En 1976, el austriaco Niki Lauda era el vigente campeón del mundo de Fórmula 1 y el piloto de referencia de la poderosa escudería Ferrari. Cuando estaba lanzado hacia su segundo título consecutivo, sufrió un grave accidente durante el Gran Premio de Alemania, en el circuito de Nürburgring. Tras sufrir quemaduras graves, en cara y cabeza (perdió casi la totalidad de su oreja derecha), e inhalar gases tóxicos durante el incendio que se produjo en su monoplaza, Lauda tuvo que abandonar la competición siendo reemplazado por Carlos Reutemann. Su ausencia no fue prolongada, y en un arranque de valor extraordinario, el austríaco regresó seis semanas después del accidente. El Gran Premio de Italia, en Monza, presenció su vuelta a la competición. Durante las dos carreras en que no pudo participar, su gran rival del momento, el británico James Hunt (de la escudería McLaren), recortó distancias en la clasificación general. Sus victorias en Canadá y Estados Unidos le dejaron a tres puntos de Lauda a falta de la última prueba del año en Japón. En el circuito de Fuji, y bajo una intensa lluvia, volvieron a enfrentarse para decidir el título mundial de pilotos.
Esta historia de coraje, superación, y rivalidad histórica, captó la atención del prestigioso dramaturgo y guionista británico Peter Morgan (The Damned United, The Queen, The Last King of Scotland) . Tras completar la escritura, Morgan contactó con Ron Howard (ambos colaboraron en Frost / Nixon). El realizador de Apolo 13 vio que el material podría ser ideal para crear una film que combina competitividad, hechos históricos deportivos, e importantes retos técnicos de rodaje, algo que nunca ha asustado al director nacido en Oklahoma.
El resultado de esta nueva colaboración es Rush, un excelente drama deportivo que destaca por mantener siempre un equilibrio muy patente entre trama argumental y perfección técnica (excelente en la visualización de las carreras, los adelantamientos y maniobras, etcétera). En definitiva, el film deleita a los amantes de la Fórmula 1 y también a aquellos que no conocen demasiado de este mundo porque el director les implica con el tenso músculo narrativo y dramático de la cinta. Secuencias como las que vive Lauda en el hospital, tras su accidente en Alemania, conmueven por su contundencia. No hay límites en la exposición del dolor y eso es un logro magno de la película.
La propuesta nos lleva hacia el choque épico de dos titanes sobre el asfalto. Dos hombres que, emulando a la teoría del ying y el yang, se necesitan para continuar compitiendo a pesar de que son caras opuestas de una misma moneda. Desde la primera escena, con una introducción situada en la parrilla de salida de Nürburgring, sabemos que algo muy trascendente va a ocurrir a nivel visual. Y el espectacular rugido de los motores se encarga de ponerlo todo en movimiento.
La puesta en escena, la captación del ambiente de los 70, y las magníficas intepretaciones de Daniel Brühl como Niki Lauda y Chris Hemsworth en el papel de James Hunt, complementan una magnífica propuesta. Hay que decirlo muy claramente pese a quien pese: Rush es uno de los mejores films de 2013.
Pero, en este punto, quiero aprovechar el resto del artículo para presentar a un nuevo colaborador del blog. Se trata de Ignacio Isern, estudiante universitario y apasionado de la Fórmula 1. Él completa la reseña con los aspectos que más le han llamado la atención de una cinta que le ha convencido plenamente. Os dejo con su punto de vista:
Sobre Rush sólo puedo decir que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una película en el cine. Todos somos conscientes de la gran calidad que tiene Ron Howard a la hora de dirigir pero, en esta ocasión, consigue incluso superarse mostrándonos lo grande que es este deporte tanto dentro de la pista (los momentos de la salidas, los pit stop, los adelantamientos, el sonido) como fuera de ella (los circuitos, los aficionados, las ruedas de prensa, los equipos). Además, gracias a su constante impulso creativo, hemos vuelto a ver imágenes de circuitos que ahora mismo son inexistentes en la F1 (Brands Hatch, Paul Ricard...). El aroma de la gasolina casi trasciende la pantalla para abrasar el patio de butacas. Otra parte del éxito de esta película debe atribuirse al guionista Peter Morgan. Crea unos diálogos entre los dos pilotos que reflejan la personalidad de cada uno de ellos, como también se puede apreciar en la pista.
Respecto a la película hay que destacar muchas cosas. Las interpretaciones del dúo protagonista son magníficas. La verdad es que los dos consiguen que me los crea como Niki Lauda (orgulloso, muy meticuloso, pensativo, fiable, competidor) y James Hunt (fiestero, playboy, con ganas de demostrar que él también vale, agresivo...).
