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19 de novembre del 2009

La ley de Sánchez: plomo o plata, bala o pasta


Franz Sánchez es, según mi opinión, uno de los mejores villanos de la saga Bond. Interpretado magníficamente por Robert Davi en Licencia para matar (1989), Sánchez es un narcotraficante colombiano que controla todo un imperio que abarca el continente americano de norte a sur. Sin embargo, él suele vivir al sur de la frontera, entendida como el límite entre los Estados Unidos y el territorio latinoamericano. Afincado en un paraiso fiscal ficticio llamado Isthmus, controla el mercado de la cocaína a gran escala y planea extender sus dominios al incipiente mercado asiático.

Pero cuando sus hombres violan y asesinan a Della Leiter y dejan en estado grave a Félix, despiertan la atención del hombre equivocado. James Bond hace su aparición desatando una ola de venganza que busca destruir a Sánchez desde dentro de su propia organización.

Sánchez ha hecho de su forma de vida un código de actuación. Repasemos sus rasgos característicos:

- Sobornar a políticos, jueces, y agentes de la ley, para conseguir inmunidad.

- Recompensar la lealtad de sus colaboradores de forma excelsa. Castigar cruelmente cualquier "indicio" de traición de alguno de ellos.

- Crear tapaderas de millones de dólares pero que son capaces, a su vez, de sacar sus propios beneficios.

- Derivar excedentes económicos hacia la Reserva Federal Norteamericana, manteniendo el equilibrio económico mundial, y por tanto preservando el mercado de consumidores de narcóticos.

- "Plomo o plata, bala o pasta". Esta afirmación resume bien cual es la ley que Sánchez ha impuesto al sur de la frontera. Quien no está con él, pronto recibe el despido.

- Colocar a mandatarios en Isthmus a su antojo formando una especie de dictadura bananera en la que un fantoche sucede a otro. En cualquier caso, una figura decorativa, una tapadera más.

- Frecuentar la compañía de bellas mujeres. Amañar concursos de belleza con tal de conseguir sus objetivos. Entrar en su mundo puede ser para ellas el fin. Bajo su dominio, recibir malos tratos es lo menos que pueden esperar.

Sin duda, todos estos elementos, mostrados con la crudeza que domina la película, convierten a Sánchez en un enemigo digno de James Bond. Un Bond que llega a dimitir como agente del MI6 para poder llevar a cabo, sin intromisiones, su vendetta personal.