Aquella mirada inyectada en sangre, fija, hipnótica, turbadora, tan inconfundible de este Conde Drácula por excelencia, siempre nos ha tenido abstraídos cada vez que la veíamos en pantalla. Imposible apartar nuestra mirada de la suya, como si fuéramos una más de sus víctimas. Sus historias en los valles de los Cárpatos de Transilvania siempre nos han cautivado por mucho que supiéramos cómo iba a terminar singular aparición terrorífica.
Imposible olvidar aquella mirada magnífica, fuerte y elegante como lo fue su propietario, el actor británico que hizo de la figura literaria de Bram Stoker todo un icono del cine de todos los tiempos, incapaz de superarlo ninguno de los condes que le han seguido después, por muy correcta que haya sido su actuación.
Christopher Lee nos ha dejado a los 93 años, después de una vida plagada de éxitos en una trayectoria cinematográfica magistral, brillante. Hombre de gran talento, siempre de una educación excelente y sobria, no por ello menos afable. Su gran versatilidad en diferentes papeles a lo largo de su carrera demuestran que este actor, nacido en Londres el 27 de mayo de 1922, nació para actuar.
Su filmografía, que empieza en 1948 y acaba en 2014, suma un total de 196 películas (en seis solo ponía la voz) y 63 apariciones en televisión, hecho que demuestra esta gran versatilidad y talento. Su voz, grave y serena, también fue la escogida para poner voz a distintos personajes de diversos videojuegos, como The Lord of the Rings: The Two Towers (en el papel de Saruman), Goldeneye: Rogue Agent (como Francisco Scaramanga), Star Wars, Episode III: Revenge of the Sith (como Conde Dooku) y también como narrador en el videojuego The Horror Picture Show.
Sir Christopher Frank Carandini Lee, Comandante de la Orden del Imperio Británico, siguió desde muy joven con mucho interés la política internacional de aquella época, hecho que propició que, con dieciocho años, entrara como voluntario en la “Guerra de Invierno” siendo destinado a Finlandia para combatir contra las tropas de invasión rusas. Una vez acabada la guerra, a su regreso a Inglaterra, se alistó en la “Royal Air Force”, donde combatió contra las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial.
Una vez centrado en su carrera de actor, los primeros papeles en llegarle fueron personajes secundarios de malvados o traidores debido a su aspecto físico rudo y serio. De esta época, cabe destacar la película bélica La Batalla del Río de la Plata (The Battle of the River Plate, 1956), de Michael Powell y Emeric Pressburguer.
Pero, el inicio de su fama y el ascenso imparable de su trayectoria, comenzó a raíz del éxito que tuvo su interpretación del más famoso conde jamás conocido del séptimo arte, el Conde Drácula, en la película Drácula (Horror of Dracula, 1958), de Terence Fisher. En ella, además, colaboró con otro famoso actor británico con el que trabajó en muchas más películas: Peter Cushing (normalmente, en el papel también clásico de Abraham Van Helsing). Con Cushing forjó una gran amistad que duró hasta la muerte del primero en 1994, a quien demostró siempre admiración y máximo respeto. Un año antes, en 1957, rodó La Maldición de Frankenstein (The Curse of Frankenstein), también de Fisher, famoso remake del mito de la criatura de Mary Shelley de 1818 y que ya supuso otro éxito en la carrera de Lee.
Tal fue así, que se contó con el actor británico para las posteriores películas del Conde Drácula británicas: Dracula: Prince of Darkness (1966), Dracula Has Risen from the Grave (1968), Taste the Blood of Dracula (1969), Scars of Dracula (1970), Dracula AD 1972 (1972) y The Satanic Rites of Dracula (1973).
Su éxito como el famoso conde transilvano le hizo el actor idóneo para encarnar a otros personajes del cine de terror de la productora Hammer en aquellos años. Además de encarnar al monstruo de Frankenstein, Lee rodó La Momia (The Mummy, 1959), otra vez bajo las órdenes de Fisher y con el inestimable acompañamiento de su gran amigo Cushing.
Temeroso de que lo encasillaran en este tipo de papeles, Lee quiso cambiar y tomar una nueva ruta interpretativa para demostrar sus dotes como actor fuera de los escenarios tenebrosos, hogar de temibles monstruos, tan característicos de la productora Hammer.
Pero, sin saberlo, lejos de su encasillamiento esta época dorada le supuso convertirse en leyenda del cine británico. Ya en los años 70, la productora Hammer entró en declive al empezar a rodar películas de terror muy poco creíbles y hasta cómicas, lo que hizo que Lee empezara a aceptar otros proyectos, fueran del género fantástico o no.
De esta nueva época, destacan algunas incursiones en cintas de grandes maestros del cine, como Billy Wilder, que lo contrató para que diera vida a Mycroft, el hermano del genial detective británico Sherlock Holmes, en la película La Vida Privada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes, 1970).
