El productor Jack Woltz (John Marley) reinaba en Hollywood e imponía su ley en sus proyectos. Creía estar por encima del bien y del mal y se consideraba capaz de hacer frente a cualquiera que se atreviera a interponerse en sus planes.
Pero eso estaba a punto de cambiar. La visita de un abogado de Nueva York iba a abrir un proceso que culminaría con Woltz doblegándose a la voluntad de alguien más poderoso que él.
Y es que nadie puede "tocar" a un miembro del clan Corleone y salir indemne. Resulta curioso que quien desencadena toda esta historia sea el ahijado y protegido de Don Vito Corleone (Marlon Brando), el cantante y actor Johnny Fontane (al que da vida el también cantante Al Martino).
Woltz despide a Fontane de su película al enterarse de que mantenía relaciones con la estrella del film causando una gran desestabilización en el rodaje y en la propia estrella. Tras arruinar el proyecto, Woltz hace uso de su influencia para vetar a Fontane en toda la industria de Hollywood.
El atribulado cantante y pseudo-actor acude lloroso y derrotado ante su protector, Don Vito Corleone. Éste, tras reprenderle por su falta de gallardía y entereza moral, le promete que hará algo para solucionar su situación.
Y así es como envía a otro de sus hijastros, el abogado Tom Hagen (Robert Duvall), a Los Angeles para que mantenga una reunión con Woltz.
Hagen es recibido de forma bastante descortés por Woltz en su enorme mansión de Beverly Hills. Cuando el productor descubre que viene a mediar por el conflicto con Fontane, le echa de la casa sin contemplaciones. Pero, tras hacer unas llamadas y conocer el poder de la familia Corleone, le invita a volver y muy amablemente se ofrece a enseñarle la propiedad y también el mayor tesoro que posee, un insigne corcel que colma de satisfacciones a su dueño al vencer en todas las carreras a las que se enfrenta.
Hagen le ofrece a Woltz la posibilidad de utilizar las influencias de Don Corleone para evitar una previsible huelga de actores. Pero, cuando el tema de Fontane vuelve a salir a la palestra, Woltz se enfurece y le asegura al abogado que nunca le volverá a contratar.
La negativa del productor activa el plan B. En la madrugada siguiente, Woltz parece dormir incómodo. Se despierta y comprueba que hay sangre bajo las sábanas. Pero esa sangre no es suya ni mucho menos. observa algo aterrador y enormemente frustrante para él. La cabeza de su flamante caballo yace en el fondo de la cama mientras la sangre inunda el espacio.
Asistimos a una de las escenas más impactantes de la historia del cine, una secuencia que permanece en la memoria de aquellos que, incluso, han visto la película de forma tangencial.
En la película, la visita nocturna del ejecutor Luca Brasi a la mansión, permite que Fontane vuelva a tener las puertas abiertas en Hollywood. La voluntad de Don Corleone siempre debe cumplirse incluso para alguien tan importante como Jack Woltz.
La mansión en la que se rodaron estas secuencias de El Padrino había pertenecido al magnate William Randolph Hearst, que murió allí en 1951. Es una de las propiedades más lujosas de Beverly Hills y está situada en el 1011 de North Beverly Drive.
Obviamente, no está abierta a las visitas por lo que mis fotos tuvieron que ser tomadas desde fuera y es poco lo que se podía ver más allá de la reja. En cualquier caso, una localización histórica y memorable que merece ser reivindicada.