una inusitada capacidad para la creación de escenas y saca partido de las localizaciones exteriores haciendo que el film se impregne de las mismas en una constante dualidad campo-ciudad, caracterizando espléndidamente ambos ambientes y dándoles un contraste ejemplar. El propio cineasta afirma que se ha inspirado en clásicos del western para las secuencias que tienen lugar en la campiña. Yo añadiría que también veo reminiscencias de las películas emblemáticas de Martin Ritt en los 50 y 60 e incluso de los clásicos de Terrence Malick, "Malas Tierras" (1973) y "Días del Cielo" (1978).
El siempre espléndido diseñador de producción, Ed Verreaux (colaborador habitual de Robert Zemeckis), consigue una caracterización espléndida de los espacios interiores y también se adecúa a la necesidad de Rian Johnson de acentuar el contraste entre los dos tipos de localizaciones encontrando en el estado de Louisiana la mejor opción para ello.
Ambientada en una ciudad del medio oeste como Kansas City en 2044, la película nos muestra también una aproximación social hacia lo que sería un escenario de mayor pobreza, en el que la desigualdad se ha hecho mucho más evidente y los vagabundos se extienden por todas partes ante la cada vez mayor indiferencia de los pocos que mantienen ciertos privilegios. La sensación de opresión e insensibilidad se transforma en la calma aparente que domina a la periferia rural. Aparente porque estamos en una sociedad insegura, donde la amenaza es constante. Y como si se tratara de una previa a Mad Max, hay que tener el fusil al lado de la cama por si en algún momento se presentan visitantes no deseados. Por tanto, nos encontramos ante un escenario apacible pero agreste y no hay lugar más indicado para desarrollar algunas de las secuencias más impactantes de la película, aquellas que más nos pueden recordar a los duelos clásicos en el western.
Sumar influencias para después trazar tu propio camino es algo que honra a Rian Johnson en la creación de Looper. Un camino en el que le acompaña un magnífico reparto de actores encabezado por su gran amigo Joseph Gordon-Levitt (sin duda alguna, uno de los actores del momento) en una interpretación a la altura de la incipiente carrera que le contempla. Es el auténtico catalizador de la película y su personalidad caprichosa, superficial, e indolente contrasta con la que él mismo tendrá treinta años después, personificada en un Bruce Willis que echa mano de su gran carisma para dar una presencia única a sus escenas destacando en el "cara a cara" con su versión joven. Son dos facetas de una misma personalidad, dos individuos conectados a todos los niveles y que nunca deberían coincidir en un mismo momento. Pero eso, a nivel cinematográfico, es un auténtico diamante en bruto porque permite explorar una serie de situaciones que el director maneja con habilidad a la hora de hacernos reflexionar entorno al hecho de cómo podría ser verte a tí mismo, con toda una vida de por medio, que habrá influido en la propia personalidad a todos los niveles. Y también resulta interesante ver que, desde el punto de vista del joven, puede ser incluso muy factible eliminar a tu propia versión del futuro, puesto que eso aclara lo que te espera y te permitirá exprimir la vida durante las tres décadas de vida que te quedan. La película está, pues, imbuida de este nihilismo insensible, exacerbado por la evolución de los tiempos, en el que sólo cuenta el beneficio individual inmediato.
Acompañando a estos dos fenómenos, tenemos también a un personaje femenino fuerte, bien definido, y con una identidad propia. Emily Blunt se encarga de interpretar a una joven que quiere dejar atrás los excesos de su pasado urbano. Ahora vive para criar a su hijo transmitiéndole los mejores valores posibles. Su determinación es inquebrantable y ha enterrado la superficialidad y el egoísmo en pos de un objetivo más noble. Algo que el joven Joe (Gordon-Levitt) tendrá la oportunidad de descubrir.
Así pues, esta habilidad para manejar diversos géneros dentro de un esquema de ciencia ficción es el que permite calificar a Looper como una película mucho más profunda y trascendente que el resto de producciones parecidas que nos ha llegado recientemente. Referirme a su trama argumental no vale la pena puesto que lo ideal es ver el film sabiendo cuanto menos mejor. En el apartado de comentarios podemos reflexionar sobre aspectos determinados de la cinta y discutir las diferentes interpretaciones que pueden extraerse. Me parece que lo más interesante es considerar que, indudablemente, estamos ante uno de los mejores films de 2012. Una propuesta que demuestra que la creatividad en Hollywood no está agotada y que, ya sea desde el ámbito más o menos independiente, siempre hay aportaciones que nos sorprenden y nos agarran a la butaca. Looper no es la mejor película sobre viajes en el tiempo ni tampoco lo pretende. Su final es contundente pero quizá demasiado abrupto. Aunque también concuerda con la sensación de desasosiego que preside la cinta desde el primer minuto. La idea es clara, el futuro que nos espera no es tan luminiscente y esperanzador como veíamos en los seriales televisivos de nuestra juventud y, probablemente, nunca alcanzaremos el nivel de bienestar que algunas enciclopedias gráficas fantasiosas nos presentaban. Pero que el camino pueda ser más aciago no implica necesariamente que no sea apasionante de recorrer.
El futuro que nos espera es incierto, los agoreros fueron desterrados hace tiempo, pero no viene mal que, desde la ficción, se nos ofrezcan visiones contrapuestas que nos vayan preparando para todos los escenarios posibles.