En un mes que está viendo la llegada a las pantallas de un nuevo film de Bond, Quantum of Solace, he pensado en realizar una serie de artículos referentes a la saga cinematográfica más larga de la historia del cine. Y qué mejor que empezar con el archienemigo del agente 007 en sus primeros años de aventuras en el celuloide. Se trata, como no podía ser de otra forma, de Ernst Stavro Blofeld. Un personaje absolutamente inmoral que es el líder de la organización criminal SPECTRA, cuyos objetivos son someter al mundo mediante el terrorismo, la extorsión, y el asesinato en masa.
Varios fueron los actores que personificaron al misterioso personaje a lo largo de sus siete apariciones en pantalla. Al principio era un individuo al que sólo veíamos por detrás de forma que no revelaba su identidad aunque sí su pasión por su gato blanco.
Su primera aparición fue en Desde Rusia con Amor (1963), donde dirigía una reunión con los miembros principales de SPECTRA y demostraba su brutalidad a la hora de castigar el fracaso de sus empleados. Anthony Dawson le dio vida (de espaldas) y Eric Pohlmann le puso voz. Esta misma fórmula es la que se mantuvo en Operación Trueno (1965).
Pero en 1967 con la llegada de Sólo Se Vive Dos Veces, asistíamos a la primera aparición completa de Blofeld. Fue Donald Pleasance el que aceptó el reto después de sustituir al intérprete checo Jan Werich, que después de varios días de rodaje, no convenció a Albert Broccoli ni al director Lewis Gilbert por dar una apariencia demasiado afable.
A los productores les fue bien que Ian Fleming hubiera descrito a Blofeld como una mente criminal adicta a la cirugía plástica para cambiar constantemente su aspecto y despistar a sus perseguidores. De esta forma, no fue necesario contar siempre con el mismo actor. Es por ello que ya en Al Servicio Secreto de su Majestad (1969), retomó el papel Telly Savalas, mientras que en Diamantes para la Eternidad (1971) fue Charles Gray el que se hizo cargo. Supuestamente Blofeld desaparecía definitivamente en este film, pero aún hubo una última sorpresa en el prólogo de Sólo Para Sus Ojos (1981), donde Bond se deshacía para siempre de él lanzandole desde un helicóptero a una enorme chimenea. Para esta presencia testimonial se recurrió a John Hollis y a la voz de Robert Rietty.
Existe, sin embargo, una última presencia del archienemigo en una película no oficial de Bond pero que debido a sus expectativas y presupuesto casi se considera una más de la saga. Se trata de Nunca Digas Nunca Jamás (1983), la última en que Sean Connery dio vida a 007 y que, a su vez, suponía un remake de Operación Trueno. El reparto del film era muy potente con Edward Fox como M, Kim Basinger dando vida a Domino, Klaus María Brandauer como Maximilian Largo, y el venerado Max Von Sydow como el villano megalómano Blofeld.