La propuesta nos lleva hacia el choque épico de dos titanes sobre el asfalto. Dos hombres que, emulando a la teoría del ying y el yang, se necesitan para continuar compitiendo a pesar de que son caras opuestas de una misma moneda. Desde la primera escena, con una introducción situada en la parrilla de salida de Nürburgring, sabemos que algo muy trascendente va a ocurrir a nivel visual. Y el espectacular rugido de los motores se encarga de ponerlo todo en movimiento.
La puesta en escena, la captación del ambiente de los 70, y las magníficas intepretaciones de Daniel Brühl como Niki Lauda y Chris Hemsworth en el papel de James Hunt, complementan una magnífica propuesta. Hay que decirlo muy claramente pese a quien pese: Rush es uno de los mejores films de 2013.
Pero, en este punto, quiero aprovechar el resto del artículo para presentar a un nuevo colaborador del blog. Se trata de Ignacio Isern, estudiante universitario y apasionado de la Fórmula 1. Él completa la reseña con los aspectos que más le han llamado la atención de una cinta que le ha convencido plenamente. Os dejo con su punto de vista:
Saludos,
me gustaría en primer lugar agradecer a Néstor la oportunidad que me ha dado
para escribir en su blog.
Sobre Rush sólo puedo decir que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una película en el cine. Todos somos conscientes de la gran calidad que tiene Ron Howard a la hora de dirigir pero, en esta ocasión, consigue incluso superarse mostrándonos lo grande que es este deporte tanto dentro de la pista (los momentos de la salidas, los pit stop, los adelantamientos, el sonido) como fuera de ella (los circuitos, los aficionados, las ruedas de prensa, los equipos). Además, gracias a su constante impulso creativo, hemos vuelto a ver imágenes de circuitos que ahora mismo son inexistentes en la F1 (Brands Hatch, Paul Ricard...). El aroma de la gasolina casi trasciende la pantalla para abrasar el patio de butacas. Otra parte del éxito de esta película debe atribuirse al guionista Peter Morgan. Crea unos diálogos entre los dos pilotos que reflejan la personalidad de cada uno de ellos, como también se puede apreciar en la pista.
Respecto a la película hay que destacar muchas cosas. Las interpretaciones del dúo protagonista son magníficas. La verdad es que los dos consiguen que me los crea como Niki Lauda (orgulloso, muy meticuloso, pensativo, fiable, competidor) y James Hunt (fiestero, playboy, con ganas de demostrar que él también vale, agresivo...).
Cabe destacar la
escena en que están concediendo autógrafos. Ahí se constata la
manera tan diferente de vivir la F1. Ambos comparten el mismo
objetivo pero la forma de llegar a él es totalmente opuesta. Estos dos personajes consiguen que te centres en la
película desde el principio. Son presentados de forma independiente y rápidamente se escenifica el contraste. El comienzo de la rivalidad entre ellos es perfecta, se presentan en la pista cada uno mostrando sus
características para competir (mientras que uno conduce de manera fina, y solo
atacando en momentos en que se ve el hueco claramente, el otro busca el hueco
donde no lo hay). Los dos personajes son seguros de sí mismos, pero hay importantes matices: a Niki Lauda se le nota mucha más prestancia y carácter de campeón, ya no tiene tanta presión encima, pero si hay algo
que le incordia es ver como Hunt, un piloto que no es la mitad de centrado
que él, le gana. En cambio, Hunt manifiesta un ego descomunal, tiene ganas de demostrar que es mejor que Lauda, y se pone
la presión encima de quererle superar a toda costa. Otro momento en que se ve claramente esta gran diferencia es justo antes de la carrera de Nürburgring, durante la reunión de pilotos en que se
discute si se tiene que correr o no con la lluvia que está cayendo. Un controvertido encuentro que acaba desembocando en el brutal accidente que deja a Lauda al borde de la muerte.
Esta película nos muestra que dos grandes
rivales no tienen porque odiarse, sino respetarse y admirarse mutuamente. Por último, quiero decir que, en la última escena, se ve
claramente en Lauda la devoción que sentía por un piloto como James Hunt y
la necesidad que tiene de luchar contra alguien como él (al año siguiente
ganó, pero pronto rompería con Ferrari y no
volvió a ganar hasta siete años después). Los grandes campeones necesitan grandes rivales para motivarse y el austriaco siempre dejó claro que, de todos los que compitieron contra él, el británico fue al que más respetó, a pesar de todos los enfrentamientos que tuvieron en los años que coincidieron al máximo nivel.
También hay que decir que no tiene
porque gustar la F1 para ir a verla. Se trata de un film que tiene otra lectura porque te demuestra el
grado de competitividad que hay en la vida y no solo en las carreras de coches o
en deportes, sino en la vida real. Pero eso no es óbice para el respeto y el aprecio mutuo. Porque hay veces que necesitamos un enemigo para que estemos en la vida motivados y con ganas de
salir adelante y poder demostrar que en realidad somos mejores.