Kevin Flynn (Jeff Bridges) quería crear un nuevo mundo en el espacio digital. Soñador, idealista, y dotado de un gran talento, iba a dar forma a una nueva sociedad en el espacio de juegos de los servidores de Encom, más conocido como la Red. Pero no podía hacerlo solo, necesitaba que alguien más ayudara al fiel Tron mientras él estuviera en el mundo real. Y así fue como creó una nueva versión de su programa original, llamado Clu.
Pero lo que parecía una triunvirato creativo muy cohesionado (la llamada "trinidad" de los creyentes), resultó quebrarse pronto cuando la ambición desmedida de Clu y su afán por obtener una perfección irrealizable, le llevó a tomar el control de la Red y condenar a Flynn al exilio dentro del mundo digital.
Mientras tanto, en la realidad, la desaparición de Flynn rompió la relación de un padre y su hijo. El joven Sam, de seis años, quedaba huérfano albergando en su interior la pregunta constante sobre el destino de su padre y el por qué de su misteriosa desaparición. A lo largo de los años, Encom vuelve a las manos de burócratas que sustituyen el talento y la creatividad por balances económicos, índices bursátiles, y marketing barato. Sam Flynn (Garret Hedlund), accionista mayoritario, no quiere formar parte de una empresa que transita por estos caminos aunque se reserva una visita anual a las instalaciones para dejar huella del espíritu con el que ésta empezó.
En 2010, una débil señal en el antiguo busca de Alan Bradley (Bruce Boxleitner), conduce a Sam al antiguo salón de juegos de su padre. Lo que encontrará en el sótano cambiará para siempre la vida de ambos mundos...
Tron Legacy es un espectáculo visual de primer orden. Una maravilla técnica dirgida por el debutante Joseph Kosinski, un arquitecto reconvertido en creativo audiovisual cuya visión única y casi orgánica ha aportado mucho al film. Su formación académica le ha permitido evolucionar el universo de la Red para mostrarnos unos escenarios de amplísima magnitud sin perder la atención por los pequeños detalles. Kosinski y su equipo han creado un mundo que sólo había sido mínimamente esbozado en el clásico de 1982 que dirigió Steven Lisberger. La utilización de los medios técnicos digitales que existen actualmente y la potente puesta en escena se unen para crear un acontecimiento fílmico. Ya sabemos que la película nunca volverá a verse tan bien como ahora. El formato 3-D en pantalla grande te rodea, te mete de lleno en la rejilla de juegos. Prácticamente te parece estar pilotando una de las motos o disparando el cañón de uno de los aero-deslizadores.
Garrett Hedlund es un actor joven que demuestra estar en buena posición para consolidar una carrera interesante en el cine. Es difícil encontrar actores jóvenes que puedan aportar solidez y credibilidad. Hedlund ha demostrado que puede conseguirlo.
A su lado, Jeff Bridges pone a disposición del film su enorme carisma y presencia para dar vida a un Kevin Flynn que, tras más de 20 años en la Red, se ha convertido en un ermitaño proscrito que ha abrazado la meditación y la paciencia como normas de conducta. En palabras suyas, la irrupción de su hijo está fastidiando el "estilo de maestro zen" que ha desarrollado porque le obliga a entrar en acción y a buscar con ahínco el corredor luminoso que conecta ambos mundos y que ha vuelto a abrirse con la llegada de Sam.
Olivia Wilde aprovecha su extraordinaria belleza para interpretar, con sorprendente habilidad, a Quorra, la "padawan" de Flynn. Su mirada profunda y magnética la hacían una elección obvia para dar vida a alguien que casi puede hipnotizarte con la mirada. De alguna manera, su belleza etérea nos da pistas acerca de su procedencia. Una pieza clave para el futuro que Flynn ha cuidado e instruido para que sea un puente entre dos mundos.
Creo que es un triunfo, por parte de los guionistas Edward Kitsis y Adam Horowitz, el introducir el concepto de los ISOs. Imaginar que en el mundo digital pueden surgir nuevas formas de vida que no dependan de un programador, es simplemente brillante. Esto nos conduce a citar aquella mítica frase: "La vida se abre paso, superando cualquier adversidad, adaptándose al entorno, es un proceso imparable..."
Esto se cumple incluso en un mundo que parece estar dominado por ciclos de tiempo y algoritmos. En algún momento, y de una forma espontánea y rompedora, aparece una nueva comunidad cuyo origen puede ser tan difícil de establecer como el mismísimo nacimiento de la vida humana y el universo. En definitiva, se traslada lo que conocemos en nuestro mundo a una Red ciberespacial demostrando que cualquiera de estos escenarios puede reproducir las mismas constantes immutables. En cualquier caso, se trata de una reflexión filosófica de primer orden. Un buen mensaje para aquellos que consideran el script de Tron Legacy como superficial y poco arriesgado.
Al igual que mi amigo Octopus, considero que esta película mejorará su aceptación con el tiempo, cuando gran parte de los opinadores tengan tiempo para abrir más su mente y, con la debida tranquilidad, decidan ver la película bajo un prisma nuevo. Tron Legacy se convertirá en un film de culto, dentro del género de la ciencia-ficción, y sobre él se extraerán lecturas de todo tipo.
Con esto no quiero sugerir ni inferir que esta cinta sea más de lo que quiere ser. Es una película destinada al gran público, que busca entretener e impactar. Pero, al igual que ocurre con los films de la factoría Pixar, existe una segunda lectura más profunda destinada a aquellos que buscan algo más. Lástima que no todos los críticos estén dispuestos a sondear ese terreno.
Podemos reflexionar pacientemente emulando a Kevin Flynn cuando ve, por primera vez en más de veinte años, que un haz de luz vuelve a iluminar el horizonte. La ilusión, la esperanza, vuelve a apoderarse de él. ¿ Seremos capaces de encontrar ese punto de conexión en nuestras opiniones...?