31 d’octubre del 2011

Criadas y señoras (The Help)


Jackson (Mississippi), a principios de la década de los 60, seguía representando un modelo de segregación racial estricto. La población de raza negra vivía completamente separada de las clases altas burguesas aunque, eso sí, se mantenía la tradición de contratar a las mujeres como criadas en las casas familiares. Además de ocuparse de todas las tareas domésticas, realizaron durante décadas una gran labor al criar a los hijos mientras sus verdaderas madres se dedicaban a eventos sociales y demás actividades de ocio. Este reverso oscuro del idílico "American Way of Life" es el foco de atención de Criadas y Señoras.

Basándose en el best-seller de Kathryn Stockett, el director y guionista Tate Taylor sorprende agradablemente construyendo una cinta que rezuma pasión, emotividad, y sensibilidad. Un ejemplo de cine social bien construido que, sin pretender convertirse en referente exclusivo de una época, es capaz de retratar una serie de características en el marco de una etapa histórica del sur de los Estados Unidos.

Taylor, que prácticamente debuta con este largometraje, se apoya también en un excelente reparto de actrices, capaces de llevar en volandas la narración de la película. El cuidado cásting consigue ofrecernos algunas de las mejores interpretaciones del año. Resulta impecable el trabajo de Viola Davis en el papel de la sufrida Aibileen Clark (atención a la escena en que recuerda la muerte de su hijo, sencillamente impresionante) y también el de Octavia Spencer dando vida a la indomable Minny Jackson.

Emma Stone continúa confirmando su status de actriz en alza, capaz de asumir papeles de exigencia, y no se puede decir menos de la gran Sissy Spacek (memorable en su papel de la señora Walters), y de Bryce Dallas Howard, sobre la que recae el rol de "villana" de la función. Tampoco podemos olvidar a la poliédrica Jessica Chastain, que también se sigue confirmando como una intérprete a tener muy en cuenta en el futuro.

Tate Taylor ha sido capaz de integrar este enorme caudal interpretativo dentro de un guión equilibrado, con importantes dosis de humor en un contexto dramático, y que se caracteriza por mantener un pulso narrativo constante que logra mantener la atención del espectador a lo largo de los 137 minutos del film. Por consiguiente, creo que estamos ante una de las películas revelación del año. Viendo sus datos de taquilla, no cabe duda de que se está convirtiendo en un sleeper o éxito sorpresa, y todos los que han estado implicados en ella van a beneficiarse de un fuerte impulso en sus carreras.

Es difícil obtener un grado de emotividad tan grande como el que consigue Criadas y Señoras. Y esto lo consigue a base de pinceladas, de momentos muy bien dosificados a lo largo del metraje. Cuando hay tal grado de involucración y entrega, resulta más fácil tocar la fibra sensible porque las situaciones y las interpretaciones trascienden más y ese es el éxito de una película que nunca trata de ser un film que sente cátedra en el retrato de una época. Su objetivo no es otro que contarnos la historia de una serie de personajes en un contexto concreto. No busca adoctrinar ni ofrecernos la enésima versión sobre cómo se vivieron los conflictos raciales en los 60. Lo que vamos a presenciar es lo que sucede entorno a unas personas que tratan de vivir dentro de un sistema separador sin perder la entereza ni el amor propio. La película es un reflejo del enorme poder que posee el espíritu humano para superar y derribar cualquier obstáculo.

Quizá por todo ello, lo único que eché en falta en la película fue que se llegara al momento en que se firmó el Acta de Derechos Civiles (1964), una ley federal histórica que barrió para siempre la segregación racial y la discriminación en los estados del Sur. Un momento clave en la mejora social de un país que seguía dividido en los derechos de las comunidades y que, gracias a la implementación de esta legislación, inició un camino de reconciliación sin vuelta atrás posible.