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7 de juliol del 2020

Recordando a Ennio Morricone: The Untouchables


Ennio Morricone ha sido uno de los grandes compositores de bandas sonoras cinematográficas de la historia. Considero que forma junto a John Williams, Jerry Goldsmith, John Barry, y Elmer Bernstein, el quinteto de los mejores del cine en el periodo 1960-2000.

El compositor italiano, nacido en 1928, ha sido el responsable de casi 500 bandas sonoras en una carrera larga y enormente prolífica. Sus composiciones han sido esenciales y estan bien presentes en la memoria colectiva de los aficionados. Ahora bien, en el artículo que nos ocupa quiero destacar una de ellas. Se trata de uno de sus mejores trabajos, Los Intocables de Elliot Ness (1987). El film que dirigió Brian de Palma y que contó con un reparto magnífico formado por Kevin Costner, Sean Connery, Andy Garcia, Charles Martin Smith, Billy Drago, y un inconmensurable Robert de Niro como Al Capone, no hubiera llegado al mismo nivel de trascendencia sin la música del gran Morricone.

El trabajo completo que realizó el compositor romano para el film es una autentica obra maestra con piezas que recorren todo el espectro emocional y que se configuran en el mejor acompañamiento posible para la potente puesta en escena del film.

Hay tres temas, en especial, que quiero reseñar:


The Strenght of the Righteous (opening theme), con un ritmo que empieza siendo intimista y que va agudizando la tensión harmónica para convertirse en una pieza que nos pone en situación. Vamos a ver un film, intenso, dramático, contundente, pero a la vez fuertemente humanista.



Four Friends, el tema más emotivo de la composición. Ilustra a la perfección el aprecio que le cogemos a los cuatro miembros del grupo de Intocables y refleja también la tristeza que nos embarga cuando dos de ellos caen víctimas del lacayo más implacable de Capone, el despiadado Frank Nitti (Billy Drago). Una pieza maravillosa.



The Untouchables (End Title). No hay mejor manera de acabar una película que hacerlo con una pieza musical brillante, que tiene una capacidad para generar un entusiasmo catártico, mientras vemos a Elliot Ness alejandose y mezclandose con los habitantes del Chicago de 1930, tras la satisfacción del deber cumplido. Una composición que también suena en una de las grandes set pieces de la cinta, la que nos lleva a Canadá para ver en acción al grupo de Los Intocables en su primera gran redada. Morricone entendió a la perfección el film y su trabajo se ajustó a ello contribuyendo enormemente al éxito de una película que, aunque no sigue la crónica histórica de los hechos reales, es una muestra impecable de cine de acción e intriga.