Finalmente, he podido ver una de las películas que más expectación había generado durante los últimos meses. Y la verdad es que, en esta ocasión, la expectación no ha perjudicado la impresión final. Y eso ha ocurrido porque, tras Origen, se halla el director más interesante y creativo de la nueva generación de realizadores: Christopher Nolan.
El tipo acumula elogios y, además, goza del aprecio del gran público por lo que mantiene contentos a todos los estamentos de la industria cinematográfica. Tras haber conseguido el aplauso unánime de crítica y público con El Caballero Oscuro (2008), nos presenta una película cuyo guión tenía perfilado hace años pero que ahora, convertido en el nuevo Rey Midas de Hollywood, ha podido llevar a cabo al disponer de un gran presupuesto y del total apoyo de un estudio que le tiene en el primer lugar de su A-list: Warner Brothers.
Tras haber visto Origen (Inception), me reafirmo en la absoluta genialidad de Nolan. Concebir un argumento tan complejo y hallar la forma de estructurarlo para que llegue al gran público es absolutamente brillante pero, además, trasladarlo a la pantalla con la perfección técnica que muestra el film es algo maravilloso. Nolan tiene siempre la idea y el concepto de la película en su cabeza y su forma de presentarla y de crear personajes siguen siendo algo digno de admirar. El estilo Nolan ya es una realidad y se está manifestando en la creación de películas de gran impacto pero siempre desde la base de guiones sólidos y complejos, que desafían constantemente al espectador.
El argumento nos traslada a un futuro cercano en el que resulta posible introducirse en el mundo de los sueños para robar ideas que después son vendidas al mejor postor. Dom Cobb (Leonardo Di Caprio) es el mejor en este negocio. Él y su equipo viajan por el mundo realizando espionaje industrial a través de sofisticados procesos de extracción mental. Pero un nuevo reto se le presenta cuando un misterioso hombre de negocios japonés, Saito (Ken Watanabe), le contrata para conseguir lo contrario de lo que suele hacer. Se trata de lograr el proceso de Incepción, lo que equivale a introducir una idea en la mente de otro, para que éste a partir de entonces modifique su actitud en determinados temas.
Pero el problema de este proceso, también llamado Origen, es que la idea que debe introducirse tiene que arraigar en la mente del receptor y, para ello, es fundamental que dicha idea active los mecanismos emocionales más íntimos del sujeto. Esto implica, además, la necesidad de llegar a capas muy profundas de la mente con las dificultades obvias que esto presenta.
A pesar de todos los factores adversos, Cobb va a por ello ya que Saito le garantiza que hará desaparecer los cargos penales que impiden su entrada en Estados Unidos. Es, pues, la última posibilidad de regresar a su hogar con unos hijos de los que se vio forzado a separarse. A partir de aquí, asistimos a un auténtico vendaval de ritmo vertiginoso. Un viaje a lo más profundo de nuestro ser de una forma que nunca se había visto antes.
Leonardo Di Caprio encabeza un magnífico reparto (otra de las marcas de clase de Nolan) y es el hilo conductor de un film que también se beneficia de su contrastada solvencia interpretativa. En los últimos diez años, Di Caprio ha construido una carrera sólida en la que está trabajando con los mejores (Scorsese, Spielberg, Ridley Scott, Mendes, Nolan, y próximamente Eastwood), lo que le asegura un nivel de calidad importante en sus películas. Esto le ha permitido alejarse de la imagen que le caracterizaba en sus primeros años y le ha convertido en un intérprete que está marcando un rendimiento estandar que muchos otros querrían obtener. Sólo interviene en proyectos muy contrastados, con directores de prestigio, y el éxito que está obteniendo le permite seguir por este camino de excelencia.
Ken Watanabe está espléndido en su papel y no podemos decir que sea una novedad porque, desde que dio vida a Katsumoto en El Último Samurai (2003), ha seguido interviniendo en películas trascendentes donde siempre ha mostrado un nivel altísimo. También encontramos a la joven Ellen Page, en el proceso de consolidarse como actriz tras irrumpir con fuerza en Juno (2007), y a Joseph Gordon-Levitt (cumplidor en su papel de "muermo" aunque con alguna sorpresa), Tom Hardy (que tiene en sus manos uno de los personajes más atípicos), Cillian Murphy (eficaz como siempre) y, especialmente, Marion Cotillard.
Con ella quiero hacer un punto y aparte porque estoy plenamente de acuerdo con las opiniones que afirman que su interpretación es de altos vuelos. Asumiendo el papel de Mal, la difunta esposa de Cobb, Cotillard tiene una presencia breve pero absolutamente decisiva en los acontecimientos que se nos muestran. Cada vez que Cobb entra en el mundo de los sueños sabe que, tarde o temprano, será perseguido por el recuerdo obsesivo de su esposa fallecida. El backstory de este matrimonio, y su visualización en pantalla, constituyen uno de los grandes momentos del film que cuenta con set pieces absolutamente magistrales.
Y ya en papeles más puntuales tenemos a Tom Berenger (el tiempo no pasa en vano), Pete Postlethwaite, y sobretodo al gran Michael Caine que, como siempre, hace gala de su enorme carisma al frente de un personaje colateral a la acción principal pero, no por ello, menos importante. Se da el caso de que Caine ha trabajado en las últimas cuatro películas de Nolan. Desde que obtuvo el papel de Alfred Pennyworth en Batman Begins (2005), han formado una poderosa alianza hasta el punto de que Nolan lo introduce en su película aunque sea en una breve intervención.
En definitiva, Origen es una cinta brillante, compleja, y que invita a la reflexión. Su conclusión contribuye a nutrir el debate una vez dejas la sala de proyección y promete mantener el interés en años venideros.
Hasta el momento, es la mejor película que he visto este año y me parece que es un gran logro tanto a nivel creativo como técnico. Nolan es un auténtico fenómeno y mantiene su brillantez proyecto tras proyecto, algo muy difícil de conseguir en una industria tan volátil.
Mientras esperamos con ardiente interés su nueva entrega de Batman y la reorientación de Superman que está supervisando, podemos disfrutar de su último trabajo con la convicción de que sus próximos proyectos están en las mejores manos posibles.