Pocos años después, Lee pudo entrar a formar parte de grandes producciones de Hollywood, donde realizó actuaciones estelares y soberbias, dejando claro su gran talento y profesionalidad. En 1973, intervino como Conde Rochefort en la película Los Tres Mosqueteros (The Three Musketeers), de Richard Lester.
Un año más tarde, su carisma y la fama que le precedía le otorgaron una intervención en una de las sagas más celebres del cine, la del famoso agente 007. Su papel como uno de los más famosos enemigos de James Bond, Francisco Scaramanga, en The Man with the Golden Gun (1974), con Roger Moore al frente como 007, se convirtió en otro éxito en su ya formidable carrera.
Pero su estela de “malo” oficial no lo abandonó y siguió ondeando al interpretar a otro de los personajes más famosos a los que dio vida, el temible Fu-Manchú (villano chino que odia el mundo occidental y la raza blanca), en la saga ambientada en la primera mitad del siglo XX a la que dio origen este personaje creado por el británico Sax Rohmer, en 1913. En 1977, en la serie para televisión Rasputín (dirigida por Don Sharp), su papel del místico consejero de los Romanov no hizo sino aumentar su versatilidad para encarnar a este tipo de personajes siniestros e inteligentes. En esta época, también siguió trabajando en Hollywood con películas como Airport 77 (1977), donde coincidió con grandes estrellas como Jack Lemmon, Olivia de Havilland, Joseph Cotten, y James Stewart. También intervino en la comedia 1941 (1979), de Steven Spielberg.
A partir de la década de los 80, combinó su aparición en diversas series de televisión como actor invitado y en algunos telefilms interpretando a detectives famosos (como Sherlock Holmes), haciendo parodias o bien en tramas de intriga. Participó, asimismo, en películas palomiteras como Gremlins 2: The New Batch (1990), de Joe Dante, o en una breve aparición en la séptima y última película de la saga Loca Academia de Policía, dirigida por Alan Metter (Police Academy: Mission to Moscow, 1994).
A partir de la segunda mitad de los noventa, volvió a formar parte del elenco de grandes actores para geniales producciones. Tim Burton, admirador suyo desde niño, contó con él para Sleepy Hollow (1999), Charlie y la Fábrica de Chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 2005), La Novia Cadáver (Corpse Bride, 2005), Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010) y Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, 2012).
Pero el broche de oro le llegó cuando Peter Jackson, director de la trilogía The Lord of the Rings, le propuso en 2000 para ser el malvado mago Saruman, personaje de la famosa novela con el mismo nombre creada por J.R.R.Tolkien en 1954. Las críticas fueron excelentes, las alabanzas se multiplicaron por doquier, a lo que Lee contestó que desde joven se sintió muy atraído por la obra del escritor inglés nacido en Sudáfrica y, en especial, por el malvado mago al que le dio vida de manera magistral.
A esta trilogía se le unió otra saga no menos espectacular y fantástica, la de las últimas películas del mundo de Star Wars. George Lucas contó con él para interpretar al Conde Dooku en El Ataque de los Clones (Attack of the Clones, 2002) y La Venganza de los Sith (Revenge of the Sith, 2005). También de esta época es su interpretación en la segunda parte de Los Ríos de Color Púrpura (Les Rivières Pourpres 2: Les Anges de l’Apocalypse, 2004), dirigida por Olivier Dahan y acompañado por los actores Jean Reno y Benoît Magimel. También hay que destacar que, en 2010, fue contratado por Martin Scorsese para un pequeño pero importante papel en La Invención de Hugo (Hugo).
Sus magníficas interpretaciones le valieron para conseguir que todas las producciones en las que intervenía tuvieran una gran afluencia de público, convirtiéndose en el actor más visto de la historia del cine.
Pero no solo la trayectoria de Lee se limitó al mundo de la interpretación o del doblaje en videojuegos, radio y televisión sino que pocos conocen su pasión por la música. Gracias a esta afición, Lee colaboró de joven con el grupo italiano de power-epic metal, Rhapsody of Fire, en sus discos Symphony of Enchanted Lands II: The Dark Secret y Triumph or Agony así como en el especial The Magic of the Wizard Dreams. Asimismo, ayudó al grupo estadounidense de heavy metal, Manowar, en una de sus obras, donde hizo de narrador inicial del tema “King of Kings”, de “Sons of Odin”.
Lee dijo de su gran amigo Peter Cushing después de la muerte de éste: “Él era el más gentil y generoso de los hombres. A menudo, digo que él murió porque era demasiado bueno para este mundo“.
Nosotros, de igual manera, podemos afirmar que nos ha dejado una de las grandes estrellas del maravilloso mundo del cine tras una extensa y prolífica carrera interpretativa, acorde con su personalidad majestuosa y generosa tal y como lo describen los que tuvieron la oportunidad de conocerle.
Descanse en Paz.