Margo Channing (Bette Davis) reina en Broadway. Su prestigio es inigualable dentro de la profesión teatral y las mejores obras se escriben para ella. Pero, cada noche, tras la representación de su última pieza, una joven llamada Eve Harrington (Anne Baxter) espera en el exterior del teatro con el único objetivo de conocer a su idolatrada actriz. Una noche, Karen Richards (Celeste Holm) la invita a entrar en la zona de camerinos y satisface su deseo al presentarla ante Margo. La demoledora historia que Eve explica ante el círculo íntimo de amistades de la diva, enternece a los presentes y la propia Margo la contrata para su servicio personal. Pero esto es sólo el principio. Eve resulta ser más eficiente que una simple secretaria y pronto va ascendiendo en el ambiente teatral neoyorkino, adquiriendo la confianza no sólo de Channing sino de todas las personas que pueden ayudarla a triunfar. Una historia apasionante se desencadena a partir de ese momento. La entrada de otros personajes complica la trama y la hace más emocionante hasta llegar a un final que, sin querer descubrir demasiado, demuestra aquel viejo refrán que reza: "Busca entre tus mejores amigos a tu mayor enemigo".
Pocas veces tenemos la oportunidad de admirar una película que suponga la conjugación perfecta entre la dirección, interpretación, y el guión. El clásico de 1950, Eva al Desnudo (All About Eve), se encuadra perfectamente dentro de esta galería de grandes títulos de la historia del cine. Y lo hace de una forma totalmente justificada porque en la película resulta imposible encontrar aspectos negativos o lagunas narrativas. Es una de aquellas cintas que funciona como un mecanismo de relojería de alta precisión. Todas las piezas encajan de forma milimétrica para conseguir que el producto funcione en todo momento.
La crónica del ascenso meteórico al estrellato de una aspirante a actriz llamada Eve Harrington, nos seduce desde el primer momento gracias a un guión académicamente estructurado pero ideado para ir dosificando sus puntos fuertes de manera que todos aquellos elementos que, en principio, no son aclarados acaban saliendo a la luz para cerrar una trama que no deja cabos sueltos.
Joseph Leo Mankiewicz, uno de los guionistas y directores más importantes del Hollywood clásico, realiza una labor magistral al dar forma a un libreto con grandes diálogos y, además, agranda su valor con una puesta en escena maravillosa que saca jugo a todos los puntos fuertes del film incluyendo, obviamente, la labor de unos intérpretes fuera de serie liderados por la gran Bette Davis.
Eva al Desnudo era un proyecto de la 20th Century Fox que supervisaba personalmente Darryl F. Zanuck, el poderoso jefe del estudio. Tras adquirir los derechos sobre una historia corta de Mary Orr, Zanuck contactó con Mankiewicz para que preparara la adaptación cinematográfica. "Mank", que disfrutaba de un prestigio enorme en la industria, acogió el material con gran interés puesto que vio la posibilidad de expandir esa semilla presente en la historia de Orr y darle una dimensión mucho más amplia y trascendente.
Zanuck contaba con Claudette Colbert para el papel principal de Margo Channing pero una lesión la impidió formar parte del proyecto y fue entonces cuando surgieron otros nombres aunque ninguno con la fuerza de Bette Davis. Ganadora de dos Oscars a la mejor actriz en los años 30, Davis estaba considerada como la intérprete femenina número 1 en cuanto a la calidad actoral. Y su peculiar físico que, en muchas ocasiones la alejaba de ciertos papeles, no era una traba en este film puesto que se necesitaba imperiosamente a alguien que llevara el divismo impreso en su carácter. Y eso Davis lo podía ofrecer mejor que nadie.
Además, Mankiewicz la rodeó de grandes actores para convertir el elenco de la película en uno de los mejores que se había visto hasta el momento. Allí estaban Anne Baxter, George Sanders, Celeste Holm, Hugh Marlowe, y la siempre imprescindible y nunca olvidada Thelma Ritter.
En un par de escenas incluso vemos a una joven rubia, muy atractiva y exuberante, que realizaba sus primeros pasos en el mundo del cine aprovechando un contrato exclusivo que tenía suscrito con la Fox. Se trata, nada más y nada menos, que de Marilyn Monroe. Una joven actriz que buscaba ascender haciendo uso de todos sus recursos pero siempre con visos de tristeza en su expresión. Una característica que la acompañaría el resto de su corta pero fructífera carrera consolidándose como el símbolo de belleza más grande que ha dado Hollywood a lo largo de su historia.
Así pues, en base a un argumento que conquista desde el primer momento, con varios niveles narrativos en los que se incluyen diálogos excelsos; tenemos una película que triunfa desde todos los puntos de vista por su perfección formal e interpretativa. Un clásico imborrable que consiguió seis Oscars en 1950 (incluyendo el de mejor película) y que se mantiene inalterable como uno de los dramas más poderosos que jamás se han concebido.