Son varios los nombres ilustres que están vinculados a la expansión de la industria cinematográfica de Hollywood entre la década de los 20 y los 30. Pero, de entre todos ellos, sobresale la trayectoria de un hombre que aunó todos aquellos elementos que distinguen al emprendedor americano.
Me estoy refiriendo a Irving Thalberg, un icono de la industria hollywoodiense, que fue capaz de obtener grandísimos logros en una breve pero intensísima carrera que se vio súbitamente cortada con su prematura muerte a los 37 años de edad.
Cuando se les pregunta a los historiadores cinéfilos quien fue la persona que más contribuyó a crear el modelo de producción que distinguió a los grandes estudios de Hollywood, no suelen aparecer los nombres de Jack Warner, Louis B. Mayer, o Darryl F. Zanuck. Ellos fueron mecenas y grandes empresarios que siempre necesitaron que otra gente, con un perfil más creativo, dirigiera la línea de producción de sus majors. Y es en este sentido que la figura de Irving Thalberg resulta tan importante.
Thalberg había nacido en el seno de una humilde familia judía de Brooklyn. Siendo niño le fue diagnosticada una afección cardíaca congénita que, en la opinión médica, no le permitiría rebasar la treintena. Quizá impulsado por ello, el joven Irving decidió vivir meteóricamente y, de forma consciente o inconsciente, logró mucho más en 15 años de carrera que otros habiendo dedicado toda su vida al negocio del cine.
Entró en el mundo del séptimo arte trabajando como secretario en las oficinas neoyorkinas de Universal Pictures. Su buen trabajo no pasó desapercibido y pronto se le ofreció la posibilidad de convertirse en supervisor de producción en los estudios de Los Angeles cuando sólo contaba 21 años de edad. Entre 1921 y 1924 controló más de 100 producciones del estudio y se forjó un nombre en la industria que llamó la atención de Louis B. Mayer, quien le ficha para su ambicioso proyecto de fusión de compañías. Un proceso que acabaría creando el conglomerado Metro Goldwyn Mayer, del cual Thalberg fue su primer jefe de producción.
En tan solo tres años, la gestión de Thalberg convirtió a la MGM en el estudio número 1 de Hollywood y siguió trabajando para dicha major hasta su fallecimiento en 1937. La fórmula de su éxito respondía a su aguda perspicacia para seleccionar los mejores proyectos y a las personas que mejor podían llevarlos a buen puerto. Estableció las bases del "studio star system" al descubrir a nuevos talentos y contratar a otras grandes estrellas bajo contratos exclusivos con la MGM. Impuso también una forma de trabajo cooperativa en todos los niveles de la producción fílmica. Fue el pionero a la hora de planificar reuniones creativas interdepartamentales entre guionistas, director, y actores. Barrió el modelo anterior de compartimentos estancos, en el que cada uno de los implicados en una película trabajaba por su cuenta, y le dio entidad y rigurosidad a la creación cinematográfica.
En sus trece años como jefe de producción de MGM supervisó más de 400 proyectos combinando calidad y éxito comercial. También fue el pionero en la introducción de sneak previews (para comprobar la reacción del público antes del estreno) y, por consiguiente, defendió la necesidad de rodar escenas adicionales para mejorar la acogida de una película, cuando ésta no acababa de convencer al público presente en los pases de prueba. Fue un defensor a ultranza de la adaptación de grandes clásicos de la literatura en la gran pantalla y descubrió y propulsó las carreras de futuras estrellas como Greta Garbo, Clark Gable, Luise Rainer, Joan Crawford, Jean Harlow, Lionel Barrymore, John Gilbert, Lon Chaney, y Wallace Beery, entre otros.
Fue el primero que abogó por reunir a dos grandes estrellas en una misma película y no tuvo suficiente con eso sino que también defendió la necesidad de realizar películas periódicas que aglutinaran a un "all star cast". Ese fue el caso de la película Grand Hotel (ganadora del Oscar en 1932), una auténtica pieza de gran cine clásico en la que actuaron juntos Greta Garbo, Joan Crawford, Wallace Beery, y los hermanos John y Lionel Barrymore.
Otros grandes títulos que fueron producidos por MGM, bajo la supervisión de Thalberg, fueron los siguientes: la primera versión de Ben-Hur (1925), Anna Christie, La Divorciada, El Campeón, Mata Hari, Tarzán de los Monos, Tierra de Pasión, La Viuda Alegre, Mares de China, La Tragedia de la Bounty, Una Noche en la Ópera, Romeo y Julieta, Margarita Gautier, Un Día en las Carreras, Melodías de Broadway, y María Antonieta.
Bajo su dirección, MGM amparó producciones de todos los géneros. También fueron pioneros en apostar por el género del terror. Un camino que después seguiría, con gran éxito, Universal Pictures.
Thalberg fue capaz de generar expectación y éxito mediante la configuración de grandes equipos que fueron capaces de trasladar a la pantalla los principales ideales del espíritu emprendedor estadounidense en una época en que la audiencia estaba más necesitada que nunca de nuevos referentes que les inspiraran ante el fuerte impacto de la depresión económica. Su modelo fue imitado por las otras majors dando lugar a lo que se conoce como la era dorada de Hollywood, una época en que la industria del séptimo arte eclipsó a cualquier otra forma de expresión artística y se convirtió en el gran referente del entretenimiento masivo.
Una neumonía acabó con su vida antes de tiempo. Junto a él estuvo hasta el final su esposa, Norma Shearer, una gran actriz que también formó parte de su lista de descubrimientos. Su muerte conmocionó a toda la comunidad de Hollywood e incluso el presidente Franklin Delano Roosevelt envió su condolencia y se expresó con las siguientes palabras: "The world of art is poorer with the passing of Irving Thalberg. His high
ideals, insight and imagination went into the production of his
masterpieces".
Su funeral, celebrado en el Wilshire Boulevard Temple, congregó a la plana mayor de Hollywood. Actores, directores, productores, y ejecutivos de primer nivel estuvieron presentes para despedir al genio de Brooklyn. David O. Selznick dijo de él lo siguiente: "He was, beyond any question, the greatest individual force for fine pictures". Darryl Zanuck también se expresó con rotundidad: "More than any other man he raised the industry to its present world prestige".
Un reconocimiento tan aplastante y evidente que llegó a quedar refrendado eternamente por parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Desde su fallecimiento, se entrega, de una forma no regular, el Irving Thalberg Memorial Award a aquellos productores cuya carrera ha trascurrido por los caminos de la excelencia. Un gran reconocimiento que perpetúa un legado mítico.