La historia de cuatro jóvenes de Jersey que, gracias a su tenacidad y talento, consiguieron entrar en la historia de la música bajo el nombre "The Four Seasons", lleva más de nueve años años representándose con éxito en medio mundo. Su adaptación a la gran pantalla llevaba tiempo en el cajón de proyectos de Warner Brothers hasta que fue desencallada por Clint Eastwood. El maestro quería realizar un film musical desde hacía tiempo y Jersey Boys constituía una magnífica oportunidad tras descartar una nueva versión de A Star is Born.
Eastwood se planteó la película como una forma de expandir y abrir la historia de los Jersey Boys. En el montaje teatral, por razones obvias, todo debe ser muy práctico y funcional a nivel escenográfico. La gran pantalla permite situar a los personajes en multitud de espacios reales dotando a la narración de un contexto más rico y realista.
Por supuesto, estamos ante un musical cinematográfico que incorpora las necesarias licencias artísticas, pero es fácil reconocer en la cinta una ambientación que nos recuerda a Uno de los Nuestros (Goodfellas, 1990), A Bronx's Tale (1993), o Sleepers (1996).
La mejor de la película es que tiene frescura, dinamismo, y mucho entretenimiento sobre la base de una maravillosa caracterización de época. Eastwood se adapta al tono ligero del libreto aunque no por ello pierde énfasis en mostrar los momentos difíciles en las vidas de los personajes, particularmente en lo que se refiere al protagonista: el solista Francis Castelluccio, más conocido como Frankie Valli. Esta profundización en el corazón de los personajes es una de las grandes aportaciones del director a la consolidada trama.
Eastwood decidió que era imprescindible la presencia de John Lloyd Young en el papel de Valli. El joven actor acumula una gran carrera sobre los escenarios y ha interpretado a Frankie durante más de dos años entre Broadway y el West End londinense. Se le galardonó con el premio Tony, en 2006, como reconocimiento al brillante trabajo realizado en la obra teatral. Su identificación con el cantante es enorme y esa asunción del papel tan interiorizada se nota en cada una de sus escenas. Su sólida formación, en canto y expresión corporal, ejerce de imán sobre el público. Al igual que ocurría cuando Valli interpretaba las míticas canciones de la banda en los 50 y 60, la audiencia se centra en él y los otros tres miembros disponen de un mayor margen de acción para no desentonar.
Jersey Boys es una pieza coral, un musical que reverdece el encanto de una época marcada por la inocencia y la perversión a partes iguales. No se le puede pedir a la película que sea un retrato absolutamente fidedigno de la sociedad del momento porque no busca eso. Se debe al formato del libreto musical concebido por Rick Elice y Marshall Brickman que, a su vez, está inspirado en las vicisitudes de los Four Seasons. Por consiguiente, la cinta nunca debe perder ese aire desenfadado y distendido.
El clasicismo que caracteriza el estilo fílmico de Eastwood resulta idóneo para esta propuesta. Su aportación, por consiguiente, al género musical del siglo XXI me resulta plenamente satisfactoria. Incluso hay espacio para pequeñas notas de genialidad. Destacaría la escena que concluye con la interpretación del clásico "Can't Take My Eyes Off You" y la utilización de "My Eyes Adored You" en momentos de fuerte intensidad emocional.
La ruptura de la cuarta pared también está perfectamente insertada y, además de ser un guiño al lenguaje teatral, también es la mejor manera para explicar una historia en la que abundan los puntos de vista diferentes y, en ocasiones, opuestos. En cuanto a la secuencia de los títulos de crédito finales, realizada en el backlot de Warner Brothers, hay que descubrirse por su elegancia y concisión. Una pequeña joya que incluso los que abominan el género musical deberían reconocer.
Considero que esta cinta no es merecedora de las críticas destructivas que está sufriendo por parte de ciertos opinadores endiosados. Se trata de un film honrado y disfrutable. Consigue todo aquello que Eastwood buscaba cuando decidió dirigirlo.
La mejor de la película es que tiene frescura, dinamismo, y mucho entretenimiento sobre la base de una maravillosa caracterización de época. Eastwood se adapta al tono ligero del libreto aunque no por ello pierde énfasis en mostrar los momentos difíciles en las vidas de los personajes, particularmente en lo que se refiere al protagonista: el solista Francis Castelluccio, más conocido como Frankie Valli. Esta profundización en el corazón de los personajes es una de las grandes aportaciones del director a la consolidada trama.
Eastwood junto al auténtico Frankie Valli, productor ejecutivo de la película. |
Eastwood decidió que era imprescindible la presencia de John Lloyd Young en el papel de Valli. El joven actor acumula una gran carrera sobre los escenarios y ha interpretado a Frankie durante más de dos años entre Broadway y el West End londinense. Se le galardonó con el premio Tony, en 2006, como reconocimiento al brillante trabajo realizado en la obra teatral. Su identificación con el cantante es enorme y esa asunción del papel tan interiorizada se nota en cada una de sus escenas. Su sólida formación, en canto y expresión corporal, ejerce de imán sobre el público. Al igual que ocurría cuando Valli interpretaba las míticas canciones de la banda en los 50 y 60, la audiencia se centra en él y los otros tres miembros disponen de un mayor margen de acción para no desentonar.
Jersey Boys es una pieza coral, un musical que reverdece el encanto de una época marcada por la inocencia y la perversión a partes iguales. No se le puede pedir a la película que sea un retrato absolutamente fidedigno de la sociedad del momento porque no busca eso. Se debe al formato del libreto musical concebido por Rick Elice y Marshall Brickman que, a su vez, está inspirado en las vicisitudes de los Four Seasons. Por consiguiente, la cinta nunca debe perder ese aire desenfadado y distendido.
Eastwood junto a sus Jersey Boys: Erich Bergen (Bob Gaudio), John Lloyd Young (Frankie Valli), Vincent Piazza (Tommy De Vito), y Michael Lomenda (Nick Massi). |
El clasicismo que caracteriza el estilo fílmico de Eastwood resulta idóneo para esta propuesta. Su aportación, por consiguiente, al género musical del siglo XXI me resulta plenamente satisfactoria. Incluso hay espacio para pequeñas notas de genialidad. Destacaría la escena que concluye con la interpretación del clásico "Can't Take My Eyes Off You" y la utilización de "My Eyes Adored You" en momentos de fuerte intensidad emocional.
La ruptura de la cuarta pared también está perfectamente insertada y, además de ser un guiño al lenguaje teatral, también es la mejor manera para explicar una historia en la que abundan los puntos de vista diferentes y, en ocasiones, opuestos. En cuanto a la secuencia de los títulos de crédito finales, realizada en el backlot de Warner Brothers, hay que descubrirse por su elegancia y concisión. Una pequeña joya que incluso los que abominan el género musical deberían reconocer.
Considero que esta cinta no es merecedora de las críticas destructivas que está sufriendo por parte de ciertos opinadores endiosados. Se trata de un film honrado y disfrutable. Consigue todo aquello que Eastwood buscaba cuando decidió dirigirlo.