4 de juliol del 2012

The Amazing Spider-man: fun... but not amazing


Sony Pictures recaudó 2500 millones de dólares con las tres entregas de Spider-man que dirigió Sam Raimi y protagonizó Tobey Maguire. Cuando las circunstancias no fueron favorables a la continuidad de esta franquicia, tal como estaba planteada, los ejecutivos de la major decidieron poner en marcha un reboot a pesar de que solo habían transcurrido cinco años desde el estreno de la última entrega. 

Conscientes de que el público tendría muy presente la trilogía de films precedentes, decidieron basar el reboot en un guión de James Vanderbilt que proponía un nuevo origen para el personaje y resituaba al superhéroe en el inicio de sus aventuras como salvador de la Gran Manzana. Alvin Sargent (responsable de los guiones de las películas previas) y Steve Kloves (conocido por su trabajo en Harry Potter) reescribieron el libreto y aportaron otros elementos para distanciar aún más al film del recuerdo anterior.

Tras confiar la dirección a uno de los realizadores jóvenes más talentosos del momento, Marc Webb, y elegir a Andrew Garfield como nuevo Peter Parker, todo quedó preparado para construir una película que fuera capaz de volver a romper taquillas a beneficio del estudio de Culver City.

Tras ver el resultado final, no tengo dudas al respecto de que lo mejor de este proyecto es el nuevo planteamiento argumental que se aproxima al personaje aportando otro punto de vista. El inicio es muy prometedor gracias a la inclusión de un tema que nunca se trató en las películas de Raimi y que, si está bien aprovechado, puede incluso servir para secuelas posteriores a The Amazing Spider-man. La estrategia de Sony Pictures, al promocionar el film con el tagline "The Untold Story", cobra sentido.

Al cambio en el planteamiento se le unen otras modificaciones más puntuales como la ausencia de personajes (Mary Jane Watson, Harry Osborn, y J. Jonah Jameson, entre otros), la aparición de Lizard como villano, y la recuperación del lanzaredes, tan clásico en los cómics, en perjuicio de la innovación que supuso la tela de araña orgánica (una aportación que se debe a James Cameron, por cierto).

Pero este prometedor inicio pronto se diluye cuando llegamos a una trama argumental que gana enteros en la convencionalidad, e incluso en la repetición, a medida que avanza el metraje. La conclusión recuerda excesivamente lo visto en las películas precedentes y la sensación de desazón se va apoderando del espectador.

Ahora bien, hay que reconocer que es extremadamente difícil plantear una nueva propuesta sobre el trepamuros con tan poco margen de tiempo respecto al trabajo que Raimi llevó a cabo exitosamente a nivel comercial. Marc Webb apuesta por una visión más fresca, juvenil, y menos intimista que la de su predecesor y eso le da un aire más entretenido y dinámico al film. El público más joven va a disfrutar enormemente e incluso sintonizará más con la forma en que Andrew Garfield interpreta a Peter Parker. El taquillazo es bastante previsible y, por ello, es muy importante que la gente no abandone la sala al iniciarse los títulos de crédito finales. Hay una escena que recupera el leitmotiv inicial del argumento y que nos avisa del camino que se puede trazar en el futuro. Recordad que no he citado a Norman Osborn entre los personajes ausentes. El magnate de Oscorp nunca aparece en pantalla pero su presencia flota en el ambiente...