24 de juny del 2020

La creación de un clásico del cine: Con la Muerte en los Talones (North by Northwest, 1959)


A finales de los 50, Alfred Hitchcock gozaba de su etapa más éxitosa y Metro Goldwyn Mayer ansiaba producir un proyecto que llevara su incomparable sello. Tras el estreno de Vértigo (1958), los ejecutivos de la MGM le contactaron ofreciéndole la dirección de The Wreck of the Mary Deare, un relato criminal de acción en alta mar. Para tal ocasión, Hitch decidió contratar al prestigioso guionista Ernest Lehman, que había destacado por los libretos de Sabrina, The King and I, y Sweet Smell of Success (más conocida en nuestro lares como Chantaje en Broadway).



Hitchcock y Lehman empezaron a reunirse para dar forma al guión de Mary Deare pero muy pronto vieron que no sentían demasiado interés por el material que procedía de la novela de Hammond Innes. El propio Lehman llegó a confesarle a Hitch que no se veía capaz de sacar nada bueno de ese libro. Ante tal bloqueo creativo, empezaron a hablar sobre otras posibilidades. Entre ellos había surgido una buena conexión y pasaban largos ratos charlando en las oficinas del director en Paramount studios.

Hitchcock explicó su interés por hacer una película que incluyera una escena dentro del Cuartel General de la ONU en Nueva York, y también una secuencia de persecución en el emblemático Mount Rushmore. Eso les llevó a pensar en un thriller de ritmo endiablado, con constantes cambios de escenario, y en el que pudiera complementarse el suspense y la acción con notas de sofisticación y glamour, algo que encajaría muy bien con la trama de espionaje que Lehman empezaba a vislumbrar. El guionista se propuso entonces escribir "the ultimate Hitchcock film", una película que sumara los principales valores de la obra del realizador británico llevándolo hasta el límite en términos de gran producción.

El director recordó una historia que un periodista amigo suyo le había contado sobre las identidades secretas que asumían los espías y que, en ocasiones, se convertían en señuelos para despistar al enemigo sobre la verdadera misión de los agentes infiltrados en las potencias enemigas. Con tales preceptos, Lehman escribió 65 páginas que definían la premisa del film puesto que representaban el 20% de la película. El material entusiasmó a Hitchcock y lo utilizó para convencer a los ejecutivos de la MGM sobre la conveniencia de dejar atrás la idea de Mary Deare (que acabó dirigiendo Michael Anderson, con Gary Cooper y Charlton Heston en los papeles principales) y centrarse en este interesante argumento de nueva creación.



Con el guión terminado quedó claro que el film iba a exigir mucho a nivel técnico y logístico requiriendo, por consiguiente, un gran presupuesto. El estudio no tuvo problema en asumir los tres millones de dólares (una cantidad muy relevante para la época) que pidió el director puesto que habían luchado mucho para contratarle y estaban dispuestos a satisfacer todas sus peticiones.

James Stewart, que había trabajado con Hitch en cuatro ocasiones, estaba muy interesado en el papel protagonista pero el director veía más a otro de sus actores fetiche para el papel del refinado Roger Thornhill. Y ese no era otro que Cary Grant. No resultaba difícil verle como un publicista de Madison Avenue (un colega perfecto para Don Draper), engreído y sofisticado, que se ve envuelto en una trama de conspiraciones e incontables peligros por un simple malentendido.


Hitch logró incorporar al genial James Mason para el papel del villano Philip Vandamm y consiguió sustituir a la actriz contratada por la MGM, Cyd Charisse, por otra rubia enigmática: Eva Marie Saint.

"North by Northwest", un título que queda completamente justificado al ver el recorrido que nos plantea la trama argumental. El rodaje se inició con exteriores en las tres localizaciones que configuran este trayecto, aprovechado muy hábilmente por Hitchcock, en uno de los anuncios promocionales de la película, tratando la historia como si fuera un tour turístico para viajeros con espíritu de aventura. Nueva York fue la primera parada de esta ruta incorporando las escenas rodadas en Madison Avenue y en el Hotel Plaza. Resulta curiosa la anécdota concerniente a la filmación del plano en que se ve a Cary Grant subiendo las escaleras de acceso a la sede de la ONU. Debido a la prohibición absoluta para rodar allí, Hitchcock optó por cometer una pequeña ilegalidad, rodando de incógnito desde un camión que estaba en la acera frontal.


También se visitaron diferentes ubicaciones de Long Island antes de pasar a Chicago y finalmente a Rapid City (Dakota del Sur) desde donde el equipo se desplazó a Mount Rushmore para la filmación de secuencias de entorno.


Tras esta primera fase, la producción se trasladó a los estudios de la MGM en Culver City (California) para el rodaje de interiores. Robert Boyle, diseñador de producción, ya tenía listos los decorados que reproducían las caras de los Presidentes en Mount Rushmore. Un reto importante pero absolutamente necesario para poder recrear el clímax de la cinta.

Esta fase en los sound stages también se combinó con la filmación de algunas otras escenas exteriores, destacando obviamente la famosa secuencia en la que Cary Grant es perseguido por un avión "in the middle of nowhere". La emblemática secuencia se rodó en East Bakersfield (California) aunque en el film representaba un paraje desolado de Illinois. Para evitar riesgos, se combinó el rodaje de escenas exteriores con planos grabados en el estudio en los que Cary Grant se lanzaba al suelo y reaccionaba al acoso del aeroplano.


Tras 78 días de rodaje, Hitchcock puso fin a la filmación añadiendo una imagen para la conclusión que no estaba prevista en el guión de Ernest Lehman. Caracterizado siempre por su gran astucia a la hora de engañar y burlar a la censura con recursos estilísticos imaginativos, Hitch definió una espléndida metáfora de lo que podía suceder en la noche de bodas del matrimonio Thornhill al poner el The End mientras el tren que los conduce a su luna de miel entra en un túnel. Lo dicho, la brillante ocurrencia de un genio en una época en la que no se podía enseñar y, a veces, tampoco sugerir. Así lo explicaba el director con su habitual ironía:

"There are no symbols in North by Northwest. Oh yes! One. The last shot, the train entering the tunnel after the love scene between Cary Grant and Eva Marie Saint. It's a phallic symbol. But don't tell anyone."


Ernest Lehman, por su parte, sí que se propasó en una línea de guión que tiene lugar durante la insinuadora escena en que Eve Kendall (Saint) flirtea con Thornhill (Grant). Llegó a rodarse la escena con ella diciendo lo siguiente: "I never make love on an empty stomach...". Obviamente, en postproducción, la escena fue corregida y la actriz se dobló con estas palabras: "I never discuss about love on an empty stomach".


En un próximo artículo plantearé algunas reflexiones interesantes sobre este clásico inmortal.