30 de desembre del 2013

La vida del esclavo Platt en Louisiana: reseña de 12 años de esclavitud



En 1841, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor) vive plácidamente, como ciudadano libre, en Saratoga Springs (New York) junto a su familia. Carpintero y diestro en el manejo del violín, se ha convertido en un miembro respetado de la comunidad. Allí es contactado por los propietarios de un circo ambulante que le ofrecen contratarle para una gira de actuaciones. Tras un espectáculo en Washington, Northup y los dos hombres cenan amigablemente pero, unas horas después, Solomon despierta encadenado pues ha sido drogado y vendido como esclavo a unos traficantes.

Este es el inicio de una auténtica epopeya en la que un hombre libre es reducido a la lúgubre consideración de esclavo, un objeto más que puede ser vendido y comprado por aquellos que dispongan del dinero exigido. El descenso a los infiernos que suponía la institución de la esclavitud en el sur de los Estados Unidos, es glosado a través de la experiencia de un hombre que ya no puede decidir por sí mismo mientras una cadena le vincula a una plantación y a un amo.

Bajo el nombre de Platt, Northup pasará doce años de esclavitud en tierras de Louisiana. Trabajando en tres plantaciones, sufrirá toda clase de escarnios y presenciará situaciones abominables en carne propia y ajena hasta conseguir abrir un halo de esperanza gracias a un jornalero canadiense partidario de la abolición...


Basada en los hechos reales vividos por Solomon Northup y consignados en la autobiografía publicada en 1853, 12 Años de Esclavitud es un triunfo absoluto como drama histórico-social. La brillante adaptación concebida por John Ridley y puesta en imágenes por el realizador Steve McQueen (Shame), consigue conmover al espectador con un tono aparentemente pausado que esconde zarpazos de enorme violencia gráfica. La representación de una época se plasma en cada momento del metraje y la gravedad de los acontecimientos está siempre presente. Más allá de las escenas especialmente explícitas, subyace un tempo dramático constante que hace mella en la audiencia y le recuerda que está viendo algo que ocurrió no hace tanto tiempo, en un mundo en que este tipo de prácticas estaban amparadas por legislaciones de alto rango en múltiples países.

En el sur de los Estados Unidos, la esclavitud era una institución intocable, heredada por la colonización anterior de ingleses, españoles, y franceses. Las constituciones de los estados sureños amparaban la esclavitud como institución plenamente vigente y legal. Para el modo de producción establecido, fundamentalmente basado en la agricultura extensiva, los esclavos eran la pieza fundamental que permitía a la economía burguesa florecer. Mientras se admiraban las últimas piezas llegadas de París en la casa principal, se podían estar produciendo castigos y abusos de todo tipo en las viviendas de los negros que trabajaban en la plantación. La suprema injusticia se ocultaba bajo el lujoso manto de la hipocresía. El Sur defendió siempre su orden social y amenazó, durante décadas, con la guerra si se aprobaban leyes federales conducentes a la abolición de la esclavitud. Ese atentado contra su soberanía, que podía convertirse en conflicto bélico, mantuvo acongojados a numerosos presidentes y perpetuó un modelo de dos sociedades completamente diferentes, dos "mundos" en un solo país. Pero la llegada de Abraham Lincoln rompió esta tendencia puesto que él estaba decidido a iniciar un proceso de abolición afrontando todas las consecuencias.

El film glosa profundamente el estilo de vida en estos dos "mundos" que antes comentaba. Pero, a mi entender, lo mejor del film de McQueen es que también nos explica otras situaciones que se vivían en el día a día y que no son tan conocidas. La película es un recorrido por todas las aristas de un fenómeno complejo que no siempre se ha mostrado en toda su extensión a lo largo de la historia del cine.


