"Pienso en una etapa de mi vida en la que era mucho más joven de lo que soy ahora. Creo que era más valiente porque era más joven, o porque era más estúpido. No estoy seguro de cual. Por eso, cuando pienso en Tiburón, pienso en valor y estupidez. Y pienso en esas dos cosas existiendo bajo el agua."
"Tiburón fue mi Vietnam. Básicamente se trataba de gente naíf contra la naturaleza, y la naturaleza nos vencía todos los días."
Tiburón es una de las películas más relevantes de la historia del cine. Dejó huella e influyó notablemente en otras producciones que esperaban conseguir el mismo efecto magnético sobre la audiencia. Pero la historia de su creación y rodaje fue todo menos sencillo. Las dificultades técnicas fueron constantes y el enorme reto que supuso realizarla recayó sobre un joven director, de 26 años, que dirigía su segundo largometraje para el cine. Esta crónica de vicisitudes y problemas resulta interesante en contraposición a los magníficos resultados que consiguió el film. Y eso resultó posible porque, a pesar de los contratiempos, fue realizada con profesionalidad por un director visionario que suplió su inexperiencia por una creatividad prodigiosa. Descubramos, pues, la intrahistoria de Jaws...
El origen de la película se encuentra en una novela de Peter Benchley que cautivó a los productores David Brown y Richard D. Zanuck. El libro había vendido cinco millones de ejemplares en poco tiempo. Seducidos por la fuerza del material, adquieren los derechos de adaptación. Los propios productores admitieron, años después, que de haberla leído dos veces probablemente se hubieran echado atrás ya que habrían sido más conscientes de las enormes dificultades que entrañaba reproducir lo que había quedado expuesto en esas páginas.
El origen de la película se encuentra en una novela de Peter Benchley que cautivó a los productores David Brown y Richard D. Zanuck. El libro había vendido cinco millones de ejemplares en poco tiempo. Seducidos por la fuerza del material, adquieren los derechos de adaptación. Los propios productores admitieron, años después, que de haberla leído dos veces probablemente se hubieran echado atrás ya que habrían sido más conscientes de las enormes dificultades que entrañaba reproducir lo que había quedado expuesto en esas páginas.
Steven Spielberg había debutado en la dirección con Loca Evasión (The Sugarland Express, 1974) y, dado que el film había sido producido por el tándem Brown-Zanuck, visitaba con frecuencia su oficina para ver si tenían algún otro proyecto que pudiera interesarle. En una de sus visitas le entregan un ejemplar de Jaws que Spielberg lee en un fin de semana. Curiosamente, ve en ese draft similitudes con Duel. De alguna manera, establece una analogía entre el camión asesino que persigue al protagonista y el tiburón depredador. Sin plantearse más cosas, se ofrece para dirigir el film y los productores dan inicio a la pre-producción.
David Brown, Spielberg y Richard D. Zanuck. |
El propio Peter Benchley escribe dos versiones del guión y cuando lo entrega a Spielberg se desentiende completamente del material asumiendo que, a partir de aquel momento, deben ser otros los que decidan qué camino tomar en cuanto a la orientación del argumento. El director trata de hacer su propia versión del script pero se da cuenta de que necesita ayuda en el proceso. Es entonces cuando David Brown trae a Howard Sackler quien, acuciado por otros trabajos, pide expresamente que no se le acredite como guionista pues disponía de poco tiempo para dedicarle a la película. Sin embargo, a pesar de que su contribución no pudo ser extensa, se considera que fue fundamental para dar estructura a un guión que, hasta entonces, estaba bastante descabezado.
En el mes de febrero de 1974 el guión aún no estaba terminado y Universal presionaba cada vez más a los productores para que iniciaran el rodaje. Spielberg se saca entonces un as de la manga y encomienda a Carl Gottlieb, que estaba contratado como actor, para que termine el guión. Gottlieb había trabajado como guionista en televisión y también fue corrector de libretos para varios estudios. Consideró imprescindible recortar la trama para centrarse más en los personajes focalizando la atención en el suspense.
Una escena fundamental en esta dinámica de profundización en los personajes es, sin duda alguna, la del monólogo de Quint en que explica la historia del USS Indianapolis. Inicialmente, fue Howard Sackler el que concibió el monólogo pero era demasiado corto puesto que solo se extendía un pequeño párrafo. Fue entonces cuando Spielberg consultó a su amigo George Lucas y éste le recomendó a John Milius. El de Missouri acomete el texto y lo amplía significativamente aunque, cuando llega a las manos de Robert Shaw, éste realiza varias correcciones. Así pues, el monólogo es fruto de las aportaciones de Shaw, Milius, y Sackler.
A pesar de no tener el guión definitivo, Spielberg se dedica a formar los equipos de rodaje mientras supervisa el casting del film. Ron y Valerie Taylor, documentalistas submarinos, empiezan a rodar a tiburones reales en el sur de Australia. En Los Angeles, el director y los productores deciden que la estrella del film debe ser el tiburón y optan por contratar a buenos intérpretes pero tampoco a estrellas, evitando un gran dispendio económico.
