La familia Kennedy ha jugado un papel de vital importancia en la política norteamericana durante gran parte del siglo XX y en los inicios del XXI. Vinculados desde siempre al Partido Demócrata, se les bautizó como la "Dinastía de Camelot" por el afán constante de dejar huella en la historia ocupando cargos de altísima responsabilidad en las diferentes administraciones federales.
El patriarca Joseph Kennedy (1888-1969), que fue un importante asesor del Presidente Franklin D. Roosevelt y embajador de Estados Unidos en Londres en los años cruciales previos al inicio de la Segunda Guerra Mundial, tenía un plan que nunca pudo materializarse. La idea era que sus tres hijos varones ocuparan la Presidencia sustituyendose uno a otro y ganando elección tras elección (como si fuera tan fácil). Practicamente suponía monarquizar la República, la dinastía de Camelot haciendose con el control de la primera potencia del mundo por un largo espacio de tiempo. Desde luego, era un sueño completamente utópico en un país basado en la alternancia máxima de poder entre los dos grandes partidos derivada de una democracia asentada durante dos siglos.
Tras la muerte en la guerra de su primogénito, Joseph Jr. (1915-1944), el patriarca ambicionaba que sus hijos John (1917-1963), Robert (1925-1968) y Edward (1932-2009) se fueran sucediendo en el Despacho Oval. Todos conocemos cual fue el destino final de todos ellos. JFK fue el trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos pero no pudo concluir su primer mandato al ser abatido en el triste atentado de Dallas (noviembre de 1963). Robert cogió el testigo y acabó también asesinado, mientras que los problemas personales y familiares de Edward impidieron, en varias ocasiones, que tuviera éxito en sus intentos de obtener la nominación a la Presidencia.
Pero hoy nos centramos en la figura de Robert F. Kennedy, un hombre que se distinguió por labrarse una carrera importante dentro de las esferas de Washington.
Desde 1951 fijó su residencia en la capital estadounidense donde trabajó en diferentes departamentos de la Administración Truman hasta 1953. Entonces, se convirtió en el jefe de las campañas electorales al Senado de su hermano. También fue consultor de diversas Comisiones de Investigación de la Cámara. Fue particularmente importante su implicación en el comité que investigó las actividades del líder sindicalista Jimmy Hoffa. En 1960, dirigió la campaña electoral a la Presidencia de JFK.
Una vez en la Casa Blanca, John Kennedy le nombró Fiscal General del Estado, cargo en el que entró en conflicto, en numerosas ocasiones, con el establishment de la seguridad federal, encabezado por el polémico director del FBI, John Edgar Hoover. Persiguió al crimen organizado con una dureza pocas veces vista anteriormente y fue un defensor a ultranza del establecimiento de un Acta Oficial sobre los Derechos Civiles.
Pero, además de su cargo, fue el asesor político con más poder de influencia sobre la Presidencia en muchos años. Su papel fue determinante en la resolución de la llamada Crisis de los Misiles de Cuba (1962). Su inteligencia y capacidad estratégica le hicieron merecedor del puesto de jefe del Comité de Crisis que se creó para coordinar todos los esfuerzos de la administración en este conflicto, que mantuvo al mundo en vilo durante trece días de octubre.
Pero con la muerte de su hermano, su época dorada llegó a su fin. El nuevo Presidente, Lyndon B. Johnson, le mantenía alejado de las grandes decisiones y no contaba con él para tratar temas de política transversal. Esa falta de feeling precipitó que abandonara el cargo de Fiscal General en septiembre de 1964 con la vista puesta en las elecciones al Senado de noviembre. Se presentó para ocupar un escaño por el estado de Nueva York y lo consiguió. A lo largo de tres años fue un miembro muy activo del Senado viajando por numerosos paises en misiones de promoción de las libertades civiles y los derechos de las personas.
Pero la renuncia de Lyndon Johnson a volver a presentarse en 1968, abrió la puerta a una carrera muy abierta para conseguir la nominación en el bando demócrata. RFK inició una ambiciosa campaña a la Presidencia en la que mantuvo una lucha codo con codo con el candidato que tenía el apoyo de Johnson, el vicepresidente Hubert Humphrey.
El 5 de junio de 1968, RFK compareció ante los medios en el Hotel Ambassador de Los Angeles, tras haber ganado las primarias de California. Después de su discurso de victoria en el que emplazaba a todos sus seguidores a seguir trabajando para conseguir la nominación demócrata, abandonó el escenario y se marchó a través de una serie de pasadizos que comunicaban con las cocinas del hotel. Fue allí donde Sirhan Sirhan, un activista pro-Palestino de 24 años, le disparó desde una distancia muy cercana. Sirhan afirmó en su declaración que le había disparado porque se sentía decepcionado con él después de que hubiera apoyado al estado de Israel en la Guerra de los Seis Días (1967).
Tras el atentado, RFK fue trasladado al Hospital del Buen Samaritano de Los Angeles donde falleció la mañana siguiente. Se celebró un gran funeral en su honor en la Catedral de San Patricio en Nueva York y después su cuerpo fue trasladado a Washington DC donde fue enterrado en el Cementario Nacional de Arlington, en un lugar muy cercano a la tumba de su hermano John.
El legado de Robert Kennedy y el gran número de acontecimientos que sembraron su vida han sido terreno abonado para sucesivas películas y TV movies.
De todas ellas, he destacado las siguientes:
- Martin Sheen en Los Misiles de Octubre (1974).
Probablemente, la primera aparición ficcionada de RFK. Un proyecto televisivo que revisaba los acontecimientos de la crisis de los misiles (y no sería la última vez que se trataría el tema en miniseries y películas).
- El poco conocido actor James F. Kelly pareció centrar su carrera en personificar a Robert Kennedy puesto que le interpretó en cinco producciones para televisión.
Jacqueline Bouvier Kennedy (1981).
LBJ: The Early Years (1987).
J.Edgar Hoover (1987).
Onassis: El Hombre más rico del mundo (1988).
Marilyn & Bobby: Her final affair (1993)
- Zeljko Ivanek en The Rat Pack (1998).
En este telefilm centrado en las vidas del influyente grupo liderado por Frank Sinatra, el polifacético Ivanek daba vida a RFK en los momentos en que perseguía con más dureza al grupo mafioso de Sam Giancana que, a su vez, estaba muy próximo a Sinatra y sus amigos.
- Steven Culp en Trece Días (2000) y Norma Jean & Marilyn (1996).
Dos veces dio vida Steven Culp a RFK, siendo la más relevante Trece Días. Un magnífico film, muy bien documentado, sólido y riguroso que se ha convertido en uno de los mejores largometrajes sobre alta política jamás realizados. Según mi opinión, Culp y Linus Roache han sido los actores que mayor parecido físico han tenido con el personaje real.
El inolvidable "T-Bag" de la serie Prison Break tuvo también su oportunidad de dar vida a un gran personaje de la historia americana. Sorprendente su elección puesto que físicamente nada tenía que ver con RFK pero solvente en su trabajo final aportando un buen hacer que después le ha reportado sucesivos trabajos en el mercado televisivo estadounidense.
Esta película es la mejor que se ha realizado desde el punto de vista biográfico de Robert Kennedy. Roache está espléndido y también hay que destacar a Martin Donovan en el papel de JFK.