Las luces se apagaron, el silencio fue ganándose terreno, solo se oían algunos murmullos de un público impaciente. De pronto, el logo de LucasFilm Ltd. Aparece en la pantalla y el pelo empezó a erizarse, a la vez que se oye a alguien imitando a R2-D2… Pero antes de que se le haga callar, dos enormes palabras se estampan en un fondo estrellado STAR WARS… Y un sonoro aplauso arranca entre las butacas a la vez que la música que todos los de la sala conocen empieza a sonar haciendo retumbar las paredes… El Momento había llegado, ese momento que muchos esperábamos desde hacía años, la película que cerraba todo un ciclo, por fin conoceríamos el principio y el fin de todo aquello que nos sabíamos al dedillo… Star Wars. Episodio III: La Venganza de los Sith se había estrenado…
“¡Guerra! La República se desmorona bajo los ataques del despiadado Lord Sith, el Conde Dooku. Hay héroes en ambos bandos. El mal está por doquier. En una contundente jugada, el diabólico líder droide, el General Grievous, ha irrumpido en la capital de la República y ha secuestra al Canciller Palpatine, líder Senado Galáctico. Mientras el ejército droide separatista trata de huir de la capital sitiada con su valioso rehén, dos Caballeros Jedi lideran una misión desesperada para rescatar al Canciller cautivo….”.
La venganza de los Sith es una de las películas más maduras y dramáticas de la saga, luchando por ese honor con El Imperio Contraataca, pero a diferencia de esta, en su momento fue catalogada para mayores de 13 años, algo que nunca había sucedido hasta entonces en la saga. Y no solo el argumento ha evolucionado, sino que también los personajes han dado un paso más allá dejando de ser unos adolescentes para convertirse en unos adultos hechos y derechos. Por ejemplo, Obi-Wan es un experto maestro perteneciente al consejo Jedi, y que en más de una ocasión suelta la frase: “Tengo un mal presentimiento”, equiparable a la mítica: “Soy demasiado viejo para esta mierda” de Danny Glover en la serie Arma Letal.
Además de Obi-Wan y de los personajes habituales de esta trilogía, como Padmé, Anakin o Mace Windu, pocos son las nuevas incorporaciones, ya que no podían introducirse en una trama que ya se conocía como seguía, pero no como se enlazaba. Así que, a parte del importantísimo retorno de Chewbacca y de los wookies, y del General Grievous, el temido cyborg —cuya tecnología es el desarrollo de la de Darth Vader—, no aparecen personajes nuevos relevantes para la saga. Por este mismo motivo, también serán muchos los que serán eliminados o apartados del argumento, como la mayoría de los jedi, que morirán casi extinguiéndose.
Sin embargo, hay una incorporación que destaca sobre todas las demás, aunque sea breve, y que sirve como el nexo perfecto entre una trilogía y otra, y no es otra que la de Darth Vader, siendo uno de los momentos más esperados de la película. De entre los cincuenta y tres días que duró el rodaje, hubo uno que destacó sobre todos los demás, el 1 de septiembre de 2003. Ese día, en un estudio repleto de personas con la piel erizada por la emoción y bajo la atenta mirada de George Lucas, Hayden Christensen tuvo el honor de enfundarse el traje negro de Darth Vader para completar el cambio de Anakin Skywalker. En una escena que pasará a la historia como una de las más esperadas del cine, vemos como Anakin es transformado, mediante prótesis y el archifamoso traje, en el icono de una generación, Darth Vader. Es por ese motivo, que esta película puede que sea una de las más importantes de la saga, ya que, dejando al margen su calidad como cinta de ciencia ficción, es la que responderá a una pregunta que todos los seguidores de Star Wars se hacían desde que se estrenó El Imperio contraataca: ¿Qué le sucedió a Anakin para que se convirtiera en el temido Darth Vader? Como el productor Rick McCallum asegura:
“Cuando ves la primera película, sabes que Vader es el malvado, pero ignoras qué le ha llevado a ser como es, a tomar las decisiones que ha tomado y a convertirse en lo que se ha convertido”.
Y no solo esa, sino que también se responde a dudas tan importantes como: ¿Qué les pasa a los jedi? ¿Cómo nace el Imperio Galáctico? Así que, en este sentido, el Episodio III se convierte en una pieza esencial de la saga, ya que, nos guste o no, actúa como el último eslabón y gran final.
Como momento álgido de la película, justo después de ver como todos los jedis que habíamos ido conociendo a lo largo de las dos anteriores películas, la acción nos lleva hasta el peligroso planeta Mustafar, donde Obi-Wan deberá enfrentarse al que una vez fuera su aprendiz y que ahora se ha unido al lado oscuro, Anakin Skywalker, mientras los ríos de lava los rodean y amenazan en tragarlos en cualquier momento. Será en ese momento, cuando la luz y la oscuridad se enfrentaran, y Obi-Wan no podrá evitar decirle a Anakin:
“¡Tú eras el elegido! El que destruiría a los Sith, no el que se uniría a ellos. El que vendría a traer el equilibrio a la Fuerza, no a hundirla en la oscuridad”.
Una sentida afirmación, que sirve como colofón para entender en la situación en la que acaba la Galaxia al final del Episodio III, dejando la trama en la situación perfecta para enfrentarnos a la trilogía original. Siendo más un “continuará” que no un “fin”.
Estamos a las puertas del Episodio VII, y si bien ya se sabe que numerosos personajes de la trilogía original regresaran, enlazando la trama con Una nueva esperanza, se abrirá un nuevo ciclo. La Venganza de los Sith es el broche final a más de veinte años de espera para la mayoría de los fans —entre los que no puedo contar ya que en 2005 apenas tenía diecisiete años—, además de ser una brillante película de ciencia ficción plagada de acción, aventuras, luchas de sables láser, grandes personajes, espectaculares efectos especiales, y mucha, mucha diversión.