Spielberg elige a Roy Scheider para el papel del sheriff Brody ya que siempre había querido trabajar con él tras ver French Connection. George Lucas le aconseja contratar a Richard Dreyfuss, con quien había trabajado en American Graffiti, para el rol del biólogo marino Matt Hooper. En cuanto a Quint surgen varias opciones. Spielberg le ofrece el papel a Lee Marvin pero éste lo rechaza. La segunda opción fue Sterling Hayden, que no pudo aceptar por estar trabajando en otro proyecto. Finalmente, los productores proponen a Robert Shaw, que acaba dándole al personaje un aura absolutamente icónica.
Como lugar de rodaje se elige la isla de Martha's Vineyard, en la costa de Massachusetts. La isla disponía de una gran ventaja técnica ya que estaba rodeada por 20 kilómetros de fondo arenoso que no rebasaba los 9 metros de profundidad. Era ideal para instalar el tiburón mecánico permitiendo rodar tanto escenas en la costa como en la supuesta alta mar.
Antes de iniciar el rodaje, el entusiasmo de Spielberg era atroz. Estaba encantado con el proyecto tal y como demuestran estas palabras:
"Va a ser una película visceral. Un film de terror que os va a revolver las tripas. El Exorcista os hizo vomitar y Tiburón os hará encogeros de miedo."
"The shark is not working... the shark is not working..."
Frase habitual en los walkies de los técnicos durante el rodaje de Jaws.
Rodar una película de la dificultad técnica de Tiburón, con los medios de 1974, resultó una experiencia difícil y extenuante para el equipo del film. Steven Spielberg procuró insuflar entusiasmo entre sus colaboradores aunque, interiormente, era consciente de que existía la posibilidad de que la película no pudiera materializarse.
"Estaba muerto de miedo, pero no porque me reemplazasen, aunque había gente que intentaba que me echasen, sino por fallar a todo el mundo. Tenía 26 años y aunque para entonces ya me sentía como un veterano, nadie más pensaba eso de mí. Parecía que tenía 17 años, tenía acné y eso no ayuda a inspirar confianza a un equipo experimentado. Fue una pesadilla; adentrarse en el mar era como trabajar en el interior de un terremoto."
Se construyeron tres tiburones mecánicos para la película. El taller del veterano Bob Mattey trabajó, codo con codo, con el diseñador de producción, Joe Alves, en la creación de sistemas de articulado que permitieran a los ingenios funcionar. Las pruebas en tierra fueron buenas. Los tiburones funcionaban correctamente pero el problema llegó al sumergirlos en el Atlántico. El agua se filtraba por más sitios de los esperados y dañaba constantemente los elementos internos de las maquinarias.
Eso se tradujo en una ralentización constante del plan de rodaje por las sucesivas reparaciones que debían realizarse. Spielberg rodó todo lo que pudo y filmó la mayoría de las escenas, incluyendo las que aparecía el tiburón parcialmente, durante el verano de 1974. En la secuencia inicial, deseaba impactar y aterrorizar al espectador buscando una propuesta original que incluía no mostrar en ningún momento al gigantesco escualo. Así fue como filmó una escena memorable que se convirtió en la más monstruosa que se había visto hasta el momento. Y todo eso valiéndose de diferentes ángulos de cámera subacuáticos, la interpretación de la sufrida Susan Blacklinie, y un mecanismo que agarraba a la nadadora y la zarandeaba simulando el efecto de estar atrapada entre sus fauces.
Pasaron cuatro meses sin poder rodar con el tiburón mecánico completo. No fue hasta septiembre cuando finalmente se escuchó: "The shark is working... the shark is working...."
El equipo se lanzó al océano para rodar gran parte del duelo en alta mar entre los tres protagonistas, a bordo del Orca, y el gran tiburón blanco.
La escena en que vemos, por primera vez, la magnitud de la bestia a la que se enfrentan parte de una premisa teóricamente intrascendente. Quint ordena a Brody lanzar carnaza para atraer al tiburón. El policía se queja por tener que ocuparse de la desagradable tarea y empieza a tirar la mercancía sin mirar al agua. En ese momento, hace su entrada el escualo emergiendo y mostrando su poderosa mandíbula, para luego desaparecer súbitamente. Spielberg concibió la escena para generar más pánico en el espectador, que se encontraba aparentemente relajado ante un momento en el que no esperaba un impacto tan fuerte.
Cuando Brody vuelve a la cabina, aterrorizado, le dice a Quint: "You're gonna need a bigger boat". Una frase que resume, en sí misma, todo lo ocurrido y lo que está por venir. Una frase que quizá no se le habría ocurrido a ningún guionista. En este caso, la película se aprovechó de la creatividad del propio Roy Scheider que improvisó esa respuesta sin saber que quizá había dado con una de las sentencias más recordadas del film.