En esta cinta vemos como muchos negros vivían integrados en la sociedad del norte como iguales antes de la llegada de la abolición. Eso no excluía el hecho de que hubiera otras personas que no habían nacido libres y estaban bajo el mandato de un amo. McQueen se encarga de que también lo veamos. En el sur, además de los terratenientes amables (Benedict Cumberbatch) y los crueles (Michael Fassbender), también se producían otras situaciones como, por ejemplo, que alguna esclava llegara a obtener tal favor de su amo que incluso contrajera matrimonio con el mismo después de ser liberada. Además, presenciamos como había ciudadanos blancos que, para satisfacer las deudas de juego, eran obligados a trabajar como jornaleros junto a los negros hasta saldar el compromiso. Así pues, a lo que ya conocemos, el film agrega varios elementos más que ayudan a explicar como vivía una sociedad, en un momento concreto.  

Es magnífico ver como el director recrea una época, con profusión de detalles, pero, a la vez, utiliza varios flashbacks que se integran a la perfección en la línea narrativa y que explican el background de varios de los personajes. En su primera incursión en el drama de época, McQueen demuestra un gran dominio del terreno en que debe moverse y se siente cómodo en todo momento. Gracias a ello, nos llega un argumento nítido y contundente, un drama clásico a partir de la visión contemporánea. 

La labor del reparto es suprema. Chiwetel Ejiofor brilla con luz propia en el papel de Northup / Platt. Como canalizador de la historia, demuestra una inmersión en el papel que destila autenticidad por los cuatro costados. Transmite el sentimiento de injusticia y de sufrimiento de una forma excelsa y demuestra su categoría al representar una amplia variedad de estados emocionales. Durante gran parte del metraje, se muestra como el ciudadano libre, esclavizado injustamente, que sigue teniendo esperanza de liberación. Pero, en la emotiva escena en que une su voz a los cánticos del coro, presenciamos como la resignación le vence y asume su destino como Platt, el esclavo listo e incómodo. Esa mezcla de clase y dignidad que le hicieron merecedor del papel, es la fórmula distintiva de una interpretación que merece todos los aplausos.

Qué decir también de Michael Fassbender. Estamos frente a uno de los mejores actores del momento, alguien que ya es capaz de convocar al público con su brillante trayectoria. En el papel del perverso, retorcido, y manipulable Edwin Epps, el actor británico impacta por su fiereza. Esa mirada penetrante y gestualidad exacerbada encajan perfectamente con un personaje que, pese a su vileza, despierta una extraña fascinación en el público y provoca el pánico y el interés a partes iguales. Sólo un intérprete de gran valía puede conseguirlo y el entendimiento que ha cultivado con Steve McQueen (ha intervenido en los tres largometrajes del realizador) hace el resto para asegurar el éxito.


Excelente labor también para Benedict Cumberbatch, Paul Dano (gran año de consagración para él), Lupita Nyong'o (impresionante debut en el papel de la joven Patsey), Paul Giamatti, y Sarah Paulson (en un papel más trascendente de lo que parece por la forma en que atormenta y manipula a Edwin Epps, elevando su agrevisidad).

En cuanto a Brad Pitt, cabe decir que se ha reservado un papel breve pero enormemente trascendente. Siendo uno de los productores de la película, acumula además un nuevo éxito artístico en su carrera. Dando vida a Samuel Bass, un canadiense trotamundos, liberal y abolicionista, protagoniza una escena antológica de enfrentamiento con Edwin Epps (Fassbender). En ella, ante la diatriba del terrateniente esclavista que defiende sus derechos de propiedad porque así le amparan las leyes, Bass responde con un argumento inquebrantable de justicia social: "Las verdades universales están por encima de las leyes". Una sentencia magna, profundamente liberal, y que conviene recordar, más que nunca, en los tiempos que estamos viviendo.

En definitiva, 12 Years a Slave es una cinta de enorme repercusión, conmovedora hasta la médula. También dura y cruel, con momentos dramáticos que subliman las escenas que presenciamos. Es un ejercicio de justicia y honradez. Es un título para la historia, preparado para múltiples revisitaciones.

El director, Steve McQueen, junto a cuatro importantes miembros de su reparto.