El espacio exterior inunda la pantalla y, ante la imagen poderosa de la Tierra, el objetivo se va acercando a un pequeño artefacto que, a medida que va ganando proximidad, resulta ser un transbordador espacial norteamericano que está conectado al satélite Hubble. Pronto descubrimos que la doctora en ingeniería Ryan Stone (Sandra Bullock) está realizando labores de actualización de los sistemas del satélite en su primera misión en el espacio. Hay otros miembros en la tripulación pero el que más destaca es el comandante Matt Kowalski (George Clooney), un veterano astronauta en su última aventura más allá de la atmósfera. Equipado con un jetpack disfruta de las imponentes vistas mientras descubre su carácter abierto y socarrón, un signo inequívoco de lo poco que le impacta estar libre en el vacío espacial tras tanta experiencia acumulada. Dos personajes, por tanto, que establecen un interesante contrapunto al estar en polos opuestos en cuanto a la vivencia de la situación. Vemos que Stone está realizando su trabajo muy presionada y los signos vitales la delatan ante el control de misión. Pero todo cambiará cuando un ensayo de un misil antisatélite, lanzado por los rusos contra uno de sus "pájaros", acaba provocando una nube de escombros que está destruyendo a otros dispositivos en cadena. La amenaza para el Explorer es inminente pero ninguna de las maniobras de emergencia consigue el efecto deseado y la destrucción del transbordador deja a Kowalski y a Stone a la deriva por el frío e inmenso espacio. La historia de superación personal que sigue a continuación es una auténtica epopeya que ensalza lo mejor del espíritu humano. Gravity nos lo cuenta con profusión de detalles.
Lo primero que impacta en este magnífico film es su puesta en escena y el poder visual del que hace gala a lo largo de todo el metraje. Verla en la pantalla grande es un lujo y satisface ver como el director mexicano Alfonso Cuarón ha sido capaz de aprovechar los grandes medios a su alcance para recuperar aquella magia que desprende la experiencia cinematográfica y que, en ocasiones, creemos perdida. La escala visual de la cinta es impresionante y la integración de los escenarios espaciales con la interpretación de los actores es técnicamente brillante. Cuarón demuestra un dominio de la técnica excelso y la velocidad de cámara que consigue, al mostrar las escenas de colisión, es digna de elogio. La conjunción entre imagen de acción (imprescindible verla en un 3D magníficamente aprovechado) y sonido consigue colocarte en medio de la escena.
El enfoque realista de la vida en el espacio es otra de las grandes aportaciones de la película. Aunque obviamente tendrá sus licencias artísticas, es indudable que Gravity consigue transmitir, más que ninguna otra cinta hasta ahora, la sensación de lo que debe representar manejarse y realizar operaciones en esas condiciones de extrema dureza. El guión, firmado por el propio director y su hijo, está al servicio del poderío visual pero cumple en su intento de crear una ruta de supervivencia que es aprovechada especialmente por la genial interpretación de Sandra Bullock. La actriz demuestra que, cuando tiene un buen proyecto en sus manos, es capaz de demostrar una valía artística que muchos le hemos negado considerando lo que ha sido la mayor parte de su carrera.
La película contiene un lenguaje visual muy poético en el que, a pesar de las catástrofes que presenciamos, aparecen múltiples momentos en los que las imágenes son profundamente inspiradoras y sugerentes. Cuando Stone llega a la estación espacial internacional y se desprende del traje, queda suspendida en la ingravidez mientras flota en posición fetal. Cuarón nos muestra que ella ha podido salvarse cuando todo estaba en su contra y, por tanto, el enorme esfuerzo realizado la obliga a descansar. Pero, en el fondo, lo que está sugiriendo es que Ryan Stone ha vuelto a nacer y, aunque deberá afrontar muchos retos todavía, ha sobrevivido a lo imposible.
Se ha hablado también de religión cuando se comenta la película en todo tipo de foros. Teniendo en cuenta las referencias explícitas a varias confesiones a lo largo del metraje, no me cabe duda que el mensaje que se intenta enviar a la audiencia es profundamente interreligioso. La conciliación y convivencia entre las diferentes creencias es un valor muy importante y significativo. Cuarón es partidario de ello y nunca aboga por la exclusión de nadie sino por la convivencia entre las diferentes creencias dentro de un mundo complejo.
Los planos del espacio exterior en relación con el planeta Tierra suponen uno de los valores visuales más poderosos de la propuesta y, en mi caso como geógrafo, debo reconocer que quedé fascinado por unos planos que muestran lo impactante que pueden llegar a ser los encuadres con gran profundidad de cámara. Quedé especialmente atraído en el momento en que Stone y Kowalski viajan hacia la estación espacial internacional y de fondo vemos claramente el norte de Egipto, con el río Nilo delimitado por pequeños puntos de luz que se expanden al llegar a El Cairo. También podemos ver claramente Suez y la península del Sinaí e incluso puede vislumbrarse la costa de Israel. Una maravillosa experiencia para un espectador a quien le apasiona la configuración de la corteza terrestre.
La conclusión final no puede ser desvelada pero todo aquél que haya visto el film compartirá la sensación que tiene la protagonista y lo que debe experimentar al levantar la mirada tras la epopeya heroica que ha afrontado.
Gravity es un tesoro visual, la demostración de que el cine puede seguir golpeando en la era de los dispositivos móviles. Es la reivindicación de que la imagen de gran formato y la inmersión en la acción es una de las mejores experiencias sensoriales que el ser humano puede obtener en la era moderna.