Con el presupuesto en aumento debido al calendario de rodaje permanentemente ampliado, las dificultades técnicas no dejaron de suceder. Mientras filmaban el momento en que el tiburón pasa por debajo de la quilla del Orca, arrastrando varios bidones, el mecanismo subacuático de arrastre encalló con el barco generando una rotura en el casco que ocasionó su hundimiento. Hubo que construir, a toda prisa, un segundo Orca cuyo destino final era también irse a pique siguiendo la premisa del guión.
Por suerte, Brown y Zanuck, veteranos productores con muchas batallas a sus espaldas, nunca se dieron por vencidos y amenazaron a Universal con dejar la película si Spielberg era despedido como empezaba a rumorearse. El Presidente del estudio y descubridor del director, Sid Sheinberg, visitó el set de rodaje. Sentó a Spielberg en los escalones del hotel en que se hospedaban y le dijo: "Mira, esto es un desastre. No sé qué hacer, excepto que podemos acabar con esto ahora mismo. Asumir las pérdidas y regresar todos a Los Angeles. Quizás podríamos poner el tiburón en el recorrido de la visita al estudio y así recuperar algunos dólares. Te voy a dejar que decidas tú. Puedes levantar el campamento ahora mismo y nadie te reemplazará. No te despediré. Me limitaré a cancelar la producción entera porque quizás sea inviable hacer esta película. Puede que esta sea la única película imposible de hacer. O puedes seguir adelante y continuar con el rodaje. Si es así, yo te respaldaré al cien por cien."
Spielberg respondió que iba a continuar y además afirmó que por fin había visto cómo resolver el problema. Mantener al tiburón oculto era un factor que iba a generar un gran suspense en la audiencia. También era importante que cuando al final apareciera, el resto de sus presencias fueran breves. Eso permitiría reducir los problemas y generar más ansiedad en el público. Después, el montaje de la gran Verna Fields y la música de John Williams contribuirían a conseguir el efecto que no había sido posible lograr en el rodaje.
"Creo que el hecho de que el tiburón no funcionase cuando necesitábamos que lo hiciese probablemente aumentó en 175 millones de dólares la recaudación en taquilla, porque pienso que lo realmente aterrador es lo que no se ve."
Cuando se tuvo que afrontar cómo sería el final del film, Spielberg y Benchley tuvieron una conversación bastante tensa. El director quería un final apoteósico y le parecía que la conclusión prevista en el guión no tenía la contundencia necesaria. Spielberg defendía la idea siguiente: "he tenido al público pegado a la pantalla durante dos horas. Los voy a tener en mis manos y aceptarán cualquier cosa que les ofrezca aunque sea poco plausible. La audiencia se está preparando para ver algo aún más fuerte al final y, si no lo obtienen, el film no triunfará". Benchley expuso su criterio como estudioso de los tiburones y afirmó que ningún escualo se traga una bombona y después estalla por los aires. Obviamente, su lejanía respecto al lenguaje cinematográfico y a las necesidades de la audiencia, no le hacían el mejor asesor posible para una película de estas características.
Una vez concluido el rodaje, el film llegó a las manos de la experta montadora, Verna Fields, y se hizo un pase de prueba en Austin (Texas) que no acabó de convencer al público asistente. Era normal porque faltaba un elemento fundamental en una cinta donde el suspense es la clave: la música.
Steven Spielberg admiraba a John Williams desde que empezó a trabajar en Hollywood. Su sueño se cumplió cuando pudo contar con él para la banda sonora de Loca Evasión (The Sugarland Express, 1974). Tras colaborar y trabar una fuerte amistad, decidió que todos sus films contarían con la música del gran maestro. Y en Tiburón, esa contribución no pudo ser más trascendente.
Williams creó una partitura con un leitmotiv basado en la repetición progresiva y acelerada de dos notas, encajando perfectamente con el elemento aterrador que Spielberg había diseñado. La combinación del sonido de pánico de los personajes y la música, formó un recuerdo colectivo. Un efecto que quedó grabado en la memoria de la audiencia.
Pasados los años, Spielberg afirmó que Tiburón fue una buena película para ver pero no para hacer. En los sucesivos proyectos, trató siempre de tener bien atado el tema técnico antes de proceder al rodaje. Eso le ha convertido, con el paso de los años, en un director que nunca sobrepasa los días previstos de filmación. Una cualidad que distingue a muy pocos y que es compartida por otro genio: Clint Eastwood.
David Brown recuerda la sensación del público el día del estreno del film en Los Angeles: "Los gritos empezaron en el minuto 1 y nunca desaparecieron por completo a lo largo de la película. Habíamos conseguido lo que queríamos".
La cinta fue la primera de la historia en superar los 100 millones de dólares de recaudación (total mundial: 470 millones) y la Academia reconoció el esfuerzo técnico realizado con tres premios Oscar: banda sonora original para John Williams, montaje (Verna Fields) y sonido.
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Encuentros en la Tercera Fase (Close Encounters of the Third Kind, 1977)