El fenómeno de ascenso imparable de las series de televisión, dentro del panorama mediático audiovisual, ha sido objeto de numerosos análisis por parte de varios expertos. Pero de todos los analistas españoles, yo me quedo con las reflexiones que ha llevado a cabo Jorge Carrión, doctor en humanidades y profesor de la Universitat Pompeu Fabra. Tras la publicación de su interesantísimo libro titulado "Teleshakespeare", en el que analiza y comenta varios de los mejores proyectos televisivos de los últimos años, Carrión se ha situado como el analista seriéfilo más avezado del país puesto que aplica a sus escritos los principios derivados de su excelsa base literaria y humanística. Por consiguiente, sus análisis son los más profundos y rigurosos que se pueden encontrar en la esfera de la crítica televisiva.
Hace unos meses, tuve la oportunidad de asistir a una charla suya y fueron muchos los temas clave que me llamaron la atención en su intervención. Más allá de algunos desacuerdos en sus apreciaciones, que siempre deben existir en toda valoración crítica, subyacen una serie de elementos en su discurso que creo que pueden iluminarnos bastante acerca del actual triunfo de los proyectos televisivos en el espectro audiovisual norteamericano.
- Respecto al cine, las series de televisión aportan una mayor posibilidad de circulación e inmediatez. Eso ha favorecido el surgimiento de núcleos seriéfilos en varios países, que actúan como difusores de los proyectos. La series de televisión e internet actúan como dos buenos hermanos. Han permitido expandir el interés y el seguimiento de los proyectos creando un nuevo mundo de relaciones y nuevas oportunidades de relación entre personas, que analizan los nuevos episodios que van apareciendo semana tras semana formando una comunidad de intereses compartidos.
- Se han llegado a establecer, incluso, relaciones entre los fans y los guionistas de las series. El auge de las redes sociales ha permitido conectar a creadores y público y, en algunos casos, las sugerencias de los aficionados han llegado a considerarse a la hora de definir el rumbo de ciertos aspectos de una serie.
- Las series, por su propio formato periódico, generan una enorme adicción. Pero se ha generalizado tanto el aprecio del espectador por este tipo de proyectos que la adicción se ha expandido a todos los géneros temáticos. Lo que empezó siendo un interés por los temas de policíacos o de ciencia ficción, ahora se ha convertido en un interés por todo tipo de propuestas (históricas, bélicas, románticas, musicales, comedias...). El espectro temático es muy amplio y eso permite que cada tipo de publico encuentre su preferencia. Nadie puede quedar excluido si se acerca al mundo de las series de televisión.
- Las series tienen una penetración pedagógica en el público que es muy superior a la que produce el cine y la literatura. En el libro, Carrión alude a un caso concreto que entronca con la espléndida película Origen, de Christopher Nolan. El autor sostiene que el film nos introduce a un protagonista, Dom Cobb (Leonardo Di Caprio), que nos ofrece mucho pero al que le faltan 40 horas de ficción dramática. La duración limitada de una película no nos permite explorar más sobre la forma de trabajar de Cobb. En las series, en cambio, los personajes acaban siendo interiorizados por el público que puede llegar a establecer relaciones de fuerte vinculación o apego (cosa que, a veces, puede resultar fatal cuando un showrunner decide acabar con la trayectoria de un personaje).
- Como consecuencia de esto, las series explican mejor la realidad contemporánea y debido a su mayor duración, pueden establecer multitud de argumentos secundarios que engrandecen y le dan al proyecto un carácter más completo y definido.
- En el caso de las series británicas recientes producidas por la BBC (Sherlock) o Channel4 (Black Mirror), Carrión considera que su gran aportación ha sido la mutación de formatos convirtiéndolas en trípticos de tres películas de hora y media que han golpeado e impactado por igual a una audiencia siempre sedienta de creatividad.
Así pues, sirva este artículo para ilustrar un poco más acerca del poder que ostentan las series de televisión norteamericanas dentro del panorama creativo de la industria del entretenimiento.